No, el té tunecino no es igual que el marroquí: este ingrediente secreto le da un plus

té tunecino

Adrián Roque

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El té a la hierbabuena es uno de los símbolos más reconocibles del Magreb. Marruecos lo convirtió en una bandera cultural, Argelia lo extendió como ritual diario y Mauritania lo elevó casi a ceremonia. Pero en esa misma geografía hay un país que decidió salirse del guion y darle un giro dulce, untuoso y sorprendente a un clásico compartido: Túnez, donde el té nunca llega solo. Llega con piñones.

No es un capricho moderno ni una variación gourmet. Es tradición pura. En Túnez, el té no se concibe sin ese puñado de piñones flotando en el vaso, listos para absorber parte del dulzor y dejar un bocado suave que contrasta con el amargor del té verde. Un pequeño gesto que cambia por completo la experiencia.

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Para entender por qué el té tunecino es distinto, conviene recordar en qué consiste la base común. Hablamos de una infusión fuerte de té verde, aromatizada con hierbabuena fresca y cargada de azúcar. Es digestiva, tonificante y, sobre todo, una forma de hospitalidad. Donde hay té, hay bienvenida.

En Marruecos o Argelia, la ceremonia está marcada por el arte de verter desde cierta altura y por un sabor fresco y dulce. En Túnez la esencia es la misma, pero el momento del servicio cambia: antes de que la infusión repose, los vasos ya esperan con una pequeña ración de piñones crudos en el fondo.

El resultado es sencillo pero brillante. Los piñones se hidratan ligeramente, mantienen su textura y aportan un bocado cremoso que convierte la bebida en algo más cercano a un pequeño ritual gastronómico. Para muchos tunecinos, si no hay piñones, no hay té.

Cómo se prepara el auténtico té tunecino con piñones

Aunque la tetera metálica decorada es la forma tradicional de prepararlo, no es imprescindible. Lo esencial está en el orden de los ingredientes y en no quemar la hierbabuena.

Ingredientes por persona:

  • 1 vaso de agua
  • 1 cucharadita colmada de té verde
  • Un manojo pequeño de hierbabuena fresca
  • 6 piñones crudos (o alguno más, que nadie en Túnez se queja de un extra)
  • 1 cucharadita colmada de azúcar

El método tradicional:

Primero se calienta el agua aparte. La hierbabuena y el té verde se colocan en el fondo de la tetera. El agua, una vez hervida, debe reposar apenas unos segundos antes de verterla: demasiado caliente y la hierbabuena pierde aroma; demasiado tibia y la infusión no se desarrolla.

Mientras tanto, cada vaso ya tiene sus piñones esperando. Tras dos o tres minutos de reposo, se sirve el té y los piñones flotan, listos para dar textura al primer sorbo.

Es una receta humilde, rápida y cotidiana. Pero también una de las formas más sencillas de entrar en contacto con la cocina tunecina desde casa.

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