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Una reconstrucción de los seis días de junio en los que Mónica Oltra pasó de la resistencia a la retirada

Mónica Oltra, en la sede de Compromís, al anunciar su dimisión. / Europa Press

Laura Martínez / Lucas Marco

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De “la presión se aguanta” para que “no gane” la extrema derecha la batalla ideológica a salir del Gobierno para no perjudicar a las políticas de izquierdas. El silencio de sus compañeros, la presión mediática y las palabras del alcalde de València llamando a una reflexión desencadenaron la decisión de dimitir que Mónica Oltra trasladó hizo pública el martes a las 16.30 horas, a las puertas de una reunión de la ejecutiva de Compromís.

Frente a la idea que había expresado el viernes tras conocerse su imputación, el martes la dirigente de Compromís adoptaba una postura de sacrificio para salvaguardar el proyecto político, una idea que veladamente le habían ido trasladando sus compañeros desde que finalizara la rueda de prensa posterior al último pleno del Consell. Aquella comparecencia estuvo centrada en la situación procesal de la entonces número dos del Ejecutivo valenciano, citada a declarar como investigada por la gestión que su departamento hizo de la denuncia de abusos de una menor tutelada por la que fue condenado su exmarido. En ella, Oltra insistió en que no se movería del cargo para no dar alas a la campaña de la extrema derecha que se ha orquestado en torno a la denuncia.

Ese pleno del Consell se desarrolló con normalidad. Sus compañeros de Gobierno no hicieron mención a la imputación y transcurrió la sesión de forma ordinaria. Fuera, en cambio, no se hablaba de otra cosa. Ciertas voces del Pacto del Botánico incidían en que la imputación era el paso lógico tras el escrito del juez instructor, al que en definitiva volverá la causa ya que Oltra deja el acta como diputada y pierde su condición de aforada, pero a su vez apuntaron el malestar existente porque el escenario judicial y el político volvieran a solaparse y empañaran la acción del Gobierno. En los últimos meses se han dado grandes avances en las políticas públicas del Ejecutivo valenciano que han quedado en segundo plano por el escándalo generado a raíz de las acusaciones que planean sobre la exnúmero dos.

Tras la rueda de prensa del viernes se intensificaron los murmullos. En su formación, Compromís, en el resto de partidos del Pacto del Botánico y entre sus compañeros del Gobierno valenciano. Pero no hubo una conversación directa con la vicepresidenta o un “tenemos que hablar” por parte de sus compañeros. Tampoco la llamó el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, con quien la relación se ha ido deteriorando desde finales de la pasada legislatura, como Oltra reveló de forma bastante emocional en su rueda de prensa de dimisión. En medio de ese ambiente, el alcalde de València, Joan Ribó, desencalló el impasse al reiterar en unas declaraciones su apoyo a Oltra, al tiempo que señalaba que en la coalición las decisiones de alto impacto se toman colectivamente e hizo una llamada a reflexionar.

Movimiento entre bambalinas

Mientras en público casi todos los cargos de primera línea de Compromís mostraban su apoyo a Mónica Oltra, entre bambalinas las placas tectónicas de la formación valencianista se movían. Relevantes cargos de la formación intentaron convencerla de que la dimisión era la única solución ante el inquietante panorama judicial. A excepción del diputado Vicent Marzà, exconseller de Educación y coordinador político de Més Compromís, que ha permanecido en silencio todo este tiempo, pero que hace meses que no estaba cómodo con el escenario previsible. Las conversaciones se sucedieron en un segundo plano, entre los asesores o el núcleo más cercano a los dirigentes de la coalición, donde en los últimos seis días fue germinando la idea de una dimisión.

El sábado la coalición celebró un acto en el Jardín del Turia con tinte electoral, que sirvió para reafirmar públicamente la confianza en la dirigente de Compromís. El mitin concluyó con un episodio musical colectivo que en el PSPV y Unides Podem vieron con estupor y rechazo y que provocó una oleada de críticas e indignación hacia la formación valencianista. Tras los bailes en el escenario del acto del pasado sábado, que la mayoría de las fuentes consultadas en Compromís coinciden en tildar de desafortunado e inoportuno, el resultado electoral de las elecciones autonómicas en Andalucía abrió un breve paréntesis mientras se disparaba la inquietud en la formación. 

El centro de las portadas

Durante el fin de semana la vicepresidenta fue el centro de las portadas, de los análisis de radio y de las tertulias televisivas. Se repasó su trayectoria política, se echó mano de la hemeroteca y sus reflexiones sobre las dimisiones políticas fueron objeto de reproche, de una forma tergiversada según indican en Compromís, pues en varias ocasiones Oltra había desligado las imputaciones de las dimisiones, al señalar como motivos para reclamar una dimisión la aparición de grabaciones u otro tipo de pruebas directas. En Madrid, cuentan fuentes del Congreso, la presión de la extrema derecha se había vuelto insoportable y la intensidad mediática resultó clave para forzar la decisión, indican algunos sectores de la coalición.

El lunes amaneció con nuevos intentos de convencer a la líder de Compromís de la conveniencia de dimitir ante la posibilidad de que el presidente Ximo Puig destituyera unilateralmente a Oltra. La coportavoz de Compromís Àgueda Micó ya advirtió a los socialistas que esa decisión supondría una ruptura con graves consecuencias. Mónica Oltra, en una situación política y anímica extremadamente delicada, se resistió alegando que su dimisión sería una claudicación ante la extrema derecha, que ejerce la acusación contra ella, y ante los socialistas valencianos. 

Durante esa mañana se sucedieron declaraciones de dirigentes de Compromís que emplazaban a la coalición a tomar decisiones. Fue de nuevo Joan Ribó quien indicó el camino: Oltra es imprescindible pero eso no evita que haya que reflexionar. “El carácter imprescindible de Oltra no se contrapone con determinadas tomas de decisión que analizaremos mañana”, apuntó el alcalde de València. A él se fueron sumando la consellera de Transición Ecológica, Mireia Mollá, o la portavoz en las Corts Valencianes, Papi Robles. Todos defendieron a Oltra como una parte fundamental del proyecto político del Pacto del Botánico, pero apuntaron que Compromís no es un proyecto personalista.

Mientras, en un acto, el presidente de la Generalitat comenzaba a marcar los plazos a su socio más relevante en el Consell, dándole una semana para abordar la decisión. Y respondía, interpelado por el carácter festivo del acto de Compromís: “No estoy para fiestas”. Ese mismo día, la Policía acudió a la sede de la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas a pedir documentación para la investigación sobre los protocolos de atención a la menor víctima de abusos, por orden del juez instructor.

Fue el martes a mediodía cuando la vicepresidenta tomó la decisión, que su entorno le atribuye únicamente a ella. Si bien a media mañana Oltra anunciaba que no asistiría a la ejecutiva de Compromís convocada esa misma tarde para no interferir en la reflexión, a las 16.30 apareció en la sede de la formación rodeada de su equipo más cercano. Minutos después se convocaba una rueda de prensa en la que trasladaría que dejaba todos los cargos. ¿Qué había pasado? El posicionamiento del alcalde Joan Ribó y de la consellera de Transición Ecológica, Mireia Mollà, de Iniciativa, forzaron a que Oltra reaccionara, según las fuentes consultadas. 

Entre la sorpresa y el terror

Su comparecencia pilló desprevenido a todo el mundo. En la sede de su partido las caras estaban a caballo entre la sorpresa y el terror. En el Palau de la Generalitat desconocían que la decisión se precipitaría esa tarde y la conocieron en directo, según Oltra, para que no se filtrara a medios afines. La televisión pública À Punt no pudo conectar en directo para transmitir una de las noticias más importantes de la política valenciana desde la dimisión de Francisco Camps en 2011 y lo hizo con 15 minutos de retraso.

Las caras, propias de un funeral, lo decían todo. Oltra, visiblemente afectada y enfadada con sus socios de gobierno, aprovechó la comparecencia para ajustar cuentas con el Palau de la Generalitat y con la prensa. Reveló que el último encuentro en privado con el presidente Ximo Puig fue tras el adelanto electoral de las autonómicas del 2019, confirmando así la mala relación personal entre ambos dirigentes, y le reprochó falta de empatía. “No he hablado pero cuando lo haga tampoco lo haré público”, aseguraba Puig este miércoles en plena resaca de la dimisión de Oltra. 

Oltra también dejó un recado sobre la supuesta guerra sucia mediática comandada por el Palau de la Generalitat. Puig mantuvo públicamente un mesurado apoyo a la presunción de inocencia de la vicepresidenta a pesar de que, tras la imputación, la sede de Ferraz se movió para presionar de cara a una dimisión preventiva. Uno de sus asesores más próximos y coportavoz de Iniciativa, Alberto Ibáñez, atribuía la decisión, que “ha ido madurándose” en el tiempo, a una pérdida de confianza progresiva en el PSPV y la “invisibilidad política del Botánico”. “Se ha hablado más de Mónica Oltra que de la investigación a Rajoy”, indicaba Ibáñez en una entrevista en À Punt, en referencia a la presión mediática.

Pese a la dureza de las declaraciones de Oltra, que acusó a los socialistas de conspirar con medios afines para perjudicarla y de no querer hacer políticas de izquierdas, usando su caso como “excusa”, fuentes del Ejecutivo autonómico sostienen que no había intención alguna de comprometer el último año de legislatura. En el Palau de la Generalitat consideraron que la crisis se cerraría rápidamente y esperarían a que Compromís les planteara el nombre de la nueva vicepresidenta, consellera de Igualdad y portavoz del Consell. Esta vez, permitieron que los tiempos los marcara la coalición.

“Guerra sucia” en los tribunales

La líder de Compromís insistió en el supuesto lawfare que ha venido sufriendo por parte de la extrema derecha: el líder de España 2000, que ejerce de abogado de la menor abusada, envió una corona de flores a la sede y ha tuiteado mensajes como “me la voy a follar sin tocarle un pelo”. Oltra aludió a las situaciones que vivieron la jueza Victoria Rosell o el diputado canario Alberto Rodríguez para sustentar esta idea de “guerra sucia” en los tribunales. Este miércoles, Puig criticaba la “instrumentalización de la justicia por parte de la extrema derecha”, y le agradecía a su exnúmero dos que se hiciera a un lado por el bien del proyecto político.

Oltra entró a la sede de Compromís el martes como vicepresidenta y consellera de Igualdad y Políticas Inclusivas de la Generalitat Valenciana y salió dejando atrás sus cargo y su acta de diputada. La causa que la afecta vuelve del TSJ-CV al Juzgado de Instrucción número 15 de Valencia, cuyo titular mantiene investigados a 13 funcionarios de la conselleria y trabajadores del centro de menores. Mónica Oltra, eso sí, no abandona sus cargos orgánicos en la formación valencianista, aunque los tiempos de la justicia no se adecuan al calendario político valenciano. La instrucción del caso continúa, con su previsible declaración ante el juez y con las probables diligencias suplementarias. Compromís comunicó solo 24 horas después de la dimisión de Oltra, el nombre de su sucesora, Aitana Mas.

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