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Una plataforma lleva un Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) al centro de Barcelona

Acció de Tanquem els CIE davant el museu MACBA de Barcelona.

Arturo Puente

Barcelona —

Cada vez más gente sabe qué es un CIE. Son centros de internamiento de personas extranjeras que están inmersas en procesos de expulsión, en los que los migrantes pueden pasar encerrados hasta 60 días prorrogables. Pero, ¿cómo es un CIE? Esta fue la pregunta que la plataforma Tanquem els CIEs quiso responder este sábado con una acción en la plaza Dels Angels, en pleno centro de la Barcelona más cosmopolita, en el marco de la Campaña Estatal por el Cierre de los CIE.

Miembros de la plataforma dibujaron un plano del CIE de Zona Franca ante el MACBA y explicaron a quienes se acercaron cómo es un Centro de Internamiento de Extranjeros por dentro. El CIE de Zona Franca, uno de los 8 que hay en el Estado, tiene capacidad para 226 personas, aunque la plataforma denuncia que no hay datos feacientes de cuánta gente está interna.

Las visitas, explicaron, tienen lugar en una sala con mamparas, de seis en seis y a través de teléfonos, sin intimidad ni posibilidad de contacto físico con el allegado. Dos jueces, del Juzgado de Instrucción 1 y 17 de Barcelona, exigieron en enero pasado que se posibilitara en contacto entre visitantes e internos al entender que “las mamparas y rejas limitan gravemente el derecho a la intimidad, a la dignidad personal y a recibir un trato humanitario y no degradante, sobre todo cuando se trata de personas privadas de libertad no por haber cometido un delito, sino para ser expulsadas de España”. La Dirección General de Policía, de la que dependen los centros, anunció entonces que se modificarían las condiciones de visita, cambios que medio año después no se han realizado, aunque, según explica Tanquem els CIEs, ahora sí se permite un breve contacto físico bajo supervisión policial al finalizar las visitas de 20 minutos.

“La atención médica en los CIE, a pesar de ser un derecho básico fundamental, es repetidamente denegada”, asegura un activista, convertido en guía del centro de internamiento recreado. Varios internos se pusieron en huelga de hambre en mayo a raíz del caso de Mamadou, un interno de origen senegalés que, ante la sospecha de que padecía tuberculosis, pidió más de 15 veces atención médica. Finalmente, le recetaron antiinflamatorios y analgésicos. Poco después sufrió un nuevo episodio de fiebre y tos y tuvo que ser enviado al Hospital Clínic, donde dio positivo en las pruebas de tuberculosis. Compañeros de Mamadou iniciaron entonces la huelga de hambre para reclamar que les hicieran las pruebas a ellos, al sospechar que podían estar contagiados y como denuncia de la falta de atención médica en general. Las condiciones de hacinamiento, que el Síndic de Greuges ha denunciado, facilitan la propagación de enfermedades.

El recorrido sobre el plano del CIE pasa a las duchas. “Muchos de los internos se han quejado de que el agua sale quemando al principio y fría al final”, explica el guía con un altavoz. Los jueces del Juzgado 1 y 17 de Barcelona también exigieron cambiar esto al comienzo del año, pero las quejan se han venido sucediendo tiempo después.

El patio es la zona donde los internos pasan buena parte de su tiempo, hasta 6 horas cada día. Es un espacio sin acondicionar, al aire libre y sin apenas sombra. Pero el lugar en el que los habitantes del CIE pasan más horas es en las celdas, hasta 12 al día. “En las celdas de Zona Franca duermen seis o más personas, que carecen de WC, por lo que deben usar un cubo”, aseguran desde Tanquem els CIEs. Según el juzgado, la inexistencia de sanitarios “constituye una limitación arquitectónica que atenta contra la dignidad humana”. Pero peor que los dormitorios son las celdas de aislamiento, temidas por los internos. Tanquem els CIEs registra al menos 3 muertes en las celdas de aislamiento desde 2010.

La acción ha terminado por la tarde, con una marcha hasta las puertas del CIE a la que han acudido una centena de personas bajo el lema “no cerremos los ojos, cerremos los CIEs”.

En 2013 pasaron por el CIE de Zona Franca 1.584 personas. El 44% de ellos no tenía ningún tipo de antecedentes penales. 744 de ellos fueron deportados, mientras que la mayoría fueron liberados al no poder completar el trámite de expulsión, aunque pueden volver a ser internados si se abre un nuevo expediente para echarlos. El objetivo de Tanquem els CIEs es concienciar a la sociedad civil para cerrar estos centros.

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