El hijo del escultor Gerardo Rueda atribuye a una venganza el “caso IVAM”
La declaración de José Luis Rueda en el juicio por la venta al Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) de las obras post mortem del escultor se ha convertido en una disertación sobre el proceloso mundo del arte español, incluyendo filias y fobias así como referencias a relevantes figuras de la crítica. El heredero, en un tono tenso y por momentos incluso altivo, se ha enfrentado a las preguntas de la fiscal. Sus respuestas eran tan airadas que la presidenta de la sección quinta de la Audiencia Provincial de Valencia se ha visto obligada a pedirle que se calmara. El hombre ha llegado a espetarle a la representante del Ministerio Público que le estaba formulando “preguntas ofensivas”. Tras algo más de una hora de declaración, la vista se ha suspendido por la indisposición del letrado de Consuelo Císcar, exdirectora del museo.
José Luis Rueda, para el que la Fiscalía pide una pena de cinco años de prisión como cooperador necesario de un presunto delito de malversación, ha acusado a Vicent Todolí, exdirector de la Tate Modern de Londres, y a Joan Llinares, director de la Agencia Valenciana Antifraude, de haber orquestado una suerte de “venganza” contra su padre, sin aportar más detalles. Tanto Todolí como Llinares han estado históricamente vinculados al IVAM. De hecho, el actual director de Antifraude fue el autor de la investigación interna que destapó las presuntas irregularidades durante la etapa de Císcar al frente del museo. “Han destrozado el nombre de Gerardo y de José Luis Rueda, las esculturas que se vendían a millón y medio ahora cuestan cero”, ha dicho el heredero.
El hombre ha hecho una breve explicación antes del interrogatorio de la fiscal en la que ha querido, “como experto”, distinguir entre obra y copia, dos conceptos que a su juicio se han confundido a lo largo de la instrucción del caso. José Luis Rueda ha asegurado que “el de la Udef” [Unidad de Delitos Económicos y Fiscales de la Policía Nacional] fue a la fundición Capa encargada de la ejecución de las obras post mortem y “dijo que no eran originales porque no vive el artista”. “El de la Udef a lo mejor sabe de temas policiales pero del mundo del arte se le preguntará lo que sabe”, ha afirmado en referencia a la próxima declaración del agente, en condición de testigo, en el juicio oral. “Me enteré por la prensa de que era culpable”, ha apostillado.
El heredero ha asegurado que conoció por primera vez a Consuelo Císcar el 28 de marzo de 1996 durante la inauguración de una muestra de su padre en el IVAM, aunque ha mantenido que no tienen relación profesional o de amistad. José Luis Rueda también ha hecho referencia a otro encuentro con Císcar en Cuenca, localidad en la que Gerardo Rueda pasó parte de su vida y donde fundó el Museo de Arte Abstracto Español, al que también asistió el periodista Pedro J. Ramírez, su entonces esposa Agatha Ruiz de la Prada y los solistas Camilo Sesto y José Luis Perales. Una de las cartas que envió el hijo de Rueda a Císcar, que consta en el sumario, hacía referencia a esa visita a Cuenca como el inicio de la gestión de la donación y venta de las obras del escultor al IVAM.
El hombre, muy dolido por la instrucción del caso (“Yo pesaba 72 kilos y me puse en 190 kilos por la ansiedad”), ha declarado que todos los organismos internos del IVAM en materia de adquisiciones estaban al tanto de que las esculturas eran post mortem. También ha arremetido contra los críticos de arte Tomás Llorens (“mandaba en el mundo del arte”, ha deslizado) y Francisco Calvo Serraller, ambos fallecidos y en los que Consuelo Císcar se amparó para justificar la operación del IVAM con las esculturas de Rueda. El heredero ha afirmado que quienes insistieron en la donación y venta de las obras post mortem al museo valenciano fueron los dos críticos de arte.
“Quien insiste en la operación, y que estaba en el Consejo Rector, era Tomás Llorens”, ha declarado el heredero, quien ha deslizado que, en el caso IVAM, el crítico “dijo la verdad en el 90%” (no ha explicado en qué consistía el supuesto 10% falso restante). “Calvo Serraller también mintió”, ha agregado rodeado por las maquetas de las obras que se exhiben estos días en cada sesión del juicio.
Rueda ha insistido en que fue una buena jugada para el museo; de hecho, asegura que el IVAM aún le debe un millón de euros. Todos los conservadores del museo habrían estado al tanto de la condición post mortem de las obras, tal como declaró en la segunda sesión de la vista el exdirector económico financiero Juan Carlos Lledó. El heredero ha explicado que, tras la propuesta que envió al museo, Consuelo Císcar se puso en contacto con él para decirle que debía pasar por el “Consejo de Compras” (probablemente alude a la Comisión de Adquisiciones del IVAM). También ha asegurado que el precio de la donación y venta lo determina el mercado del arte.
El hombre defiende que siempre ha tenido “autorización expresa” de su padre para elaborar las obras post mortem y ha puesto el ejemplo de las esculturas que mantiene el IVAM en su colección del artista Julio González (Císcar ya ilustró al tribunal sobre la diferencia entre la obra El hombre cactus, hecha en vida del artista, y La mujer cactus, realizada por su herederas tras la muerte de González). Rueda ha enumerado las obras post mortem que tienen el IVAM o el Museo Reina Sofía de Madrid y ha propuesto rebautizar al museo valenciano: “Le llamaría IVAM póstumo Julio González”. Consuelo Císcar sonreía desde su asiento ante la disparatada ocurrencia.
Cuando el heredero de Gerardo Rueda llevaba poco más de una hora declarando, el letrado de Císcar ha sufrido una indisposición que ha obligado a suspender la sesión. Justo antes, José Luis Rueda explicaba que mantiene una “colección de 3.000 antigüedades” de su padre. Asegura que tiene “maldad cero” en este asunto. La tensa declaración se retomará el próximo lunes.
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