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La estafa de los ataúdes: la Policía documenta más de 4 millones de “pillaje” desde 1995 y apunta que la cifra total supera los 6

Quince detenidos por incinerar en ataúdes más baratos que los comprados

Laura Cornejo

29 de julio de 2021 08:40 h

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Un nuevo informe policial establece que el caso de la estafa de los ataúdes superó los cuatro millones de euros si bien la cifra total, aunque sin documentación que soporte esta última, superaría ampliamente los seis. El Grupo El Salvador, con sede en Valladolid pero que prestaba servicio en toda la Comunidad y también fuera de ella, habría empezado a reutilizar ataúdes de cremaciones antes de 1995 y en total se ha podido documentar la sustracción de 5.997 féretros para reutilizarlos con otros fallecidos, lo que supone el 73,08% de todas las incineraciones. Las anotaciones de Justo M.G, un trabajador condenado por extorsionar al dueño del grupo funerario, y las fotos que almacenó de los cadáveres a los que se quemó fuera de su ataúd, sobre tapas de algunos antiguos, han sido claves para establecer cómo se materializó la estafa de la Operación Ignis.

Cifras “desorbitadas” para particulares sin seguro

Para valorar los féretros que se sustrajeron y se reutilizaban con otros fallecidos, la Policía ha tenido en cuenta las cantidades que el propio grupo empresarial facturó tanto a particulares, otras funerarias y a compañías de seguro. “El precio de un producto, en este caso el féretro, está basado en un principio comercial de oferta/demanda, que dependerá por lo tanto de numerosos factores, entre los que cabe destacar el supuesto en el que el servicio proviene de otras provincias de la comunidad autónoma o bien de otras comunidades autónomas, en cuyo caso el precio fluctúa de manera considerable, sobre todo en el caso de servicios realizados a particulares”, indica el informe. En este sentido, destaca que cuando eran particulares quienes contrataban los seguros y no una compañía de seguros, los precios de El Salvador podían “alcanzar cifras desorbitadas próximas a los 6.000 euros”. Añaden que parte de la estimación de precios cuando no se ha localizado factura, porque no se halló la documentación económica de varios años, se ha realizado a través de la media acotada, “cuyo resultado beneficia a los investigados ya que, a juicio de los encargados de la investigación, el valor total de los féretros que figuran como sustraídos superaría sin duda la cifra de 4.500.000 euros”.

Pero además, se refieren a las anotaciones de Justo M.G en relación a la sustracción de las coronas y adornos florales, ya mencionadas en el Informe de las memorias USB remitido al Juzgado: “Otra fuente de ingresos: miles de coronas, centros, ramos, también se llevaban al Tanatorio para volver a venderlas se decía a la familia, como nos había aleccionado Ignacio, que se metían a incinerar con el difunto y allí quedaban para su posterior venta…” . posteriormente, en otra anotación: “…en cada caso pone si se le robó la caja o no y las coronas y centros que se bajaron de vuelta al tanatorio”. La Policía indica que no se ha podido fijar un criterio para calcular el precio de los adornos florales que se sustraían para reutilizar con el siguiente fallecido.

Los más de 900.000 euros intervenidos al dueño a su casa y las flores reutilizadas

Sin embargo, a través del análisis de la documentación intervenida en los discos duros, servidor y correos electrónicos, sí se ha podido constatar que, en relación a estos adornos florales, existía una irregularidad contable que será objeto de estudio en los Informes relacionados con los soportes informáticos (discos duros, servidor, correos electrónicos, etc…) y que estaría directamente relacionada con los 961.785 euros que fueron intervenidos en el domicilio de Ignacio Morchón Alonso con ocasión de la diligencia de entrada y registro efectuada en el mismo.

“Pillaje” entre responsables de la empresa y empleados

Así, incluyen en el informe un documento contable en el que se refleja claramente el concepto “no facturada” consta que, solo en el año 2006, hubo un beneficio real de 403.225.92 euros y que solamente se declaró un beneficio de 114.695 euros del total de ventas que ascendió a 693.739,71 euros. Para la Policía, existe una “abrumadora prueba documental” a través del testimonio de Justo, que fue “involuntario”, al investigarse la extorsión a la que sometía al dueño de la funeraria. El hombre había hecho una “recopilación detallada de la sistemática sustracción de féretros”, que quedó avalado además por testificales de familiares y allegados, así como la numerosísima documentación intervenida al grupo empresarial. “Ello induce a pensar, que si bien en el caso de las flores no existe esa prueba documental directa, sus manifestaciones tienen, para los investigadores, presunción de veracidad, lo que hace llegar a la convicción de que cuando el Grupo El Salvador contrataba un servicio funerario, ya fuera a través de las compañías de seguro o bien de particulares, cuyo destino final había de ser la incineración del cadáver, se planificaba con minuciosidad el mismo para el fin último de apropiarse además del féretro, también de los adornos florales, en una estrategia de 'pillaje' en la que habrían participado tanto los responsables de la empresa como los empleados”.

Relata el informe que los empleados trataban directamente con los familiares “impidiéndoles en unos casos presenciar el proceso de incineración y en otros, a través de una puesta en escena realmente deplorable, simulando la incineración en un lugar en el que finalmente no se produciría, ajenos al dolor que este acto supone para los familiares, para posteriormente trasladarlo a otras instalaciones y sustraer los féretros e incluso las coronas y centros florales que, estos mismos empleados, llevaban al Tanatorio para su nueva puesta a la venta”. De este modo señalan que “es evidente que el cálculo de efectos sustraídos, tanto de féretros como de adornos florales, sin tener en cuenta las irregularidades contables citadas, alcanzaría una cifra que superaría sin duda alguna los 6.000.000 euros”. 

No robaban los manchados, los de “drogadictos” o los de enfermos “infecciosos”

Por otro lado, además de apuntalar con documentos contables y fotografías ese robo de ataúdes, los investigadores también explican por qué no se robaron todos. Grupo El Salvador también era contratado por otras funerarias que carecían de horno crematorio. De hecho, el 57% de los servicios corresponden a estas. Es el caso de una funeraria de Segovia que no tuvo horno hasta el año 2011, pero antes, el servicio se lo prestaba El Salvador. En la documentación de Justo M.G, se hacía referencia a esta funeraria e indicaba que no se sustraían los ataúdes porque eran “de mala calidad”. Pero eso fue sólo al principio, porque posteriormente sí se hicieron los cambiazos. “También se cambian la cajas de Segovia a pesar de ser malas”, escribió en el año 2000.

Pero hubo otros motivos por los que se renunció a dar el cambiazo, más allá de la calidad de los féretros. Justo apuntó en sus libretas varios: “bronca o discusión con el jefe”, que el muerto fuese “drogadicto”, que entrase un funerario - se entiende que de otra compañía que había subcontratado la incineración, que la fallecida fuese “monja”, falta de cajas -usaban ataúdes viejos o defectuosos para meter el cadáver y quemarlo-, falta de personal para proceder al cambio, falta de espacio para colocar el féretro robado, que se rompiese el ataúd en el tercer cambio de cadáver, que el fallecido llegase “sin caja” o que fuese vecina de uno de los empleados.

Otras veces se renunció porque entró la familia a ver la incineración, porque la caja era “muy mala”, porque estaba “manchada”, porque el cadáver tenía hecha autopsia o era infeccioso, porque “olía mucho” o porque eran niños, si bien Justo M.G sí fotografió la incineración de al menos dos bebés que fueron sacados del féretro para usarlos de nuevo.

Tal y como informó eldiario.es, en su declaración ante la jueza instructora, el dueño de la funeraria, Ignacio Morchón, negó haber dado cambiazos: “No merece la pena, vale 100 euros, qué hago yo con un ataúd lleno de sangre y de babas y de mierda, es que eso no se lo cree nadie”, afirmó.

Sobre el casi millón de euros que la Policía encontró en su casa, repartido en 9 bolsas de supermercado y un saco de nylon, dijo que eran “los ahorros de toda una vida” que había guardado siempre en casa. “No me gusta que vaya al banco, no me gusta mezclar las churras con las merinas”. Cuando el fiscal le planteó si no le daba miedo tener esa cantidad de dinero en casa, Morchón, fue tajante: “Más miedo me dan los bancos”.

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