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Sobre este blog

MAKMA es una plataforma de divulgación cultural que pretende facilitar el acceso del gran público a las diferentes manifestaciones artísticas contemporáneas. MAKMA tiene el firme propósito de difundir la creatividad de los creadores y de los espacios que se encargan de ello. Sumamos esfuerzos para que el arte y la cultura sean agentes dinamizadores del cambio que la sociedad demanda. MAKMA es una necesidad compartida.

Autores

José Luis Pérez Pont

Vicente Chambó

Salva Torres

Iñaki Torres, a tientas en Lotelito

Obra de Iñaki Torres.

Makma

Se cuenta que Garbelli, un famoso boxeador, iba camino del cuadrilátero donde debía disputar un combate en Los Ángeles. De pronto, salió de entre la multitud un negro enorme, se abalanzó sobre él y apretándole entre sus brazos comenzó a besarle. Sin parar de sollozar, le dijo: “Soy tu adversario y te quiero”.

Hay artistas que se comportan igual ante una obra. Cogen la tela o el lienzo, lo miran, saben de la dificultad que supone liberar lo que lleva dentro y, aún así, aman esa adversidad porque, en el fondo, les sostiene en vida. Más que doblegar el arte a su voluntad creativa, simplemente se entregan al combate como si fuera su tabla de salvación. Y al igual que el púgil negro amaba a quien le vencía, el tipo de artista del que hablamos sostiene con su obra una idéntica pasión redentora.

Iñaki Torres, parte de cuya obra se podrá contemplar en Lotelito a partir del próximo miércoles y hasta el 5 de octubre, mantiene un mismo talante o espíritu creativo. Él mismo lo ha dicho en más de una ocasión: “Cuando yo pinto, no busco nada concreto”. Podría decirse de otra manera, sintetizando sus palabras: “Yo no pinto nada”. Entiéndase bien: pintar pinta y mucho, pero es su yo el que no pinta nada, el que debe retirarse para que exista la posibilidad de, sin buscar “nada concreto”, que “algo” pueda emerger desde el fondo de la tela.

Tarea sin duda prolija. Someterse a los dictados del lienzo requiere mucha paciencia y entrega, dos cosas que precisamente escasean en nuestra sociedad contemporánea. La paciencia, porque todo son prisas. Y la entrega, porque el “narcisismo de las pequeñas diferencias”, que diría Freud, impide la escucha del otro, en este caso la obra, desprovisto de cuerdas y amarres.

Iñaki Torres lo hace. Algunas de las obras expuestas han sido realizadas en Almería, allí donde el silencio se oye. Otras, en su casa de Bilbao. Y siempre, siempre, buscando las condiciones para que ese yo, tan necesario en la vida cotidiana, deje en el terreno del arte de pintar “nada concreto” y se limite a dejarse guiar por los dictados de la tela. De nuevo, el propio artista: “No entiendo la pintura como una búsqueda”. Sometido el yo, resignado a la suerte que le deparan tanto la paciencia como la entrega, no cabe búsqueda alguna; tan sólo esperar acontecimientos.

Porque eso es lo que nos deparan las obras de Iñaki Torres: una especie de acontecimiento. Puede ser más o menos luminoso, más o menos logrado, pero acontecimiento al fin. Es decir, algo que acontece de forma imprevista. Para lograrlo, el artista se deja llevar, aventurándose por caminos adonde el yo no llega. Prueba diversas materias y colores, a tientas, creando un manto de niebla sobre el lienzo. Y a medida que avanza con los dedos y pinceles por esa bruma creativa, algo empieza a emerger y, antes de que llegue a ser nítido, se queda unos instantes en la superficie del cuadro para enseguida desaparecer. Esa extrañeza perdura en todas y cada una de sus obras.

Iñaki Torres tantea la imagen explorando su misterioso vaivén. Él habla de difuminarla hasta que no queden de ella “más que unos pocos granos”, los suficientes para descubrir sus trazos, “la cosa que muestra y oculta al mismo tiempo”. Y es así, un tanto a la deriva, como el acontecimiento aflora en su obra. Aflora yendo de una orilla a otra, sin quedarse en ninguna, como temiendo ser atrapada la imagen por alguna conclusión apresurada. “Sin embargo, a veces se encuentra”, dice el artista.

No esperen, en cualquier caso, encontrar algo definido, mucho menos definitivo. En la obra de Iñaki Torres todo acontece entre opuestos: colores brillantes y opacos; superficies en calma y agitadas; naturaleza exterior e interior, turbia y sosegada. Parafraseando a Machado, la obra de Iñaki Torres no existe de entrada, se va haciendo al caminar que, en su caso, es pintar. No hay un camino “concreto”, sino los muy borgianos senderos que se bifurcan. La obra expuesta en Lotelito son aproximaciones, pistas que él da para aventurarse en su pintura. Ya queda dicho: ninguna búsqueda de por medio. Abrazado al lienzo, Iñaki Torres explora aquello que más ama: la libertad de crear.

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