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Joan Subirats, el académico de Ada Colau

Subirats, junto a Colau en una de sus comparecencias en el consistorio

Oriol Solé Altimira

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Joan Subirats (Barcelona, 1951) se había visto obligado a jubilarse de la Universidad este verano, cuando dejó la concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona. Pero la vida laboral de este catedrático de Ciencia Política de la Autónoma de Barcelona, uno de los cerebros de los comuns, tiene un último capítulo. Subirats sustituirá a Manuel Castells al frente del ministerio de Universidades.

El nuevo titular del ministerio comparte con su antecesor una trayectoria académica de prestigio, pero su perfil es más político. Además de haber ocupado ya puestos de gestión y de salida en las listas electorales, Subirats es una figura reconocida e implicada en el mundo de los comuns desde el origen de la formación allá por 2014.

Politólogo y catedrático de la UAB especializado en gobernanza de instituciones y políticas públicas, Subirats, además de uno de sus ideólogos, llegó a ser portavoz del proyecto Guanyem, embrión del actual partido de Ada Colau. De plena confianza de la alcaldesa de Barcelona, pasó de la teoría a la práctica en 2017, cuando ocupó el comisionado de cultura de la ciudad.

Su ascendente sobre la formación se plasmó primero en el tándem electoral que hizo con la alcaldesa en las municipales de 2019 y después, una vez Colau revalidó la vara de mando, en su ascenso a sexto teniente de alcaldía, responsable de las áreas de Cultura, Educación y Ciencia en el Ayuntamiento de Barcelona entre 2019 y 2021.

Obligado a jubilarse a los 70 años de la Universidad, el pasado verano dejó también su puesto institucional, pero ello no le impidió seguir siendo una de las voces de referencia de este espacio político desde distintos medios de comunicación, entre ellos elDiario.es.

De su paso por el consistorio barcelonés destaca su papel como ideólogo, entre otros proyectos, de la bienal barcelonesa de pensamiento, filosofía, artes vivas, al estilo del Festival de Filosofía de Módena (Italia), que la capital catalana estrenó en octubre de 2017 con un gran éxito de público y que repitió en 2020 aunque con un formato reducido debido a la pandemia.

Lector voraz y gran melómano (acude al Liceu desde hace años), este hijo de lecheros del Raval ya militó en su juventud en los ambientes más progresistas de Barcelona, primero en Bandera Roja y luego en el PSUC. Llegó a estar encerrado en La Modelo por su militancia antifranquista en la Assemblea de Catalunya.

La mayoría de su carrera profesional se ha desempeñado en el ámbito académico. Ha sido profesor visitante en diversas universidades europeas e internacionales y fue el fundador y director entre 2006 y 2009 del Instituto de Gobierno y Políticas Públicas (IGOP) de la Autónoma de Barcelona. También es autor de numerosos libros de municipalismo, gobernanza y políticas públicas.

Padre de tres hijas, su primer contacto con Ada Colau se remonta a la época en la que la actual alcaldesa era la cara visible de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH). El interés de Subirats por los movimientos sociales le llevó tanto a interesarse por el movimiento 15M como a conocer a la que años después sería su jefa en el Ayuntamiento. Ahora afronta el reto de terminar la reforma iniciada por Castells y que soliviantó a buena parte de la comunidad universitaria.

La LOSU le espera en su despacho

El principal reto que se va a encontrar Subirats encima de la mesa cuando desembarque en su despacho del Paseo de la Castellana será acabar de sacar adelante la Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU). Su antecesor Castells deja el trabajo enfilado: la primera versión del texto se aprobó en el Consejo de Ministros el pasado 31 de agosto.

Pero el anteproyecto se encontró con la oposición de rectores, estudiantes y al menos una parte del profesorado a ciertos aspectos. Cuestiones como la posibilidad de que se designase un comité para elegir al rector, con una cierta semejanza en el proceso a una contratación laboral, o la menor representatividad en los órganos de gestión universitaria que decían sentir los estudiantes alejaron a Castells de estos colectivos y encallaron la ley. Los profesores asociados, los más precarios de todos los docentes universitarios, tampoco estaban satisfechos con las propuestas de la ley para mejorar su situación, pese a que acabar con su situación laboral había sido una de las grandes apuestas del ya exministro.

Tras la previsible y futura aprobación de la LOSU –Castells afirmaba que tenía los apoyos necesarios para sacarla adelante y que si no lo había hecho ya fue en busca de más consenso con rectores y estudiantes–, el siguiente asunto para Subirats será sacar adelante el estatuto del personal docente e investigador (PDI, los profesores de universidad), quizá el gran debe en la gestión del ministro ya retirado.

Castells llegó a mover algo parecido a un borrador del texto, aunque nunca se presentó formalmente a los sindicatos y finalmente él mismo optó por retirarlo para centrarse en aprobar primero la LOSU para luego incluir en ella el estatuto. Los sindicatos denuncian que el estatuto debería estar aprobado desde 2012, según la ley todavía vigente, y que Castells no lo desarrolló porque no estaba de acuerdo con lo que había pactado el exministro Ángel Gabilondo y prefirió hacer otro texto nuevos.

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