Cremas autobronceadoras, ¿qué riesgos implican?

Crema autobronceadora

Cristian Vázquez

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Cuando el verano se marcha, también suele perderse el bronceado que se haya podido obtener durante los meses en que el sol brilla con mayor intensidad y durante más horas del día. Existen, sin embargo, modos de mantener el bronceado en la piel sin necesidad de exponerse al sol.

Se trata de las cremas autobronceadoras, cuya presencia en el mercado se ha incrementado de forma notoria en los últimos años. De hecho, un estudio publicado en 2018 por científicos de Italia y Portugal estimaba que la producción anual de dihidroxiacetona (DHA) -el principal principio activo de las cremas autobronceadoras- había crecido a más del doble en relación con lo que se fabricaba una década antes.

El principal motivo de ese aumento es la mayor concienciación en la sociedad acerca de los riesgos de exponerse a los rayos UVA, tanto si se toma el sol como a través de cabinas para el bronceado. Unos riesgos que incluyen un aumento en las probabilidades de padecer melanoma, cáncer y otros problemas en los ojos, posibles quemaduras y reacciones alérgicas y problemas en el sistema inmunitario, además del envejecimiento prematuro de la piel.

Los autobronceadores representan “una solución fantástica y de gran futuro”, pues “proporcionan un tono bronceado en un tiempo récord y sin dañar la piel”, afirma la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) en un documento de prevención. Explica que, al entrar en contacto con la piel, la DHA “produce una reacción química de oxidación”, que tiñe las células muertas de la capa más externa de la piel. Esas células se eliminan del cuerpo en dos o tres días, debido al proceso natural de descamación.

Posibles riesgos del uso de los autobronceadores

El Comité Científico para la Seguridad del Consumidor de la Unión Europea, en un comunicado de 2010, expresó su opinión de que, sobre la base de los datos disponibles hasta ese momento, el uso de DHA “como ingrediente autobronceador en fórmulas cosméticas, siempre que no supere el 10% de su concentración, no supone un riesgo para los consumidores”.

No obstante, los estudios más recientes generan algunas dudas. El proceso químico que ocurre cuando la DHA se encuentra con los aminoácidos en la piel -conocido como reacción de Maillard- genera “radicales libres altamente reactivos, que pueden atacar las estructuras celulares y degradar las fibras de colágeno y elastina, favoreciendo el envejecimiento prematuro de la piel y la formación de arrugas”. Así lo explica el citado estudio de científicos italianos y portugueses, publicado hace dos años en la revista especializada Chemistry Open.

Ese proceso, además, es acelerado por la radiación solar. Los mismos investigadores explican que en una piel sobre la que se ha aplicado algún autobronceador, al exponerse a los rayos del sol, el número de radicales libres que se generan puede aumentar en más de un 180% en comparación con otra que no haya recibido ningún tratamiento.

Otro efecto negativo -añaden los autores del trabajo- es que el uso de una crema típica a base de DHA “atenúa la formación de vitamina D inducida por la luz solar”. Y todavía hay más: los ya mencionados radicales libres podrían inducir daños en el ADN. Esto se debería a una alteración significativa del microambiente celular, debida no tanto a la aplicación de las cremas sobre la piel, sino a posibles inhalaciones, aplicación sobre mucosas o a través de pequeñas heridas.

Por lo tanto, el mayor riesgo estaría dado no tanto por las cremas como por los autobronceadores en aerosol, que pueden alcanzar con mucha mayor facilidad esas zonas sensibles. De todos modos, los especialistas enfatizan que hacen falta nuevas investigaciones para comprender los “complejos eventos metabólicos” que la exposición al DHA puede inducir.

Recomendaciones para la aplicación de las cremas autobronceadoras

Más allá de esos posibles riesgos, el uso de estas cremas (también comercializadas como geles o toallitas) se sigue considerando una forma mucho más segura de broncear la piel que la exposición directa al sol. Para evitar otros posibles riesgos y aprovechar al máximo su eficacia, se recomienda también seguir una serie de consejos.

1. Revisar el etiquetado de la crema

Como informa la OCU, muchas cremas autobronceadoras completan sus fórmulas con ingredientes que van desde derivados del petróleo (parafina líquida, petrolatum), alcohol, fragancias (que pueden ser alergénicas) y conservantes como los parabenos, que también pueden ser de riesgo para la piel y también para el medio ambiente. Prestar atención al etiquetado del producto es clave para evitar estos posibles contenidos.

2. Evitar las zonas sensibles

Es fundamental respetar las instrucciones de aplicación incluidas en el producto y, como ya se ha mencionado, tener cuidado de no inhalar la sustancia y evitar su contacto con las mucosas. Por lo tanto, no se debe aplicar sobre los labios y hacerlo con mucho cuidado en las zonas cercanas a la nariz y los ojos.

3. Exfoliar la piel

La exfoliación de la piel se recomienda sobre todo para eliminar el exceso de células muertas que puedan permanecer sobre la piel. De este modo, aumentará la eficacia de la crema autobronceadora y se reducirá el riesgo de que el color que la piel adquiera quede desparejo, con unas partes más claras y otras más oscuras. Esto resulta especialmente importante en las zonas de piel más rugosa, como los codos, rodillas y tobillos.

4. Mantener la piel hidratada

La hidratación de la piel también es fundamental. Si es deficiente, las zonas de piel más seca absorberán más crema autobronceadora que las mejor hidratadas, y el resultado será, también en este caso, una coloración irregular. Para mantener la piel bien hidratada es esencial, por supuesto, beber suficiente agua, y también pueden ayudar las cremas específicas para ese fin.

5. Recordar que no protege contra los rayos UV

La gran mayoría de estas cremas no incluyen filtros UVA y UVB, y por ende no protegen de las radiaciones solares. Por ello, se aconseja el uso de protectores solares del mismo modo que si no se hubiera utilizado ningún método de autobronceado. O más aún, teniendo en cuenta los mencionados posibles riesgos que pueden surgir de la combinación de la radiación solar con la DHA en contacto con la piel.

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