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Consuelo Císcar se ampara en los difuntos Tomás Llorens y Calvo Serraller para justificar la compra de copias de la obra de Gerardo Rueda en el IVAM

La exdirectora del IVAM, acompañada por su abogado, a la salida de la Ciudad de la Justicia.

Lucas Marco

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La escena era propia de una obra del surrealismo español. Consuelo Císcar, exdirectora del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM), ha declarado ante la sección quinta de la Audiencia Provincial de Valencia en la primera sesión del juicio por la compra de las obras post mortem de Gerardo Rueda rodeada por las maquetas de las esculturas y por los catálogos del artista. Císcar se enfrenta a una petición de pena de seis años de prisión por parte de la Fiscalía por los presuntos delitos continuados de prevaricación, falsedad y malversación.

En el banquillo de los acusados también se sientan el exdirector económico administrativo del museo Juan Carlos Lledó, que se enfrenta a una petición de pena de cinco años de prisión como cooperador necesario de los mismos delitos y que ya fue condenado por tenencia de pornografía infantil, y el hijo y heredero del artista, José Luis Rueda, al que piden cinco años como cooperador necesario únicamente de un presunto delito de malversación.

Ha sido el letrado Santiago Milans del Bosch, el sobrino del general golpista que ejerce la defensa de José Luis Rueda, quien ha solicitado a los magistrados que se exhibieran las maquetas de las esculturas. La magistrada que preside la vista ha hecho un receso de veinte minutos para que el equipo que acompañaba al hijo del escultor pudiera desembalar las maquetas y colocarlas frente al tribunal. Tras las cuestiones previas, en las que la defensa de Consuelo Císcar ha atacado a la magistrada instructora y la investigación de la Udef, era el turno de la declaración de la exdirectora del IVAM, que se ha limitado a responder a las preguntas de su letrado.

Toda la declaración de Císcar se ha producido rodeada de las maquetas y de los catálogos del escultor Gerardo Rueda en una imagen poco común en los tribunales. De hecho, la presidenta del tribunal ha advertido a la defensa de Rueda de que la Audiencia Provincial de Valencia no cuenta con la “capacidad organizativa” para guardar las obras “con garantía” en la sala. Así, el heredero del artista se ha comprometido a custodiar y desembalar las maquetas en cada sesión del juicio (cuenta con un equipo de “especialistas con guantes de seda”).

La causa pretende dilucidar si la adquisición de las obras post mortem fue por un precio hinchado. La Fiscalía Anticorrupción sostiene que la adquisición de las obras supuso un gasto de 3,4 millones de euros para las arcas públicas. La defensa de Consuelo Císcar, sin embargo, sostiene que las adquisiciones de obras ejecutadas después de la muerte del artista es común en museos de primera línea como el Reina Sofía o la Tate Modern. De hecho, el letrado del heredero del artista, ha pedido en la fase de cuestiones previas que se aporte a la causa el comprobante de adquisición de la venta a un particular de una de las obras post mortem, por valor de 800.000 euros.

Císcar ha sacado pecho sobre su gestión a frente del IVAM, a pesar de su condena anterior mediante un pacto de conformidad con la Fiscalía Anticorrupción en la primera pieza del caso IVAM. La exdirectora del museo considera que su gestión fue “excelente”. Císcar se ha mostrado orgullosa de haber “aumentado el patrimonio de los valencianos” (en donaciones, sostiene, consiguió 100 millones de euros). La declaración de la acusada se ha convertido en una suerte de lección sobre el arte abstracto centrada en la figura de Gerardo Rueda. “Queríamos que fuera otro referente del IVAM”, ha dicho Císcar en referencia al escultor.

La exdirectora del IVAM, en una declaración muy preparada con su letrado, el penalista Juan Molpeceres, ha repetido en varias ocasiones que la adquisición de las esculturas post mortem de Rueda, uno de los artistas favoritos del expresidente Jose María Aznar, fue “auténtica, legal y válida”. “Sabíamos perfectamente que eran obras póstumas, en la escultura se puede tener hasta nueve reproducciones”, agrega Císcar.

La acusada mantiene que el contrato preveía explícitamente que se trataba de obras reproducidas después de la muerte de Rueda. “Fue una operación muy ventajosa para el IVAM, lo decían Tomás Llorens y Francisco Calvo Serraller”, ha dicho Císcar en referencia a sus críticos de cabecera, ya fallecidos. “Se me han muerto todos, lo siento señorías, sólo falta que fallezca yo”, ha apostillado.

La acusada ha remarcado que todos los órganos del museo avalaron la adquisición de las obras sin problemas y sostiene que su papel al frente del IVAM era puramente institucional. “Igual que todos los museos del mundo que tienen obra póstuma de miles de artistas, se consideran auténticas, legales y válidas”, ha abundado Císcar. La exdirectora del IVAM ha ejemplificado su argumentario con las obras post mortem de Julio González, sobre cuya obra el museo construyó su colección permanente.

“El IVAM tiene muchísimas obras póstumas de Julio González y jamás nadie ha dicho que no eran originales, ni válidas”, ha asegurado Císcar, quien también ha incidido en que las herederas de Julio González, a diferencia de José Luis Rueda, no contaban con una “carta del finado” con la autorización y las instrucciones para las reproducciones post mortem. Así, “nunca se han considerado las obras de Julio González ilegales”, ha agregado.

La exdirectora del IVAM ha acabado su lección ante las magistradas con una explicación sobre La mujer cactus, una obra “muy interesante” de Julio González en la que las herederas cambian sus dimensiones tras la muerte del artista, y El hombre cactus, una obra original realizada en vida. Císcar, de 76 años, se ha levantado tras su declaración y, esquivando las maquetas de las esculturas de Gerardo Rueda, se ha sentado junto con su abogado.

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