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Sufragio para una agenda feminista

El feminismo desborda las calles de Barcelona un 8M más para exigir igualdad

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El 29 de diciembre se cumplió una década de gobierno independentista en la Generalitat. Perdón, en honor a la verdad, en realidad se cumplieron diez años desde la investidura de Artur Mas como president de la Generalitat. Entonces el Molt Honorable no era independentista, quiero recordar y no miento, que pactaba los presupuestos con Alicia Sánchez Camacho. Unos presupuestos que no priorizaban a las mujeres, es decir, ignoraban al 50,95% de la sociedad catalana.

Del pacto con el Partido Popular, CiU, ya rebautizado como Junts pel Sí, PDeCat o Junts per Catalunya o…., inició sus flirteos con el independentismo y se dejó querer por ERC y la CUP, cosas del poliamor. Pero ellos y los de “els carrers seran sempre nostres” nos mostraron y demuestran que las calles, en todo caso serán de ellos, porque el impacto para nosotras, las catalanas, fue con la derecha el mismo que con el supuesto independentismo progre, es decir, ninguno.

El pasado 17 de diciembre se cumplía un año de la celebración del Parlament de les Dones en la cámara de representación catalana. En el se ratificó, como no, la situación de desigualdad que sufrimos las catalanas. Se evidenció, una vez más, que la igualdad efectiva entre mujeres y hombres no existe en Catalunya, a pesar de la legislación vigente. Por cierto, un cuerpo legislativo que se ha producido siempre de la mano de gobiernos socialistas.

El diagnóstico estaba y está claro. Pero un año después, continuamos esperando la acción. No ha llegado, no llega y no llegará si los independentistas continuan gobernando Catalunya. El Govern de la Generalitat ha hecho dejación de sus funciones en la lucha por la igualdad efectiva entre mujeres y hombres, y por lo tanto también en la lucha contra la violencia machista.

La modificación de la Llei 5/2008, del 24 d’abril, del dret de les dones a erradicar la violència masclista, en el último pleno de la legislatura, por la vía de urgencia extraordinaria y sin la participación y el consenso necesarios, no sólo no es suficiente, si no que nos divide en la lucha contra el patriarcado, y contra el instrumento que éste utiliza para seguir sometiendo a las mujeres por el mero hecho de ser mujeres: la violencia machista.

Puestos a comprometerse contra la violencia machista, el Govern podría haber desarrollado el reglamento de la ley originaria, a día de hoy todavía sin realizar, o haber aprobado el “Pacte Català contra la violència masclista”, al que el Govern se comprometió, y que la consellera Budó dijo no poder desarrollar a causa de la pandemia.

Puestos a comprometerse contra la violencia machista, el Govern podría haber invertido en recursos para atender a las mujeres víctimas, suprimir las listas de espera de los Servicios de Información Especializada y pagar sueldos dignos a sus profesionales, y trabajar día y noche para dejar de ser la comunidad autónoma que encabeza el ranking de menos órdenes de protección aprobadas para proteger a las mujeres de sus maltratadores.

Puestos a comprometerse contra la violencia machista, el Govern podría haber apoyado las enmiendas contra la prostitución y la pornografía que los y las socialistas hicieron a la ley. ERC, JxCat, PDeCat y CUP han demostrado que tienen prioridades, y que éstas no son feministas.

En estos tiempos convulsos, líquidos y gaseosos en las que los deseos quieren primar sobre los derechos, las feministas nos hemos convertido en el objetivo de muchos y muchas. Nadie dijo que nuestra lucha fuese fácil. Combatir el patriarcado requiere valentía, compromiso, coherencia y estrategia. Por eso, el 14 de febrero, debemos llenar las urnas de votos feministas. Porque nuestra voz debe tener la Generalitat como altavoz para vindicar la agenda política feminista y luchar contra el negacionismo del sujeto político mujer. Sea cual sea su forma. Sea cual sea su versión.

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