Cruz Roja pide abrir plazas de acogida a refugiados en Albacete, Guadalajara y Cuenca
- La organización está preparando la actividad 'La maleta que más pesa', donde pueden escucharse testimonios directos de refugiados
Contra viento y marea trabajan en Cruz Roja en todo el país para intentar aumentar la cuota de refugiados que llegan de diferentes países del mundo y poder dar cumplimiento así a los tratados internacionales. Concretamente, la ONG quiere llegar hasta las 2.500 plazas de acogida a finales de año, y dentro de ese objetivo se ha embarcado también la delegación en Castilla-La Mancha, que ha pedido ampliar su número de plazas: actualmente dispone de las mismas en Toledo y Ciudad Real, pero quiere que también se habiliten en las provincias de Albacete, Cuenca y Guadalajara antes de que comience el año 2018.
El presidente de Cruz Roja en esta comunidad autónoma, Jesús Esteban, detalla que actualmente hay 40 plazas en Ciudad Real y 28 en Toledo en la primera fase de acogida, y otras 42 y 6, respectivamente, en la fase de integración. Cruz Roja quiere ahora que las asambleas provinciales de las tres provincias castellano-manchegas restantes también empiecen a habilitar acogida para refugiados, con el objetivo de poder hasta triplicar este número de plazas en la región a finales de año.
Se trata de un ofrecimiento que ya ha realizado a la dirección nacional de la ONG y al Ministerio de Interior, quien decide en última instancia conforme a sus directrices. En la última reunión de los presidentes autonómicos de Cruz Roja, el responsable castellano-manchego trasladó su petición de dialogar con el Ministerio para esta cuestión y en mayo, el Comité Nacional les corroboró la luz verde a esta ampliación de plazas.
Nuevas vacantes en Toledo
Mientras tanto, en el último mes se han producido algunas vacantes en Toledo, debido a que parte de las familias en acogida viajan a otros países como Alemania o Suecia, con mayores perspectivas de trabajo. En concreto, se han producido nueve vacantes que han sido ocupadas por dos familias llegadas de Camerún y Ucrania. Se trata de un perfil diferente a aquellas que llegan de países como Siria, y que por lo general, utilizan España como “puente hacia el norte de Europa”.
Los recién llegados entran primero en un periodo de acogida que suele durar unos seis meses y durante el cual se les proporciona domicilio, comida y ropa, mientras que los profesionales y voluntarios les ayudan a gestionar la tramitación del derecho de asilo. A partir de ahí, y en función de si son particulares o familias con hijos menores, entre las cuestiones más importantes se encuentra buscar colegios, tramitarles la tarjeta sanitaria para que puedan ser atendidos en hospitales públicos y posteriormente enseñarles el idioma, algo que también suele venir sobrevenido si empiezan a participar en actividades lúdicas.
A continuación llega la fase de integración. Cruz Roja les forma en el caso de que no tengan profesiones que sean demandadas. Se estudian los perfiles de cada uno, para decidir si acogerlos en medio urbano o rural. Este periodo también supone otros seis meses, después del cual comienza la fase de autonomía, donde ya deben vivir por su cuenta. “No pierden la tutela de Cruz Roja, pero funcionan de forma autónoma”, precisa Esteban.
En este contexto, el presidente regional de Cruz Roja destaca el trabajo realizado por los voluntarios: “sin ellos sería imposible realizar esta labor”. Y ha adelantado la intención de poner en marcha en Toledo la actividad ‘La maleta que más pesa’, que procede de una campaña nacional de la ONG donde varias maletas viejas salen por un aparato de control y los visitantes pueden abrirlas y escuchar en primera persona historias de refugiados.
“Es una labor de pedagogía muy importante, porque tenemos que insistir en la concienciación. Por suerte, aquí en España no han surgido partidos xenófobos como en otros países, pero es un tema que late en la sociedad. Hay que luchar contra esos tópicos y trasladarle a la gente que la mayoría de los que llegan quieren ser autónomos, son emprendedores y no quieren vivir de las ayudas, sino ser libres y valerse por sí mismos. Además, es su derecho conforme a los tratados internacionales”, subraya.