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Cómo afecta al planeta que haya fresón de Huelva en febrero

Fresón de Huelva

Eva San Martín

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“Llevaba muchos años sin vivir en España y, al pasar un tiempo seguido yendo al supermercado, me he dado cuenta de que algunas frutas nacionales, claramente antes de temporada, están disponibles todo el año. ¿Por qué hay en el supermercado fresón de Huelva en febrero?”, pregunta Consuelo, socia de eldiario.es

“Nos hemos habituado a traer fruta del otro extremo del mundo para comer melón todo el año”, sigue. “Pero esto parece otra vuelta de tuerca. ¿Vamos a producir localmente fruta de temporada todo el año?”, reflexiona. 

Aunque pueda sorprender, y muchos relacionen la temporada de la fresa con la época estival, lo cierto es que encontrar fresones de Huelva en febrero no es extraño, “sino perfectamente normal; de hecho, son una fruta de temporada en esta época”, aclara Franco Llobera, de la Sociedad Española de Agricultura Ecológica. 

“Es más: la época de la fresa o del fresón comienza a finales de enero en Huelva, y febrero y marzo son sus meses fuertes”, añade. A partir de abril y mayo, entrarán en el mercado fresas procedentes del norte de España, y también de Holanda y Francia. “Pero ahora, Huelva es el suministrador único de fresón de toda Europa”, aclara el experto en agricultura orgánica. 

Fresa de Huelva: industrial, pero con menos fertilizantes

Además, Consuelo se cuestiona las consecuencias ecológicas que tiene comer una fruta que no sea de temporada para el planeta, “y si influye la obsesión de comprar un producto nacional cuando puede ser incluso menos ecológico” a nivel global. “¿No pierde un poco la gracia no tener que esperar al año que viene para volver a disfrutar de algo tan rico?”, termina. 

Vayamos por partes. Ya hemos aclarado que el fresón de Huelva que vemos ahora en el supermercado es un producto de temporada para Huelva; aunque en enero se cultive en invernadero. Además, los invernaderos de Huelva no son forzados, es decir, no hay que encender la calefacción para que funcionen, como sí ocurre en Holanda. 

Dejando a parte la cuestión del plástico, “no creo que haya que ser fundamentalista en esto”, anota Llobera. Es más: funcionan con el sol natural que calienta el ambiente debajo del plástico. Y, a partir de febrero, con temperaturas más benignas, el fresón de Huelva se cultiva al aire libre. 

De hecho, puesto que su cultivo está dimensionado a la demanda, cerca del 90% del fresón de Huelva tiene el sello de producción integrada. Este sello, diferente al certificado de agricultura ecológica, garantiza que utiliza menos pesticidas. “Y, aunque hay excepciones, esto es una buena cosa para el medio ambiente”, recuerda Llobera. 

De temporada no significada de proximidad

No nos engañemos: esto no implica que sea inocuo para el planeta. Ni mucho menos. “El sector del fresón de Huelva es una máquina de exportación, altamente industrializada”, incide el experto. Y su cultivo está muy alejado de las producciones pequeñas que están apareciendo en distintos puntos de la geografía española. 

Es el caso de la granja familiar de Ana Ruiz y Guillermo Ceresuela, creadores del proyecto Granja Prados Montes, en Montejo de la Sierra, en la Sierra del Rincón, en Madrid. “Nuestro modelo es muy diferente al del fresón de Huelva, nosotros producimos fresa más pequeña y de forma artesanal, integrada en el ecosistema y que crece rodeada de nuestras colmenas; es una producción muy pequeña, en la que solo trabajamos nosotros, y que solo nos da para vender a grupos de consumo cercanos a la granja”, explica Ruiz. 

Es más: el hecho de que el fresón de Huelva esté de temporada, no significa que sea de proximidad. Si vives en Madrid, las fresas de temporada y de proximidad serán, por ejemplo, las de Aranjuez. O las fresas de la Granja Prados Montes. Y estas no aparecen en el mercado hasta mayo. Y si vives en Catalunya, las de la comarca del Maresme. 

Entonces, ¿el fresón de Huelva es malo para el planeta?

Depende de con quién se lo compare. Si lo hacemos con otros productos industrializados sin este certificado de cultivo integrado, gana la fresa de Huelva. Aun así, producir un kilo de fresas de Huelva emite 0,8 kilogramos (kg) de gases de efecto invernadero, según los datos de la Sociedad Española de Agricultura Ecológica. 

Es decir: casi el peso de lo que te comes en CO2. Y parecido a lo que emite comerse un kilo de naranjas de Valencia o un kilo de fresas de Almería. Su impacto procede, sobre todo, del uso de fertilizantes de síntesis

Es decir, nitratos que las bacterias descomponen casi en cuanto llegan al suelo, y que emiten después en forma de dióxido de nitrógeno, un gas con un potencial de efecto invernadero unas 300 veces superior al CO2; mientras que el 18-20% de las emisiones tienen que ver con el transporte. 

Las opciones ecológicas, no los usan; y por eso constituyen una opción mucho más beneficiosa para el planeta. Es decir, si lo que nos importa es el planeta, hay que escoger una fresa de temporada, de proximidad y, además, de cultivo ecológico. 

Eso sí, si vives en Catalunya tendrás que esperar a abril, y si resides en Madrid, tu turno llegará en mayo, junio o julio. “Pero esto puede reducir a una tercera parte las emisiones de gases de efecto que implica comerte un kilo de fresas”, concluye Llobera.

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