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La dificultad de la lucha sindical: despedido un trabajador de Valladolid cuando iba a presentarse a delegado sindical

Despedido un trabajador de Bidafarma en Valladolid cuando iba a presentarse a delegado sindical.

Ángel Villascusa

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Víctor Sánchez Ávila llevaba trabajando 17 años en el mismo almacén de distribución farmacéutico de Valladolid hasta el pasado siete de abril, cuando fue despedido. Había manifestado su intención de presentarse como delegado sindical por CGT, el sindicato anarquista, a varios compañeros. Un día antes de que comenzase el proceso, recibió una carta de despido, que el trabajador relaciona con la decisión que había tomado. Ahora pelea en la calle y en los tribunales para recuperar su puesto de trabajo. Sánchez era un histórico (e incómodo) de la lucha sindical en su empresa donde había ejercido como delegado durante una década. Hace año y medio, Bidaframa, una de las grandes del sector con sede en Sevilla y más de 1.500 empleados en España, adquirió su empresa. En febrero, esta misma empresa reconoció que despidió de forma improcedente a un trabajador sindicalista jerezano.

“La lucha sindical no es sencilla”, explica por teléfono este vallisoletano de 40 años que lleva casi mes y medio en el paro. Este miércoles tiene el primer acto de conciliación con la empresa desde su despido, aunque no espera nada del encuentro. Lo sabe bien porque ha estado en esa misma posición varias veces “Suelen negarse y después, cuando saben que estás dispuesto a ir a juicio tratan de llegar a un acuerdo”, explica. Entre 2007 y 2017, en su primera etapa como delegado sindical él y sus compañeros lograron que la empresa cumpliera con los convenios firmados. “La Audiencia Provincial nos dio la razón y les obligó a pagarnos un 10% más por los intereses de demora”, señala.

En aquellos años después de la crisis financiera, la defensa de los derechos laborales, incluso para los directamente afectados, fue complicado. Ahora, con la crisis de la COVID-19 y los ERES al orden del día, la cosa no ha ido a mejor. “Mucha gente no se atreve a plantarse. Te dicen, cómo voy a denunciar a la empresa”, señala. “Cuando la gente tiene miedo y está una situación precaria es difícil que entiendan que no están yendo contra su empleador, sino reclamando que te den lo que es tuyo”. Así lograron que se cumplieran los convenios y que la jueza de la Audiencia Provincial dictaminase el pago con intereses.

Desde la llegada de Bidafarma a Valladolid, según el trabajador, la situación lejos de mejorar empeoró y lo vivió en primera persona. “Nos empezaron a apretar las tuercas”, resume. Según defiende, Sánchez cayó de baja por unas crisis epilépticas, a posteriori tuvo que acudir a revisiones periódicas, pero la empresa trató de que recuperase esas horas. “A lo cuál me negué porque por ley puedo ir a médico”. Con el desembarco de los andaluces, la empresa cambió los sistemas operativos y trató de hacer formaciones fuera del horario laboral. “Nos negamos, fuimos a juicio y ganamos”, resuelve contundente.

Fueron estas situaciones las que le llevaron a volver a presentarse a delegado sindical por la empresa junto a dos compañeros. “Cada almacén tiene sus correspondientes delegados sindicales. En nuestro caso 3 delegados porque somos 36. Bueno, éramos...”: La semana anterior al despido, tenía vacaciones y cuando llegó el lunes pregunto a los dos trabajadores si seguían adelante. No fue así. “El jefe les había dicho que mejor se presentaran por otro sindicato”, denuncia Sánchez. El trabajador denuncia presiones para evitar que se presentase. compañeros. Le dieron un preaviso de despido. “Decían que llegaba tarde, que despacho pocas líneas, cuando saben perfectamente que tengo varias tareas más allá de las colocaciones. Decían que tenían las grabaciones, y cuando les pedí, por burofax, que las mostraran me dijeron que no, que estaban protegidas por protección de datos ya que salían otros compañeros”, denuncia.

El día 7 abril se hacía la apertura de listas a las elecciones sindicales. Al día siguiente le llamaron y le entregaron la carta de despido, con fecha del 7 de abril. Antes del acto de conciliación del miércoles 2 de junio, el sindicato CGT en Valladolid ha convocado una protesta contra el despido. El objetivo es claro: la reincorporación del trabajador. “Aunque me den un millón de euros yo quiero recuperar mi puesto de trabajo, que me lo he ganado sudando la frente. Es lo que me jode, que digan que me despiden por no hacer mi trabajo y por mal compañero”. Para Sánchez, su despido sirve además para amedrentar a compañeros suyos. “La gente tiene miedo. Hace poco prejubilaron a 14 personas y las han sustituido por otros con contratos de menos de un año y luego a la calle. Sin estabilidad y con miedo no se pueden defender los derechos de los trabajadores”.

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