Tres décadas desenterrando el rompecabezas medieval de Alarcos
En el año 1984 el cerro de Alarcos era eso, un cerro, en el que aún no se había excavado nada. Cientos de toneladas de tierra escondían una de las fortalezas medievales que ha sido clave en las exposiciones y estudios que se han realizado en España sobre el periodo almohade, íbero o la ‘reconquista’. Tres décadas de las que ha sido testigo el profesor de Arqueología Medieval de la UCLM Antonio de Juan García, que mañana regresa 30 años después a las excavaciones de donde surgen las raíces de Ciudad Real.
No es que la de mañana sea la trigésima campaña de excavación sino que este año se cumplen 30 años desde que empezaron los trabajos en el yacimiento. La imagen que acompaña la noticia, es la foto que ilustra la tesis de De Juan y muestra esos 30 años de excavaciones para ir desenterrando una fortaleza almohade, sobre una ciudad cristina, sobre una ciudad árabe y sobre un poblado visigodo, íbero,… Un rompecabezas medieval que llega a la edad de bronce en algunos de los niveles ya excavados.
El 19 de julio de 1195 la batalla de Alarcos puso fin a la construcción de una ciudad en ciernes, la que Alfonso VIII había pretendido levantar en este cerro, y que nunca se llegó a terminar. La Alarcos almohade irrumpía con fuerza y ponía fin a una construcción posibilitando dos hechos claves para mostrar la importancia que el yacimiento tiene en el mundo arqueológico. El primero son los despojos de aquella batalla, abandonados en la fosa de cimentación de la muralla de la nueva ciudad. Un museo bajo tierra del que se han obtenido herramientas y se ha conocido cómo funcionaban los ejércitos de ambos bandos. Lo segundo es la posibilidad de datación, la construcción de Alfonso VIII se vio truncada por la batalla por lo que en Alarcos y así se fechan “en 17 años cosas que en otros sitios se hace en un siglo”. Es decir se acotan las fechas en que aparecieron materiales y elementos urbanísticos.
“En 1984 en el mundo ibérico o medieval Alarcos no existía y ahora es un referente de otros sitios. Ha habido grandes exposiciones en todos los sitios donde piezas de Alarcos están presentes”. Lo explica Antonio de Juan quien mañana dirige 13 alumnos que harán durante dos semanas “un curso intensivo de arqueología” en el que los estudiantes “están mañana y tarde a pie de obra”. Un trabajo de extraer nuevos materiales que luego “se limpian, se lavan y clasifican” y “todo eso va formando el puzle” en el que se han ido descubriendo el urbanismo que quería Alfonso VIII o un taller de monedas que existía en tiempos de Alfonso XI.
La fortaleza de Alarcos siempre ha estado habitada y forma parte de lo que Antonio de Juan considera enclaves de poder ubicados entre los Montes de Toledo y el río Guadiana. En tiempo íbero era Alarcos; con los visigodos, Oreto; en época árabe, Calatrava la Vieja; y, posteriormente, la Villareal y su pugna durante siglos con Almagro. Aunque el yacimiento no fuera el centro de poder en todas las épocas sí que muestra la secuencia completa de todos los periodos, con unos niveles construidos y excavados que datan de la Edad de Bronce, del “que se conoce poco” porque encima están todos los demás; una aportación del mundo ibérico, incluida la necrópolis descubierta el pasado año; hay restos romanos y visigodos; elementos caifales, la “gran ciudad” de Alfonso VIII, “con la muralla y el castillo” de la que cada día se conocen más aspectos; y concluye en el Alarcos almohade previo a la ‘reconquista’ de la fortaleza.
Todos estos aspectos se conocen de la fortaleza y sobre ellos se va trabajando. Por ejemplo, el año pasado se descubrió una ‘escalera monumental’ de la que aún no se sabe a dónde conducía, “era una gran sala”, y en ella trabajarán estos 15 días el equipo de medieval, junto a la zona del cementerio almohade. Mientras, el otro equipo, dirigido por la profesora de Prehistoria de la UCLM, Rosario García Huerta, indagará en la necrópolis descubierta el año pasado y sobre la que tendrán que seguir trabajando.
Los trabajos que arrancan mañana son fruto de estos 30 años de excavaciones, recuerda Antonio de Juan. “Sin haber hecho lo previo, sin quitar las cientos de toneladas que cubrían el yacimiento” no se podría trabajar. “Ahora las excavaciones se hacen sobre un espacio preparado para realizar estos trabajos con los estudiantes”, indica, mientras recuerda los planes de empleo con los que en los 80 comenzaron los trabajos.