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Las tres razones por las que lo niños pequeños deben llevar gafas de sol

Foto: Boudewijn Berends

Marta Chavarrías

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Cada año, con la llegada del verano, son numerosos los mensajes que nos llegan sobre la importancia de protegernos de las altas temperaturas y de los rayos del sol. No solo la piel es una de las partes del cuerpo que necesita especial mimo durante estos meses. Los ojos también deben protegerse, y los de los niños de manera especial porque son más sensibles. “El cristalino del ojo de los niños de menos de 10 años deja pasar más del 75% de la radiación ultravioleta”, advierten desde el Colegio Oficial de Ópticos-Optometristas de Andalucía (COOOA).

Pese a la importancia de hacerlo, un destacado porcentaje de padres no protege los ojos de sus hijos. En concreto, “el 25% de los padres no toman las precauciones necesarias”, según el Colegio de Ópticos-Optometristas de Galicia. Apuntan que el principal motivo para no hacerlo es, sobre todo, el desconocimiento sobre las consecuencias que esto puede tener en un futuro. 

Las tres principales razones por las que poner gafas de sol a un niño

Para los expertos, el uso frecuente de gafas de sol durante la infancia y hasta los 16 años aproximadamente pueden reducir de manera significativa riesgos de sufrir daños a largo plazo como lesiones corneales y conjuntivales, cataratas prematuras, degeneraciones de retina o Pterigion, un crecimiento anormal de tejido que puede afectar a la córnea y que produce irritación ocular y una sensación de un cuerpo extraño en el ojo. 

En cambio, si no se protegen los ojos de los más pequeños los riesgos de que se produzcan problemas como fotoqueratitis y fotoconjuntivitis a la larga son más elevados. Por todo ello, y por estas tres razones siguientes, es aconsejable que los niños se protejan los ojos:

  • Como hemos visto, la lente cristalina de los niños es más susceptible a la radiación ultravioleta. Por tanto, el ojo infantil tiene mayor riesgo de daño UV. 
  • Puede ayudar a prevenir algunos problemas oculares relacionados con estos rayos en un futuro. El daño de los rayos ultravioleta se acumula con el tiempo, por lo que cuanto antes se comience a proteger los ojos del sol menor será el riesgo de futuros problemas oculares (es aconsejable empezar a partir ya de los 6 meses puesto que antes no deben exponerse al sol).
  • Durante el verano hay más horas de luz y los niños pasan más tiempo al aire libre y se realizan más actividades de montaña o en la playa. Todo ello aumenta el tiempo de exposición solar. 

¿Cómo deben ser las gafas?

Tal como recomienda el Colegio Nacional de Ópticos-Optometristas (CNOO), “los niños deben usar gafas de sol homologadas porque el ojo de los más pequeños resulta más vulnerable que el del adulto”. El uso de gafas homologadas es importante siempre, y en el caso de niños y adolescentes el hecho de que cumplan la normativa esta importancia es aún mayor.

Un aspecto que debe tenerse en cuenta, porque las gafas de sol no están catalogadas como producto sanitario, sino como equipo de protección individual (EPI), lo que significa que pueden encontrarse en una importante variedad de establecimientos. 

Pero no todas las gafas que se encuentran en el mercado son adecuadas ni ofrecen las mismas garantías de protección para los ojos. Si no cumplen con las mínimas exigencias en cuanto a filtros solares, se producirá la falsa sensación de protección, y esto puede llegar a ser más peligroso incluso que no llevar gafas. 

Es prioritario tener en cuenta aspectos como:

  • Las gafas no deben ser de juguete porque la misión no es la de jugar con ellas, sino de protegerse los ojos.
  • Deben estar homologadas y llevar la marca CE (Conformidad Europea) como estándar mínimo de calidad. Los expertos aseguran que es mejor no ponerse unas gafas que no se sabe si cumplen con los requisitos porque suponen un riesgo importante para la salud visual.
  • Adquirir las gafas en un establecimiento sanitario de óptica en el que un profesional pueda asesorarnos e indicarnos qué tipo de gafas se adecua más a nuestros hijos. 
  • Las gafas deben cubrir todo el frente de los ojos para evitar que se filtre la luz solar por la parte superior. Cuanta más piel esté cubierta, menos exposición a los rayos UV alrededor de los ojos. Además, deben ser cómodas porque, si no lo son, no se usarán.
  • Deben tener el nivel de filtro UV apropiado, como mínimo de 3. Los números de filtro (0, 1, 2, 3, 4) indican la cantidad de absorción lumínica visible, luminosidad, no de absorción de radiación. Van de menos absorción (0), a más absorción (4). La categoría 3 es óptima para usar en condiciones de luminosidad bastante alta (primavera, verano, playa y montaña) y tienen una capacidad de bloqueo de entre un 82% y un 92% de luz.
  • Los colores del cristal marrón, gris o verde son los que menos alteran los tonos naturales.
  • Es preferible que, como van dirigidas a niños, las gafas sean hipoalergénicas, flexibles y resistentes
  • Las gafas deben adaptarse al estilo de vida activo del niño, por lo que son recomendables lentes de policarbonato, resistentes a los golpes y a prueba de arañazos. 

Si bien todo ello cobra especial importancia durante los meses de verano, no significa que deban tomarse las mismas precauciones los 365 días del año, y también en días nublados.

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