Turismo y la convivencia en el Casco Histórico de Toledo

Nos dice el ayuntamiento de Toledo que abre un periodo de “sugerencias” para que instituciones, entidades y ciudadanía aporten ideas de cómo tratar el turismo y “la convivencia” en el Casco Histórico. Un oxímoron que brindan nuestros gobernantes locales ya que la práctica política y propuesta realizada nos ofrecen una discordancia que raya lo absurdo al favorecer la actividad turística en la ciudad lo que expulsa a residentes por el encarecimiento del suelo y las cada vez mayores incomodidades de vivir en una ciudad-decorado. Y, a la postre, vaciar de residentes, de vida, una ciudad con un valor declarado patrimonio de la humanidad, es atentar contra la conservación del propio patrimonio material e inmaterial.

Estamos en un punto de no retorno. Se debería, en estos momentos, para evitar pérdida de habitantes y la saturación por la actividad turística prohibir la apertura de nuevas unidades de hospedaje (camas turísticas) dentro del perímetro declarado, ya que, aunque se aprueben ordenanzas regulando la apertura de apartamentos turísticos se seguirán abriendo hoteles u otros negocios con el mismo fin que sortearán la normativa.

Debería la concejalía de Turismo pensar, más que en aumentar indefinidamente el número de visitantes ocasionales y de rápido desplazamiento, en favorecer a aquél que disfrute de la ciudad durante varios días (Toledo no se ve en dos horas), qué se deleite y saque el mayor provecho al patrimonio cultural que es la seña de identidad de nuestra ciudad.

La mejor protección del patrimonio histórico es que sea un patrimonio usado y disfrutado por los propios habitantes del entorno inmediato. Una ciudad “de cartón” es una ciudad sin alma. Conventos sin comunidades, parroquias sin feligreses, centros sociales y culturales sin usuarios, inmuebles vacíos no tienden sino al deterioro y a perder parte de su esencia.

La mejor protección del patrimonio histórico es que sea un patrimonio usado y disfrutado por los propios habitantes del entorno inmediato

No hay que olvidar que los habitantes de la ciudad patrimonio son parte de la creación y conservación del patrimonio inmaterial con su participación en sus fiestas, la transmisión de saberes y vivencias en común o el mantenimiento de tradiciones y costumbres. Por el contrario, el espacio público está ahora ocupado, abusivamente, por cenadores de hostelería, mobiliario destinado a la publicidad o instalaciones de venta de servicios a los turísticos.

Por ello, ya dijimos que el proyecto 'Toledo emerge' favorecía más los intereses del sector turístico que las necesidades de los vecinos y vecinas de la ciudad. La residencia de ancianos instalada en el edificio que ya lo fue, el histórico hospital de San Juan de Dios es una necesidad apremiante, así como lo fue en su día la reivindicación de uso del “Hospitalito del Rey”. 

Y no podemos seguir asistiendo a un partido de tenis donde la pelota va de una a otra institución, sino que hay que asumir responsabilidades. El Ayuntamiento ya que él mismo podría abordar la construcción y gestión de una residencia municipal, aunque algunas de las camas fueran concertadas con la Consejería de Bienestar Social, y ésta última porque en la planificación de la asistencia pública podría perfectamente escoger el inmueble mediante convenio con la Diputación para su rehabilitación y uso geriátrico. 

Las administraciones tienen muchos inmuebles en el casco en ruinas o sin uso que podrían destinarse a servicios asistenciales, culturales o sociales para sus habitantes, todos ellos declarados o incoados como bienes con valor patrimonial: A los contemplados en el proyecto 'Toledo Emerge' hay que añadir La Alhóndiga, paralizado durante años sin resultado definitivo, la Casa de las Cadenas o la Casa del Diamantista, todos ellos propiedad del Ayuntamiento, o la Posada de la Santa Hermandad propiedad del Estado y que el organismo local gestiona.

El mismo gobierno central mantiene cerrado desde hace lustros la antigua Delegación de Hacienda, edificio adecuado también para su uso geriátrico. Es significativo que la Consejería de Bienestar Social acabe de enajenar un edificio en la calle de San Ginés que estaba destinado a servicios de atención familiar para, también, su uso turístico.