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Andrés García Reche: “Los valencianos debemos apostar por el sector productivo de la salud, porque tenemos capacidad tecnológica, científica y demanda”

El vicepresidente de la Agencia Valenciana de la Innovación, Andrés García Reche.

Sergi Pitarch

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Andres García Reche, vicepresidente de la Agencia Valenciana de la Innovación (AVI), acaba de publicar el libro Qué hacer con el modelo productivo: guía básica para gobernantes audaces (Tirant Humanidades, 2020). Con esta obra pretende resumir en 200 páginas lo que necesita un territorio para transformar su modelo económico. Pasar de una economía basada en el sector servicios de bajo coste a una economía del valor añadido, la innovación, la alta productividad y los altos salarios. García Reche, que ya fue conseller de Industria en los primeros gobiernos socialistas de la Generalitat, tiene claro que hay que “poner a dialogar” a la masa gris con el tejido productivo. Un 25% de los grupos de investigación valencianos trabajan en el sector de la salud, por lo que hay que llevar ese conocimiento a las empresas. El problema de la demanda está solucionado, reflexiona, puesto que la administración pública es un agente fundamental, más con la pandemia actual.

-Dos preguntas sobre el título del libro y que, para empezar, me puede resumir en un tweet, una de sus especialidades. ¿Qué debemos hacer con el modelo productivo?

-Debemos hacer dos cosas: una es aumentar sustancialmente la inversión en materia gris. A eso se le llama I+D+i. Y dos, igual o más importante. Que ese conocimiento en el cual se ha invertido llegue de manera efectiva y operativa eficazmente al sistema, porque todo no vale.

-Segunda parte del título del libro. ¿Gobernantes avezados? Que no lo son de los nuestros.

 -No son lo suficiente. En España llevamos años con este asunto, que es problema central del desarrollo económico español que se plantea en el texto. No hay otro problema central. Este es el problema que está sin abordar desde el origen de la democracia.

 -Desarrolle el tweet.

 -Está sin abordar. Nunca hemos tenido una estrategia de país a largo plazo. Es decir, no hemos tenido la estrategia económica a largo plazo. Ni con los Pactos de la Moncloa ni en los períodos posteriores. Nunca se plantea. España invierte el 1,2% del PIB en I+D+i. Es una ridiculez.

 -Tampoco la empresa privada.

-El problema es que no se entiende. Es decir, este país no tiene un diagnóstico y mira que tiene muchos economistas. Pero no, no tiene un diagnóstico real de lo que le está pasando a este país. No hay un diagnóstico compartido entre economistas y entre policy makers, la gente que hace política.

 -Reflexiona en el libro sobre que en España siempre se apuesta por reformas laborales para intentar mejorar el mercado de empleo. Pero explica usted que se debe unir la subida de salarios a la productividad. ¿Cómo lo ven los sindicatos?

 -Los sindicatos lo entienden perfectamente. Lo entienden y están apoyando la estrategia de la Agencia Valenciana de la Innovación (AVI) claramente por una razón muy obvia, porque ven la correlación existente entre la productividad media de las empresas en una determinada región, los salarios medios de los trabajadores y la renta per cápita media. Cuanta más productividad, más salarios y por lo tanto más renta.

 -¿Cómo se mide esa productividad?

 -Dedico más de un capítulo a explicar cómo se mide la productividad, porque todo el mundo da por supuesto que eso es un tema muy obvio. O sea, se calcula mal y por tanto no se entiende. La productividad determina tanto el beneficio como el salario. Ambas cosas son su suma. Las empresas que tienen alta productividad pagan altos salarios, no puede ser de otra manera. Y los salarios solo crecen si la productividad crece. ¿Y si hay un empresario que paga salarios menores pese a la productividad? Ahí es donde los sindicatos juegan su papel, evidentemente. Y ahí es donde cabe negociar y negociar. ¿Cuál es el reparto del pastel? Pero una vez que el pastel, digamos, esté definido, lo que no puede ser es, sin saber cuál es el nivel de productividad, exigir salarios o beneficios mayores.

 -En el libro también duda y cuestiona el Salario Mínimo Interporfesional (SMI), porque en otros paises no existe y los salarios son mayores.

Es porque se basan en la productividad. ¿Por qué un empresario va a pagar menos que un salario de supervivencia a un trabajador? A no ser que lo que produzca tenga tan bajo valor añadido que, en fin, es una actividad económica, digamos, dudosa. Si un país tiene empresas que producen basura, por así decirlo, entre comillas, tienes que pagar salarios basura. ¿Puede haber empresarios que aún así, pudiendo pagar más, paguen menos? Bueno, allá ellos, porque lo que está demostrado y creo que a nadie le importa realmente, es que estamos en una economía del conocimiento, se quiera o no se quiera. Y por tanto, si tú quieres tener trabajadores implicados en la empresa y que te aporten valor tienes que pagar lo justo o se van a la competencia.

 -Aborda también la especialización sectorial. ¿Por qué sectores nuevos podemos apostar en la Comunitat Valenciana para parecernos en el medio plazo a Alemania, país que pone como ejemplo?

 -Bueno, pues podemos apostar por actividades para las cuales tenemos capacidad de desarrollar. ¿Y eso cómo se sabe? Pues en la AVI estamos haciendo un inventario exhaustivo del nivel de conocimiento que tenemos. ¿En qué campos? Es decir, qué sabemos y en qué áreas estamos investigando. Tenemos mil y pico grupos de investigación en la Comunitat Valenciana. Tenemos expertos en nanotecnología, en nanofotónica, tenemos expertos en 3D, tenemos expertos en multitud de tecnologías. Sin embargo, el 25% de los investigadores están investigando en salud. Y claro, uno mira al sistema productivo y ve que nosotros no tenemos un sector potente de salud. Sí que tenemos un sector potente agroalimentario, en automoción o en cerámica. Sin embargo, miramos en salud y concluímos que hay mucha materia gris en salud y no tenemos un sector productivo. Debemos apostar por el sector productivo de la salud, porque tenemos capacidad tecnológica y científica, sin ninguna duda del máximo nivel para desarrollarlo. Además, tenemos la demanda, el sector público.

 -Cita en su libro a la economista Mariana Mazzucato, quien es partidaria de que el Estado entre como accionista en empreses tecnológicas para recuperar la inversión en investigación primaria de la que se han aprovechado. ¿Es usted partidario de seguir con el modelo de subvenciones que se ha impulsado en España para la I+D+i o propone ya entrar también en capital de empreses, sea capital riesgo o de otro tipo?

 -No, yo creo que se debe favorecer un mix de la siguiente manera: es necesario establecer incentivos, como los que hemos diseñado en la AVI. Los fallos que había en el sistema de innovación se pueden medir. Por qué en el sistema de innovación los científicos no han conectado nunca con las empresa. No lo han hecho porque los incentivos eran perversos. Y por otra, el tejido productivo ha sido siempre muy pequeño. Y las empreses, o crecen por innovación o no hay otro camino manejable. El tejido productivo no se ha acercado a la ciencia porque la ha visto muy burocratitzada y al revés, la empresa tampoco ha dicho lo que necesitaba. No ha habido nadie que los siente a dialogar. Lo que está cambiando es que el concepto de subvención en general debe exisitir, pero dirigida. Dirigida hacia un modelo de crecimiento sostenible, claramente, sin ninguna duda ya, y de acuerdo con las capacidades tecnológicas, científicas y productivas que tenemos. Porque de lo contrario, sin dirección, no va a servir para nada o acabará en un proyectito que se venderá a una multinacional, que es lo que pasa muchas veces en muchos campos.  Pero junto a eso tiene que haber una gobernanza y una metodología.

 -¿Y respecto a la entrada de los estados en capital de empresas?

 -Entrar en el capital de las empresas en cuanto vea rentabilidad, como quieras. Pero no entremos demasiado en eso porque lo importante es definir las áreas de negocio. Hay que definir las áreas de negocio en este momento de manera orientada al crecimiento sostenible, economía circular, cambio climático... El caso de capital riesgo si aparece bien, pero fijemos las condiciones. Comprar empresas para venderlas al major postor no es una dinámica que nos interese. Nos interesa un capital riesgo arraigado al territorio, para generar tejido productivo.

-Respecto a la compra pública de innovación, que es la clave de su libro, ¿por qué no se hace?

-Bueno, lo estamos haciendo. Ya sé que esto no es como se dice una noticia. Porque nada de lo que pasa en el modelo productivo realmente es noticia. Lo que se quiere es la anécdota. Pero el núcleo duro del problema no interesa mucho a nadie. La compra pública es un contrato al margen de los contratos convencionales, pero dentro de la ley de contratos. Va dirigido al mercado. Ahora estamos ayudando a las consellerias y como agencia estamos ayudando a ejecutar. Pero al año que viene tiramos por el camino de en medio y compraremos innovación, según nuestra estratègia.

-Y optarán por el tema sanitario.

-Uno de los puntos será el tema sanitario. Porque en la salud hay tanto que desarrollar... Estar en manos de multinacionales es un poco ridículo. ¿Tenemos la capacidad tenológica para desarrollarlo y no lo vamos a hacer?

-Vamos a la Agricultura. Siempre se nos acusa de tener una estructura agraria desfasada. ¿Qué podemos hacer para volver a ser innovadores en el sector primario?

-Si empezáramos de cero haríamos extensiones enormes como los americanos. Porque favorecen la mecanización y los costes bajos. No es ese el problema. El problema es que tienes que convivir con lo que ya hay. Y tienes muchas ventajas de valor añadido. Esa estructura de propiedad pequeña, que tiene muchos defectos, tiene ventajas de valor añadido si se valoran otras cosas. Hay un campo que se llama la agricultura de precisión, como los drones, que te puede ayudar a ser muy rentable. Nosotros estamos premiando este tipo de innovación en la agricultura. Porque el bajo precio no es ser productivo, la clave está en añadir valor. Nuestra experiencia cotidiana nos demuestra que el low cost no es lo más demandado.

-En el libro se atreve también con las pensiones. Nadie quiere hablar del tema y usted plantea que las pensiones se financien con la renta.

-Es que da igual. Si tienes unas empresas con mayor valor añadido, tienes mayor capacidad de recaudación. Y puede ser vía Seguridad Social o vía impuestos. Planteo que para financiar las pensiones no solo hay que estar pendiente de la tasa de natalidad. Porque hay que recordar que en los mejores momentos de crecimiento en 2007 teníamos tres millones de parados. ¿No serà que nuestra estructura laboral es estrecha? No tenemos base productiva suficiente para absorber el empleo. La natalidad es importante, pero las pensiones se financiarán con empresas con alta productividad. El problema fundamental está directamente en la transformación del cambio de modelo productivo. Más valor añadido.

-La tranformación del modelo productivo fue un eje fundamental del Consell del Botànic. ¿Qé ha hecho bien el Gobierno valenciano y qué no?

-Para empezar, se hizo bien la creación de la Agencia Valenciana de la Innovación, aunque costó tres años, para a largo plazo cambiar el modelo productivo. Y a largo plazo te digo cuatro años. No más. Hubo muchas medidas importantes en las que no puedo entrar, pero sé que el Botànic dijo que se creara la AVI, se pusiera al presidente de la Generalitat al frente y que a mí me nombraran las Corts. El consenso es que la AVI debe dirigir todo el sistema de innovación, desde sindicatos a CSIC y pasando por la patronal. No encuentras a nadie que no esté a favor de este modelo. Y sé que, en un principio, no se ve lo que podemos hacer, porque el presupuesto es muy pequeño, pero para que te hagas una idea: nosotros tenemos 25 millones y una región geogràfica similar como Dinamarca tiene 1.000 millones de euros para innovación. Cuando un país tiene claro que se debe basar en el valor añadido y en la tecnologia, todo va sobre ruedas. No hay problemes para pagar las pensiones. La primera medida de la reconstrucción no es aumentar el gasto en I+D+i, es duplicar de un año para otro esa inversión. Del 1,2 al 2,4 % del PIB. Porque eso lleva un tiempo. Y a partir de ahí, que funcione, que no funciona.

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