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Unas líneas sobre el revuelo de estos días relacionado con la dimisión/cese del fiscal superior de Cataluña, señor Rodríguez Sol, por unas declaraciones donde manifestaba una cierta comprensión democrática de la posibilidad de la consulta sobre el derecho a decidir. Me sorprende una y otra vez la “politización” continua y absoluta, por parte de la clase política, de todas las cuestiones que afectan a la sociedad. Ahora sale el ministro Gallardón y dice que lo que ha hecho el fiscal jefe de Cataluña no está bien porque se mete en cuestiones “políticas” cuando debería de ser neutral. A menudo parece que para los integrantes de los partidos políticos todo sea susceptible de ser usado en contra de los demás (incluyendo micrófonos y seguimientos). Parece como si la práctica política se redujera a la pelea interpartidista donde los ciudadanos sólo nos podemos limitar a observar y votar. De ahí que la disidencia no se perdone.
Yo me pregunto, señor Gallardón, ¿por qué dice que la expresión de una opinión de este tipo por parte de un fiscal nada sospechoso de “separatismo” es hacer política? Hacer política sería que el señor Rodríguez Sol se mostrara públicamente partidario de un partido determinado y de una idea determinada relacionada con un credo político. Imagínense -y ya es imaginarse- que el fiscal en cuestión se hubiera manifestado a favor de la independencia de Cataluña. Esto es política. Pero no lo es mostrarse partidario de una acción (efectuar una consulta importante al pueblo) que, en el fondo, entra dentro de la Sagrada Constitución (sólo deberían votarlo PP y PSOE y sería válido, sin casi tocar ni una coma de la ley fundamental española). El juez Garzón es el ejemplo más claro: en un momento determinado decidió presentarse a unas elecciones en las listas del PSOE. Optó por hacer política. Que un fiscal opine sobre un procedimiento democrático, no lo es. Que un ministro castigue dicho fiscal porque se ha manifestado en contra de lo que el partido que le ha colocado en el cargo manifiesta públicamente, sí es hacer política.
¿Puede un fiscal opinar libremente de todo? Sí. ¿Es necesario que se juegue el futuro profesional cada vez que opina? No. Los fiscales, como los jueces, cuando actúan en función de su cargo, representan a toda la sociedad. Y ellos lo saben. Pero esto no implica que deban callar. Y aun menos que los castiguen. Sobre todo porque, recordémoslo, el fiscal Martín Rodríguez Sol, lo único que dijo fue que, si se daba dentro del marco de la legalidad actual española, ¿por qué debía impedirse realizar una consulta de este tipo?
¿Qué más quieren?
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