‘El pequeño Quinquin’, una miniserie exquisitamente rara

Esta semana hablaré de uno de los placeres franceses del año pasado que se puede degustar en España a través del catálogo de ‘Movistar+’. Es una miniserie que está considerada por los críticos de la prestigiosa ‘Cahiers du Cinema’ como la mejor obra de 2014. Tras el recorrido por diferentes festivales de cine como Cannes, San Sebastián y Sitges en forma de largometraje -unos 200 minutos-, la crítica y el público no han dudado en ensalzar la extraordinaria calidad de este producto audiovisual. En televisión se vio a través del canal francés ‘Arte’ que la estructuró en cuatro episodios de unos 50 minutos cada uno, para una fácil digestión. Este 'must' seriéfilo tiene un nombre y ese es: 'P´tit QuinQuin' (aka 'El Pequeño Quinquin'). El autor de esta interesante y magnífica producción es el director francés Bruno Dumont (‘La humanidad’, ‘La vida de Jesús’ o ‘Flandres’), que ha ganado varios galardones en el Festival de Cine de Cannes.

La vida rutinaria de un pequeño pueblo costero del norte de Francia es interrumpida por un suceso escabroso: el cuerpo de una persona sin cabeza ha aparecido dentro de una vaca. La localidad empieza a ser consumida por algún tipo de mal, y serán dos atípicos policías -el comandante Van der Weyden (Bernard Pruvost) y el teniente Carpentier (Philippe Jore)- los que intentarán dar solución al pintoresco asesinato. Por otro lado, tenemos al pequeño Quinquin (Alane Delhaye) y su 'adorable' pandilla de amigos, que pasarán su tiempo dando paseos en bicicleta y haciendo travesuras varias. Este hecho marcará la tranquilidad local.

He leído varios artículos sobre la serie y estoy de acuerdo con que el mismo David Lynch estaría muy orgulloso de ella. Quien conozca su cine ha experimentado la faceta surrealista de gran parte de su filmografía. Así, 'P´tit Quinquin' es un gran ejercicio surrealista con tintes macabros y una notable influencia del filme francés ‘Bienvenidos al Norte’; navegando entre la estupefacción y momentos totalmente hilarantes, y en esto reside lo mejor de esta ficción. De hecho, una de las escenas más brillantes es sin duda la singular misa de la que somos testigos. Se podría definir como una comedia con tintes negros, satíricos y surrealistas, aunque se hace muy difícil su clasificación y, de ahí, lo especial que es. Un producto original y singular que, sin duda, no es para todo tipo de públicos.

La fuente de la historia es la cotidianidad de un pequeño entorno rural de la Francia profunda, que nos propone un fresco humano que roza lo paródico. Estos personajes tan atípicos que componen ‘P´tit Quinquin’ están llenos de vida y de una humanidad inusitada que de alguna manera se confronta con lo extraño de los acontecimientos, con ese potente tono surrealista. Latentes, tratará temas como la violencia y el racismo.

En esta gama de personajes no encontraremos ningún actor profesional, sino que el cast está compuesto de lugareños, lo que dará un toque de realidad. Pero no os asustéis, porque el resultado es magnífico. En el lado de la investigación, el comandante Van der Weyden resulta desternillante por sus extraños tics, gags y especial gesticulación; y el teniente Carpentier por su estilo curioso de conducción. La gran química con el primero hará de ellos una extraña pareja. En el lado rural: variedad de personajes pintorescos, pero el más importante es el pequeño y 'entrañable' Quinquin, y con él y su inseparable novia Eve, seremos testigos de la rara cotidianidad de la vida local y cómo ha afectado al pueblo estos asesinatos.

Un producto muy especial pero que toma la forma de plato exquisito para cualquier seriéfilo que quiera disfrutar de algo diferente.