Muse: “Queríamos sentirnos de nuevo una banda de rock”
Muse, la banda que hace años preconizara el alzamiento civil contra los gobiernos, vuelve a resultar profética en su último disco, “Drones”, que reflexiona sobre el abuso de la tecnología en cuestiones de seguridad y que presentarán mañana en su actuación en el Festival Internacional de Benicássim (FIB).
“A todos nos gusta sentirnos protegidos y probablemente el mundo sea un lugar más seguro que hace 150 años, pero, por mucho que mejore la tecnología, nunca lo estaremos al cien por cien”, previene a Efe Christopher Wolstenholme, bajista de este trío que completan el vocalista Matt Bellamy y el batería Dominic Howard.
Sus palabras, pronunciadas poco antes de los celebradísimos dos conciertos que ofrecieron en Madrid en mayo, resuenan especialmente ahora, unas horas después del atentado perpetrado en Niza.
“Antiguamente solo tenías que preocuparte por lo que sucedía alrededor. En estos tiempos, el planeta se ha convertido en un espacio más pequeño, con más conflictos entre los gobiernos”, apunta.
No es la primera vez que se anticipan a los sucesos de la actualidad. Ya ocurrió con “The resistance” (2009), cuyo videoclip homónimo fue rodado precisamente en España, en el madrileño Palacio de Deportes, dos años antes del 11-M.
“Es casi escalofriante, porque después de ese álbum, que se centraba mucho en la protesta, empezaron a suceder cosas en países europeos como Grecia y España, una resistencia civil a la forma tradicional de gobernar”, reconoce.
Esta vez el acento de su séptimo disco de estudio, “Drones”, se pone en “los efectos de la tecnología en la especie humana y en la falta de empatía”.
“Cada movimiento que realizamos en este mundo queda registrado de alguna forma cada día. La tecnología ha permitido en los últimos 20 años que captar imágenes sea extremadamente sencillo y no estoy para nada entusiasmado con la idea de que, cada vez que camino por Londres, quince cámaras registren mis pasos”, considera.
En línea con el concepto del disco, quisieron hacer “un álbum que no dependiera tanto de las máquinas, que pasara más por el fruto del talento de un grupo de personas tocando instrumentos en un espacio pequeño”.
“Queríamos sentirnos de nuevo una banda de rock y lo pasamos muy bien”, sentencia Wolstenholme.
Mañana visitarán la localidad castellonense de Benicàssim para participar una vez más en el seno del FIB, alcanzando una cifra redonda de visitas al país, 25 desde el año 2000.
Recuerdan especialmente su primera actuación, que tuvo lugar en el seno del Doctor Music Festival que se celebró en Asturias, cuando su discografía se limitaba a un álbum, “Showbiz” (1999), y su vocalista lucía aún el pelo azul.
“Somos una banda que ha salido mucho de gira, sobre todo por Europa, y que desde nuestro primer disco puso empeño en tocar en escenarios fuera de Inglaterra”, reconoce el bajista, que se ha convertido junto a sus compañeros en uno de los grandes embajadores del llamado “rock de estadio”.
Su última propuesta, que deberá quedar aparcada en el FIB por cuestiones de logística, fue acercarse lo máximo posible a sus seguidores con un formato de 360 grados en el que el escenario se emplazaba en el centro exacto de la pista, en pos de un efecto de “intimidad” en medio de la multitud.
Tras Benicàssim, proseguirán gira con sus drones voladores por países como Francia, Grecia o Turquía, donde actuarán en Estambul, reciente escenario de otro cruento atentado.
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