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Una cuidadora en una residencia de mayores: “Tienes que tomarte antidepresivos, antiinflamatorios e ir al fisio por tu cuenta”

En Aragón hay 10.000 trabajadores en el sector y cerca de 30.000 personas dependientes son atendidas en la comunidad autónoma.

Carmen Bachiller

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El dato asusta. Un alto porcentaje de las 15.000 trabajadoras de Castilla-La Mancha dedicadas a la atención a personas mayores consumen fármacos de manera habitual para sobrellevar sus obligaciones laborales. Son datos recogidos en una campaña del sindicato CCOO bajo el lema ‘Tus derechos, la mejor medicina’.

María es el nombre ficticio de una gerocultora que trabaja en una residencia de mayores de la región. Es una de las personas -hay hombres y mujeres- afectadas por esta situación y que ha participado de forma anónima (de ahí que en este reportaje su nombre es ficticio) en grupos de discusión y entrevistas realizadas en nueve ciudades españolas entre personal del sector (gerocultoras, limpiadoras, enfermeras, personal de Medicina del trabajo y Atención, Servicios de prevención, representantes sindicales...), un colectivo que, por sus condiciones laborales, presenta un elevado consumo de fármacos y psicofármacos para paliar sus dolores musculares y rebajar su nivel de ansiedad.

En una entrevista con eldiarioclm.es María lamenta la “masificación” en las residencias de mayores de Castilla-La Mancha en las que, asegura, las ratios trabajador-usuario no se cumplen: “Debería haber un auxiliar por cada 15 válidos que solo necesitan mínima atención y un auxiliar por cada seis o siete dependientes. El problema es que cada vez las personas nos llegan peor”.

“Hacemos burradas como cargar solos a personas que nos triplican el peso”

En ocasiones, relata, “son personas jóvenes, otros con patologías añadidas a la edad y las residencias se convierten en hospitales y hasta psiquiátricos” y lamenta la falta de “medios y condiciones porque estamos más preparados para gente geriátrica que para las nuevas enfermedades. Nos vemos sobrepasados y no sabemos cómo afrontar ciertas situaciones, llámense falta de protocolos o de formación”.

A eso se añade la falta de medios. “Llevamos con las mismas camas, no articuladas, a alturas no convenientes, sin movilidad del cabecero, más de quince años, tampoco hay grúas…Por eso hacemos la típica burrada de levantar a la sillita la reina o a hacer transferencias una sola persona a un usuario que a lo mejor te triplica el peso”.

Las consecuencias son físicas y también psicológicas para estos profesionales. María cuenta cómo se ha visto obligada a tomar pastillas. “Siempre tienes contracturas, has de ir al fisio para poder seguir con tu trabajo. Y le hablas a la empresa de baja…vamos, se descojona y te preguntan: ¿para qué? No valoran el trabajo”.

“Tienes que tomarte antidepresivos, antiinflamatorios para dolores lumbares e ir al fisio por tu cuenta”. Después, como profesional, confiesa sentirse frustrada. “No damos la calidad de vida que deberíamos a los que cuidamos. Todo influye psicológicamente. Incluso nos afecta lo que puedan pensar los abuelos”

La trabajadora dice sentirse “presionada” por la gerencia de su centro que “no escucha” y lamenta que en ocasiones pese la falta de organización o las constantes rotaciones del personal, incluso de planta. Unas condiciones que, en su opinión, no infunden confianza a los usuarios. Es un sistema, lamenta, que se ha deshumanizado. “Es gente que ha dejado su casa, que no te conocen y que han de dejar que cada día les lave una persona distinta” y echa de menos que en este tipo de centros se haya dejado de crear “ambiente familiar porque falta personal y tiempo”.

“Yo quiero que estén lo mejor posible, no somos monjitas de la caridad pero si te dicen que tienes que levantar a 32 en hora y media, dejarles impolutos, después darles el desayuno y prepararles porque han de hacer su terapia…Es un constante estrés”

El “policonsumo” para trabajar y sin receta médica en muchos casos

La campaña que ha realizado CCOO revela que se trata de un “policonsumo”, ya que unos medicamentos llevan al consumo de otros para paliar los efectos de los primeros. Entre los fármacos que más consumen destacan los analgésicos o antiinflamatorios y los relajantes para aliviar el dolor muscular.

Luego surgen los ansiolíticos para tratar el estrés y la ansiedad que sufren por las altas cargas y ritmos de trabajo ocasionada por unos residentes cada vez más pluripatológicos que suponen mayor grado de dependencia y por tanto de atención.

Muchos de estos fármacos implican la utilización de otros como por ejemplo protectores gástricos para paliar los efectos secundarios de los anteriores. Y lo que resulta todavía más preocupante es que, según el estudio, “en la mayor parte de los casos analgésicos y antiinflamatorios no son recetados por un profesional, funciona mucho el boca a boca”.

CCOO reclama evaluar los riesgos para la salud de las trabajadoras

Para CCOO es “imprescindible” que se evalúen adecuadamente los riesgos a los que están sometidas estas trabajadoras, que se mejore significativamente la vigilancia preventiva de la salud y que se garantice una formación adecuada para cada puesto de trabajo, cubriendo aspectos técnicos y relacionales en las residencias.

Mejorar las condiciones de trabajo para que cumplan con los convenios del sector, pliegos de condiciones en las Comunidades y Ayuntamientos que se ajusten a valor real del servicio a prestar y una mejora de las condiciones salariales son, según el sindicato, “condiciones indispensables para conseguir que este sector, en plena expansión, no se vea abocado al regreso a tiempos pretéritos, donde el derecho actual entonces era una dádiva”.

Para este sindicato es fundamental el incremento de la financiación por parte de la Administración del Estado, para equilibrar la financiación con las comunidades autónomas, que hoy podría superar el 80%; por el contrario, el Estado no llegar al 20% de la aportación total. Un desequilibrio que, abundan, “ha supuesto a las personas dependientes, retrasos en la concesión de las prestaciones a las que tienen derecho, pero además ha supuesto que las trabajadoras que desarrollan su actividad en este sector mantengan salarios por debajo da los 14.000 euros anuales”.

Se trata de un sector altamente feminizado con más del 90% de los empleos ocupados por mujeres, con unas condiciones laborales muy precarias y con un alto índice de bajas laborales.

Desde la Consejería de Bienestar Social apuntan que no disponen de información detallada de los datos que plantean los agentes sociales en cuanto a las trabajadoras de la Dependencia. Fuentes de este departamento aseguran que la Consejería “conoce y entiende” que se trata de un trabajo que requiere de “un gran esfuerzo físico y una gran dedicación”, por lo que “pondrá especial interés en el asunto de acuerdo con el Plan de calidad y Eficiencia que se puso en marcha, para conocer cómo se encuentran las trabajadoras en cuanto a prevención de riesgos, formación y ayudas técnicas”.

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