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¿Es racista el discurso de Quim Torra?

El nuevo president de la Generalitat, Quim Torra, antes de su discurso ante el Parlament de Catalunya.

Pau Rodríguez

Es una constante en los artículos de Quim Torra, flamante nuevo president de la Generalitat de Catalunya: una suerte de desazón por el retroceso de la identidad catalana –o, mejor dicho, su idea de ella– ante el avance de la lengua y la cultura castellanas. “¡Qué deterioro!”, exclama en uno de los textos; en otro, se niega a ver Catalunya convertida en una Feria de Abril; y quizás en el más duro de todos, teme que su nación se disuelva como un azucarillo ante la “alud inmigratoria”. ¿Es este un discurso racista?

Políticos de PP, PSOE, Ciudadanos o el PSC no han dudado en calificarle de ello, enviando dosiers y cartas a eurodiputados y mandatarios europeos. Los dirigentes de los comuns, por su parte, le piden que se explique. Y, en medio de la contienda política, una entidad como SOS Racismo emitido dos comunicados en los que considera sus afirmaciones como “peligrosas” e “irresponsables”, pero evita emplear el término racista. Expertos consultados por eldiario.es en este reportaje se decantan por conceptos menos recurrentes pero acaso más precisos: identitario, esencialista o directamente nacionalista.

“Adopta un discurso peligroso, porque se basa en prejuicios y alimenta la tensión, pero el racismo responde a la exclusión y segregación de personas por motivo de su origen o nacionalidad y, además, sustentado sobre un sistema de dominación sobre colectivos históricamente vulnerables”, expone Alba Cuevas, presidenta de SOS Racismo. Y, para ella, este último precepto no se cumple en la relación entre españoles y catalanes.

En este sentido, los españoles o castellanohablantes a los que aludía el actual president no pueden ser sujetos de racismo. Pero el sociólogo Carlos Delclós, advierte de que ello no impide que el Torra articulista emplee a menudo “lógicas” del racismo. La más evidente, en su opinión, es el uso reiterado de referencias al ADN o su voluntad de “deshumanizar” y “caricaturizar” al otro.

“Cuando usa expresiones como 'baches en el ADN' es evidente que es una metáfora, pero en un contexto de conflicto político, en el que hay sentimientos de pertenencia de verdad, muy potentes, estas formulaciones son muy nocivas, porque no todo el mundo tiene por qué entenderlas”, desarrolla este sociólogo.

Torra, por su parte, ya ha pedido disculpas en reiteradas ocasiones. Ha asegurado querer a los españoles como a “un pueblo hermano” y reconocido haber empleado “palabras inconvenientes” en unos artículos que, en su opinión, eran “fruto de la intensidad del periodismo”. Pero ello no le ha ahorrado las críticas y hasta una querella por delitos de odio y rebelión impulsada por la formación ultraderechista Vox.

“Claro que su discurso no constituye un delito de odio, porque prevalece la libertad de expresión”, sostiene Josep Maria Tamarit, catedrático de Derecho Penal de la UOC. Lo que desprenden muchas de sus afirmaciones es, según este profesor, “un nacionalismo clásico, con componentes étnicos”. “La querella no debería prosperar”, prosigue, “aunque depende del juez que toque y de cómo decida interpretarlo”.

Una visión “esencialista” de la identidad catalana

De forma parecida lo ve el escritor Antoni Puigverd, estudioso del catalanismo político, para el que Torra es un político que tiene una visión “esencialista” de la identidad catalana, que choca en pleno siglo XXI con una población en Catalunya que en un 70% se siente a la vez catalana y española. Ideas como que si no se es independentista es que no se quiere ser catalán, que para serlo hay que ser catalanohablante, que si se es catalán no se puede ser otra cosa o que no es normal hablar castellano en Catalunya responden a un “nacionalismo idealista” olvida la realidad que lo rodea, en opinión de este escritor.

Puigverd traza de hecho una línea que conecta con el pensamiento de Jordi Pujol, que bebe del filósofo alemán Johann Gottfried von Herder y su idealismo de la nación, basada en la lengua, la historia, el folklore y el paisaje, y asentada sobre una cierta idea de pureza. Una idea, prosigue, que durante la Transición en Catalunya chocó con los planteamientos de partidos como el PSUC o CCOO, que “defendían que la nación no es algo inmutable, sino un plebiscito diario”.

Fue de este espacio político de donde emergió el famoso eslogan “un sol poble”, que ha sobrevivido hasta hoy. Torra lo reivindicó durante su discurso de investidura –“Sí, es catalán todo aquel que vive y trabaja en Catalunya. Sí, somos un solo pueblo”–, pero de nuevo sus afirmaciones se ven comprometidas por algunos de sus artículos, como el que considera “artificiosa” esta supuesta unidad.

Puigverd matiza también que comparte con Torra su temor a un progresivo retroceso de la lengua o la cultura catalanas, perseguida durante períodos como el franquismo y amenazada en la actualidad por la “catalanofobia” de sectores políticos españoles, los que ahora “de forma descarada y obscena” cargan contra Torra, a su entender.

“Torra es un idealista nacionalista que tiene miedo al final de su cultura, y es cierto que el futuro de la lengua catalana no es fácil, pero su pérdida de espacio social en Catalunya no se puede achacar al avance del castellano como si este fenómeno fuera responsabilidad de los castellanohablantes y no de las políticas o las leyes”, sostiene.

La banalización del racismo y el nuevo listón

Si SOS Racismo emitió esta semana un comunicado no fue solo para criticar el discurso de Torra, sino para alertar de la banalización de la lucha contra el racismo. “Emplear este concepto para referirte a un conflicto político acaba frivolizando la lucha de las personas que realmente sufren racismo, y a la que les cuesta mucho visibilizar este problema”, argumenta Alba Cuevas.

Del mismo modo, pero dándole la vuelta al argumento, Delclós celebra que tantos políticos españoles y medios de comunicación hayan detectado “xenofobia” en esos artículos. “Es muy positivo saber que en España y Catalunya somos tan sensibles a las lógicas del racismo, incluso por parte de sectores de la derecha, porque esto significa que ya no vale que miren para otro lado cuando la gente muere en las fronteras”, concluye.

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