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Moción de censura constructiva a medias

Pedro Sánchez, durante el debate de la moción de censura el 31 de mayo de 2018.

Javier Pérez Royo

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Desde que se configuró la mayoría absoluta que aprobó la moción de censura contra Mariano Rajoy que hizo presidente del Gobierno a Pedro Sánchez han pasado infinidad de cosas. Y sin embargo, el reloj político sigue dando la misma hora que dio ese 2 de junio de 2018. De una manera muy distinta, ya que, con la excepción de PNV y Bildu, no hay ninguna otra formación política que no haya experimentado cambios de una envergadura más que notable. Tanto en el interior de cada una de ellas, como en las relaciones de cada una con las demás. Todos los actores políticos activos en 2018 son distintos a los actores de 2020. Pero el “equilibrio político” entre todos ellos sigue siendo el mismo. 

Vista con perspectiva histórica, el éxito de la moción de censura de 2018 supuso lo siguiente:

1º El fin del proyecto político que se puso en marcha con la refundación de AP como PP en 1989. Tras la disolución de la UCD fundada por Adolfo Suárez y la ocupación de la mayor parte del espacio representado por dicho partido centrista por AP presidida por Manuel Fraga, el centro derecha muy escorado hacia la extrema derecha tendría que hacer una travesía del desierto que se prolongaría toda la década. Poner fin a esa travesía y articular un partido de centro derecha con opciones de convertirse en el partido de Gobierno de España sería el objetivo del nuevo PP. Daría un primer paso importante en las elecciones municipales y autonómicas de 1991, se quedaría a las puertas de La Moncloa en las generales de 1993, tendría un éxito notable en las elecciones europeas de mayo de 1994 y un éxito extraordinario en las municipales y autonómicas de 1995. Y conseguiría por fin llegar a la presidencia del Gobierno en las generales de 1996, aunque de forma menos brillante de lo que esperaba. 

Hacia mediados de los noventa del siglo pasado José María Aznar había conseguido convertir al PP en el partido político que ocupaba todo el espacio a la derecha del PSOE. No en Catalunya y País Vasco, pero sí en el resto de las “nacionalidades y regiones” que integran España. La derecha competía electoralmente como un todo unitario. Con nuestro sistema electoral, ese monopolio representativo de la derecha era decisivo. 

Hasta las elecciones europeas de 2014, las municipales y autonómicas de mayo de 2015 y las generales de diciembre de ese mismo año, el PP se mantuvo como representante prácticamente único de todo el espacio a la derecha del PSOE. En esos dos años empezó a producirse la quiebra de esa posición de monopolio. El PP continuó siendo el primer partido del sistema político español, porque el deterioro del PSOE se había producido a partir de 2011 con una intensidad extraordinaria y de manera definitiva. Pero esa condición de primer partido no lo convertía automáticamente en el partido del Gobierno. Desde mayo de 2014 y, sobre todo, desde diciembre de 2015, el PP no ha tenido mayoría de gobierno. La mayoría anti-PP no ha dejado de estar presente ni un solo momento desde 2015 en el Congreso de los Diputados.

Las circunstancias de la crisis de la Constitución Territorial en Catalunya hacían imposible que esa mayoría pudiera expresarse en positivo y de ahí que Mariano Rajoy volviera a ser investido presidente del Gobierno en 2016. Tuvo una mayoría de investidura como consecuencia de la abstención del PSOE, pero no una mayoría de gobierno. Únicamente podía mantenerse en la presidencia, si la mayoría parlamentaria que tenía en contra no podía expresarse “constructivamente”, como exige la moción de censura regulada en el artículo 113 de la Constitución.

La sentencia de la Audiencia Nacional sobre el “caso Gürtel” posibilitó que esa mayoría parlamentaria pudiera expresarse constructivamente, consiguiéndose de esta manera poner fin al Gobierno que presidía Rajoy. De rebote, Pedro Sánchez se convertiría en presidente.

El éxito de la moción de censura de 2018 certificó el fin del proyecto unitario de la derecha española que puso en marcha José María Aznar desde la presidencia del PP. Desde el triunfo de la moción, la fragmentación del proyecto ha ido a más. Ya no hay una derecha, sino varias derechas españolas políticamente organizadas. La representación política de todo el espacio a la derecha del PSOE por un solo partido parece cosa del pasado. Todavía no se ha empezado a prefigurar siquiera un nuevo proyecto. En este terreno 2020 sigue siendo 2018.

2º El proceso que llevó a la aprobación de la moción de censura dejó en evidencia que las izquierdas españolas tampoco tienen mayoría suficiente para ser el Gobierno de la Nación. En eso no se diferencian de las derechas. El PSOE puede sustituir al PP como primer partido parlamentario y el conjunto de los partidos de izquierda puede superar en número de votos y escaños al conjunto de los partidos de derechas, pero no reúnen el número suficiente para poder gobernar.

En lo que sí se diferencian las izquierdas de las derechas es en que no tienen el rechazo de los demás partidos con representación parlamentaria. Las derechas tienen los escaños propios y nada más. Todos los demás están en contra de manera radical. Las izquierdas pueden encontrar colaboración más allá de su propio espacio. Esto es lo que se evidenció en 2018 y se sigue evidenciando en 2020. Desde la perspectiva de la mayoría posible para la formación de gobierno, no ha cambiado prácticamente nada. Los ciudadanos siguen votando en 2020 de manera sustancialmente similar a como lo vienen haciendo desde 2015. Y con ese ejercicio del derecho de sufragio únicamente las izquierdas pueden formar Gobierno.

La única incógnita que queda por despejar es si los partidos de izquierda podrán conseguir la agregación de todos los partidos de las nacionalidades y regiones con representación parlamentaria para poder pactar primero y ejecutar después un programa de Gobierno, que, por un lado, se aprobó ya en la sesión de investidura tras las elecciones de noviembre de 2019, pero que, por otro, es obvio que tiene que ser sustituido por otro distinto tras el impacto de la COVID-19.

Esto es lo que se va a comprobar en la elaboración y discusión de los Presupuestos Generales del Estado para 2021. En unos meses lo veremos.

La probabilidad de que las derechas intenten boicotear la discusión presupuestaria es muy alta. En el debate y votación del Proyecto de Ley de Presupuestos se va a decidir si hay legislatura o si tenemos que volver a las urnas. Ese va a ser el momento de la verdad de la “mayoría de censura” de 2018  y de la mayoría “investidura” de 2020. Hasta ahora lo único que hemos sabido que se ha podido configurar una doble mayoría de investidura. Queda por ver si es posible configurar una “mayoría de Gobierno”.

Hasta ese momento, la censura y la investidura habrán sido operaciones negativas, de exclusión de un proyecto de dirección política del país, pero no positivas, de definición e implementación de otro distinto. No se puede dejar pasar mucho más tiempo antes de hacerlo.

De alguna manera en 2020 seguimos donde nos situamos en 2018. Así no se puede seguir. Al paso que se dio en 2018 tienen que seguir otros, que todavía no se han dado. Lo que se hizo a medias en 2018, tiene que hacerse por completo en 2020.   

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