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'Mongolia' celebra sus 10 años de humor gamberro con un espectáculo en Barcelona

Darío Adanti, Silvia Sparks y Pere Rusiñol en una imagen promocional de 'Mongolity'

Lúa Pena Dopazo

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En abril de 2012 llegaba a todos los quioscos españoles la revista Mongolia, que se definía como una “revista satírica sin mensaje alguno”. Era, decían sus creadores, “uno de los peores momentos tanto en lo económico y lo social como en lo que respecta a los medios editados en papel”. Desde aquel momento ya han pasado casi diez años y los editores de Mongolia han querido conmemorar la fecha con la presentación de un nuevo espectáculo llamado ‘Mongolity’, que se podrá ver el próximo jueves 17 en la Sala Barts de Barcelona. 

Pere Rusiñol, periodista y editor de la revista Mongolia, explica que no es la primera vez que impulsan un show de este tipo, esta vez incorporando además una parte seria ('Reality News') de la revista mediante la realización de una entrevista en directo y el análisis de una noticia por parte del propio Rusiñol. Por otro lado, Darío Adanti y Silvia Sparks serán los encargados de la parte satírica, de humor y stand-up, respectivamente. 

En esta primera función en la Sala Barts de Barcelona, Rusiñol entrevistará en directo al periodista Guillem Martínez y se proyectarán una serie de animaciones audiovisuales. Tras esta primera actuación en la capital catalana, su intención es que el espectáculo vaya viajando por distintas ciudades del país y adaptándose a la actualidad informativa y geográfica de cada lugar. “Este cóctel es la revista Mongolia llevada a los escenarios para amplificar nuestro mensaje y probar nuevos formatos”, ha contado Rusiñol, quien ha asegurado que entre los planes de los integrantes de la revista está también el de abrir un canal de Twitch.

En nombre de los creadores de Mongolia, Rusiñol asegura que les parece milagroso que hayan pasado diez años desde aquella primera portada que decía “España tiene una salida (Barajas)”. Nunca han querido depender de poderes económicos ni políticos, recuerdan, y han estado siempre en manos de sus lectores y suscriptores. “Desde ese punto de vista estamos muy contentos, aunque al mismo tiempo no podemos afirmar que sea un proyecto que haya conseguido consolidarse del todo”, añade. Para intentar dotar a la publicación de la estabilidad e independencia económica que necesita, lanzarán una campaña de micromecenazgo que coincidirá con el décimo aniversario: “Queremos conseguir 300 o 400 suscriptores más para que cuadren los números y que este espacio que hemos creado de sátira e información independiente pueda continuar”. 

De los diez años de historia de Mongolia, Rusiñol destaca el gran traspié que supuso la sentencia que condenó a la revista a pagar una indemnización de 40.000 a Ortega Cano por haber vulnerado su honor en una ilustración. A esa suma hay que añadir los costes legales, de modo que la cifra ascendió a cerca de 65.000 euros “por publicar una viñeta que en cualquier país de Europa se podría difundir sin ningún problema”, ha explicado Rusiñol. En 2020, el Tribunal Supremo ratificó la condena, pero ellos llevaron el caso al Tribunal Constitucional y, en la actualidad, Mongolia está esperando sentencia.

El periodista de Mongolia es consciente de que no podrían haber asumido aquellos gastos sin la ayuda de sus lectores y simpatizantes, pero aun así considera que la resolución del Supremo es de “extrema gravedad” porque Cano es un torero y, por tanto, “todos los prejuicios que podemos tener acerca de la España eterna continúan presentes”. A pesar de la sentencia judicial y del varapalo económico, Mongolia ha continuado publicándose. “El querer tirar siempre hacia adelante es parte del espíritu de esta revista, a pesar de que el contexto es cada vez más complicado”, ha agregado.

Otro momento histórico que marcó la trayectoria de Mongolia fue la publicación de los correos personales de Iñaki Urdangarin. “Nuestro objetivo siempre es apretar las tuercas a los poderes y ampliar el margen de la libertad de información y, aunque es cierto que solemos tener reparos a la hora de publicar correos privados, creímos que en este caso, al tratarse de la Casa Real, debían salir a la luz”, ha contado Rusiñol. “Asumimos el riesgo que suponía publicar esos correos electrónicos y, en este caso, por suerte, la cosa quedó en nada”. 

La libertad de prensa

Rusiñol considera que la libertad de expresión y de información está sufriendo un retroceso en España y que la sentencia contra Mongolia por la viñeta de Ortega Cano es un ejemplo de ello. “Libertad de información no es solo poder decir ciertas cosas, sino también poder publicarlas sin que eso suponga la ruina económica de tu revista”, afirma. Rusiñol piensa que indemnizaciones como la que ellos tuvieron que pagar sirven para advertir y disuadir a otros medios de seguir su ejemplo y, al mismo tiempo, para dar una falsa imagen de democracia porque “si te prohíben publicar algo, parece que estás en una dictadura, en cambio, si solo te multan no, pero en la práctica es lo mismo”, remarca el periodista. 

Aquella sentencia judicial no ha afectado a la manera de trabajar y de ser de Mongolia. “Intentamos actuar siempre con inteligencia, pero nuestra razón de ser es arriesgar para ampliar los espacios de libertad, así que si dejásemos de hacerlo, dejaría de tener sentido nuestro proyecto”. Suele decirse que la revista Mongolia combina la sátira y el periodismo, pero a este periodista le gusta ver la sátira como “un género periodístico más” y, por eso, cree que no debe haber ningún tema tabú. 

“La sátira va más allá de la broma”, ha expresado Rusiñol, quien también ha puesto de ejemplo una viñeta de la revista Charlie Hebdo en la que se retrataba a Aylan Kurdi, el niño sirio de tres años que murió ahogado en la costa de Turquía, para expresar que aquella imagen no era para reírse de nadie, mucho menos de aquel niño, sino que se trataba de poner en evidencia la hipocresía de Occidente. “Nosotros nunca somos partidarios de prohibir nada, incluso si se hace una sátira que no supone una crítica”, ha completado el periodista. 

La revista Mongolia nació para ocupar un vacío en el mercado español, el de la prensa satírica, y en un momento de crisis económica. “Creímos que era una obligación moral aportar pluralidad y sentido del humor en un contexto tan deprimente” subraya el periodista, quien añade que a él le gustaría que la revista sea recordada como un proyecto “gamberro, absolutamente independiente y sin pelos en la lengua, que a través de la sátira y de la información es capaz de hacer sonrojar a los poderes que están acostumbrados a que muchas cosas les salgan gratis”.

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