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David Shiner, director y creador de Kooza: “Es el resultado de mis sueños”
David Shiner (Boston, Massachussets, 1953), escritor y director del espectáculo Kooza del Circo del Sol, está convencido de que para ser un payaso tienes que estar “extremadamente loco”. Su historia en el mundo de las sonrisas comenzó hace muchos años, allá por la década de los 80 cuando pisaba las calles parisinas como mimo. “A veces uno crea algo y no sale como hubiera pensado”. No es lo que le pasó con Kooza, el show que acontece bajo la icónica carpa del Circo del Sol, que estará en València hasta el 14 de julio: “Kooza es el resultado de mis sueños, es exactamente lo que quería”.
El primer contacto del payaso con el Circo del Sol se produjo en 1990, cuando actuó en Nouvelle Expérience, uno de los primeros espectáculos de la compañía, que estuvo de gira durante 19 meses por todo Canadá. Según el director, para triunfar es fundamental que el artista “revele su humanidad interior”.
¿Y qué comparten los componentes del Circo del Sol? “Un gran y profundo amor por el público. Y también entre los propios artistas deben respetarse y saber trabajar en equipo porque las grandes performances nada tienen que ver con el ego, el gran arte viene del corazón”, contesta Shiner.
Actualmente, 122 personas y unos 50 artistas internacionales dan vida a un show que pretende ser un viaje para redescubrir los orígenes más íntimos del circo. En Kooza se combina la emoción y las acrobacias con el arte más puro de los payasos. Durante esa aventura, una de las caras principales, El Inocente, conduce al público a un reino cómico de personajes excéntricos donde la música en directo, los trajes, el maquillaje y la interpretación de los artistas, crean un espacio único e inigualable.
Pero para llegar a ese resultado hay que cuidar el máximo de detalles, desde saber coordinarse en un salto acrobático extremo a alimentarse correctamente. Solo unos metros más lejos de la gran carpa amarilla y azul hay otra más pequeña y blanca que pasa desapercibida pero contiene una cocina, un self-services y mesas redondas en su interior, donde los atletas comen todos los días.
Es allí, en el comedor/cocina portátil del Circo del Sol, donde el dramaturgo recibe a los periodistas en su primer día en València. “Pediré paella”, dice. Tres huevos duros, ensalada y un arroz vegano con habichuelas y espárragos son parte del menú de uno de los muchos atletas que acude para coger fuerzas antes de iniciar los calentamientos que darán paso a la función de hoy. “Comen mucho, muchísimo”, apunta el creador.
Otro de los ingredientes fundamentales de este menú es revisar cada paso: “Todos los días tenemos una reunión y hablamos de cómo fue ayer, de cómo lo vamos a hacer hoy, vemos qué funciona y qué no... Al final hemos creado una estructura que da apoyo a lo que necesita todo el equipo”. Así lo confirma el payaso vallisoletano Miguel Berlanga, quien lleva expandiendo el buen humor de Chile a Australia, pasando por otros tantos países: “En València estamos encantados, el público es fantástico, alucinante”.
Entre los sueños de David Shiner está crear otro proyecto para el Circo del Sol, esta vez protagonizado por un payaso “muy solitario y triste” que se enamora de una bailarina en “una especie de cuento de hadas”. “El payaso viaja y descubre su verdadero ser (…) Habrá muchos payasos y bailarines”, avanza. Si sus sueños se convierten (de nuevo) en realidad la gran carpa volverá a València dentro de dos o tres años.
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