Este blog pretende servir de punto de encuentro entre el periodismo y los viajes. Diario de Viajes intenta enriquecer la visión del mundo a través de los periodistas que lo recorren y que trazan un relato vivo de gentes y territorios, alejado de los convencionalismos. El viaje como oportunidad, sensación y experiencia enlaza con la curiosidad y la voluntad de comprender y narrar la realidad innatas al periodismo.
El espíritu salvaje de Fuerteventura
Fuerteventura es un paraíso para los amantes del sol y la playa. Kilómetros arenas doradas, aguas turquesas y un clima privilegiado hacen de esta isla, la segunda más extensa del archipiélago canario tras Tenerife, el lugar ideal para pasar unas vacaciones inolvidables o para desconectar unos días. A pesar de ser un destino turístico de primer orden, Fuerteventura no es una isla masificada y se pueden ver y visitar muchos lugares con relativa tranquilidad.
Un litoral prácticamente llano convierte a Fuerteventura en una inmensa e interminable retahíla de playas de arena blanca, muchas de las cuales gozan de condiciones de viento muy adecuadas para practicar el surf o el windsurf. Las de Corralejo, al norte, y de Jandía, al sur, son las más famosas.
Paisajes volcánicos
Pero además de ser uno de los destinos preferidos de sol y playa, Fuerteventura alberga muchas otras zonas de interés paisajístico y monumental. Aunque junto con Lanzarote es la más árida de las islas canarias, sus paisajes volcánicos son sobrecogedores. Una buena porción del centro de la isla está ocupada por amplios parajes de origen volcánico, llamados malpaís, formados por antiguas coladas de lava. Es posible adentrarse en este paisaje casi lunar por alguno de los senderos que las cruzan.
Fuerteventura es una isla fundamentalmente desértica, pero en el centro puede descubrirse la mayor diversidad de paisajes y, así, fértiles valles surgen inesperadamente como oasis ante la mirada sorprendida del visitante. También alberga interesantes muestras del patrimonio histórico como Betancuria, la antigua capital, convertida hoy en una bellísima población repleta de casonas e iglesias antiguas que transmiten el esplendor de su pasado. Está rodeada de una fértil y fotogénica vega que contrasta con la extrema aridez del resto de la isla.
De hecho, aquí se enclava el Parque Rural de Betancuria, un espacio protegido de gran interés geológico en el que afloran las rocas más antiguas de todo el archipiélago y que configura un paisaje similar al de un oasis, con palmeras, tarajales y pinos que se alternan con vegetación endémica y con múltiples elementos etnográficos perfectamente integrados: norias, molinos, hornos de cal, corrales...
Un trozo del Sáhara
Fuerteventura es la isla canaria más cercana a África, apenas cien kilómetros la separan del continente, y se nota. Algunos de sus paisajes como las impresionantes Dunas de Corralejo parecen haber sido arrancadas literalmente del cercano desierto del Sáhara. Las dunas forman la mayor extensión de arena de las Islas Canarias. La mejor hora para visitarlas es el amanecer o el atardecer, cuando la luz del Sol tuesta el color de la arena y acentúa el contraste con las aguas turquesas del Atlántico y el verde de la vegetación.
Un viaje en transbordador de apenas 15 minutos desde Corralejo nos llevará a descubrir uno de los tesoros de Fuerteventura: la isla de Lobos. Cerca del embarcadero se encuentra la joya de esta isla hoy deshabitada: el Puertito, un lugar paradisíaco, de ésos que cuando uno lo ve en una fotografía se pregunta si alguna vez podrá visitarlo.
Playas infinitas
Playas infinitasAunque en Fuerteventura el desarrollo turístico llegó más tarde que en sus vecinas islas, la costa sureste - la parte oriental de la península de Jandía- con sus espectaculares playas, es la más zona más concurrida de toda la isla. Sin embargo, son playas tan extensas que puede disfrutarse del baño con relativa tranquilidad. Por ejemplo, en la playa de Sotavento. De cinco kilómetros de longitud y hasta un kilómetro de anchura en algunos tramos, esta fotogénica playa de altas dunas combina grandes paisajes vírgenes y aguas muy tranquilas, efecto de la existencia, a un centenar de metros de la costa, de una barra de arena que crea una laguna natural cristalina. Por esa configuración y por la brisa que suele soplar, es también una playa ideal para el windsurf y el kitesurf. Aquí se disputan pruebas de la Copa del Mundo.
Pero no sólo se puede disfrutar del mar y del sol en las famosas playas de Jandía. Menos concurridas, pero igualmente espectaculares son las playas de El Cotillo, en el noroeste.
Son idílicas y pequeñas calas de arena blanca con el mismo denominador común: aguas cristalinas de color turquesa.
Grutas y lugares sagrados
Sin abandonar la costa occidental, al sur de El Cotillo se halla el encantador pueblo pesquero de Ajuy, con su bella playa de arena negra. Desde uno de los extremos parte una agradable camino por la costa para visitar las impresionantes grutas que ocupan la base del acantilado y que ofrecen espectaculares vistas.
No muy lejos de El Cotillo, pero ya en el interior, no hay que dejar de visitar la montaña mágica de Tindaya. De 401 metros de altura, esta imponente mole preside el norte de Fuerteventura y fue un lugar sagrado y mágico para los aborígenes que poblaban la isla antes de la conquista castellana. Sus cuevas y abrigos albergan más de 300 grabados cuyo significado aún se desconoce, aunque se ha comprobado que están orientados hacia el Teide, en Tenerife, volcán visible en los días despejados desde lo alto de la montaña.
Militares, molinos y gofio
Muy cerca se encuentra la bella población de La Oliva donde destaca la Casa de los Coroneles. A principios del siglo XVIII, la máxima autoridad militar de Fuerteventura trasladó su residencia a esta pequeña localidad, convirtiéndola en la capital militar de la isla. Allí mandó erigir este edificio de grandes proporciones y líneas austeras que ha llegado a nuestros días como una de las construcciones más relevantes del patrimonio arquitectónico del archipiélago.
Uno de los signos de identidad de Fuerteventura son los molinos, que se encuentra dispersos por toda la isla y que, impulsados por el fuerte viento que suele soplar, servían para moler el grano con el que posteriormente los agricultores elaboraban el gofio, una de las señas de identidad de la gastronomía canaria. El Centro de Interpretación de los Molinos de Tiscamanita reproduce el modo de vida de los campesinos del XVIII y el XIX, explica el funcionamiento de los molinos de viento y muestra el proceso de elaboración de este alimento.
En Fuerteventura se encuentra la playa virgen más célebre de la Islas Canarias: Cofete. Son catorce kilómetros de arena en un entorno colosal, en la costa occidental. Azotada por el viento y sometida a un fuerte oleaje, es un paraje asombroso al que se llega mediante una larga pista forestal desde Morro Jable, el mayor centro turístico del sur de la isla. La naturaleza salvaje de Fuerteventura quedó reflejada en los escritos de uno de sus visitantes más célebres: Miguel de Unamuno. El escritor y filósofo vasco vivió desterrado durante unos meses en 1924 por criticar la dictadura del general Primo de Rivera. En la capital, Puerto del Rosario, puede visitarse la casa donde se alojó este famoso intelectual de la Generación del 98 y ver cómo eran las estancias que habitaba, descubrir algunos de los muebles que utilizó y leer los textos que escribió sobre Fuerteventura.
En uno de ellos, el escritor describe el carácter de esta isla árida e inhóspita pero noble a la vez: “Desierto es esta solemne y querida tierra aislada de Fuerteventura, una de las islas llamadas Afortunadas y que tiene la fortuna y la hermosura a la vez en su noble y robusta pobreza”.
Vueling vuela de Barcelona a Fuerteventura.
Sobre este blog
Este blog pretende servir de punto de encuentro entre el periodismo y los viajes. Diario de Viajes intenta enriquecer la visión del mundo a través de los periodistas que lo recorren y que trazan un relato vivo de gentes y territorios, alejado de los convencionalismos. El viaje como oportunidad, sensación y experiencia enlaza con la curiosidad y la voluntad de comprender y narrar la realidad innatas al periodismo.