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Sobre este blog

Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.

El 'Pinochet de África'

Wolfgang Kaleck

Desde el último lunes de julio, el 'Pinochet de África', el antiguo dictador del Chad, Hissène Habré, se tiene que presentar como imputado ante un tribunal penal extraordinario en la capital de Senegal, Dakar. Se le reprochan decenas de miles de asesinatos políticos y torturas durante su mandato que duró ocho años, en los años ‘80. El proceso es una novedad: por primera vez un antiguo jefe de estado africano se tiene que personar ante un tribunal africano por crímenes contra la humanidad.

En Latinoamérica este tipo de procesos han tenido lugar desde los ochenta: los represores de Argentina, Jorge Videla; Perú, Alberto Fujimori; Uruguay, Juan María Bordaberry; y Guatemala, Efraín Rios Montt, fueron condenados y contra Augusto Pinochet se investigó en Chile. El arresto de Pinochet el 16 de octubre de 1998 en Londres también les dio a abogados defensores de los derechos humanos del Chad, de los Estados Unidos y de Francia el impulso, en nombre de aproximadamente 4.500 víctimas de Habré, para buscar justicia ante tribunales en África o Bélgica. El principio de justicia universal o de jurisdicción universal permite la persecución penal de crímenes contra los derechos humanos más allá de las fronteras, en caso de que exista impunidad en el estado donde se cometieron los crímenes.

Después de 1998, supervivientes del Chad en todo el mundo se esforzaron junto a sus abogados por impulsar procesos penales ante todo en España, Bélgica, luego también en Francia, Italia y Alemania. Pero dado que en la mayoría de los países el principio del proceso justo exige la presencia del denunciado, y Habré había huido a Senegal, los esfuerzos jurídicos pronto se concentraron en ponerlo allí ante un tribunal. Durante más de quince años las víctimas y los abogados lucharon contra la falta de voluntad política y la corrupción. Ahora ha dado por fin comienzo una vista oral histórica.

Habré apuesta ante el tribunal a la misma estrategia que Saddam Hussein o Slobodan Milosevic: niega su competencia y solo se deja someter con fuerza policial como denunciado. En el segundo día se tuvo que suspender el proceso, porque los abogados de Habrés, según sus indicaciones, se negaron a comparecer. El tribunal entonces solicitó nuevos defensores para Habré, quienes tienen ahora 45 días para iniciar con el tema. Luego el proceso debería seguir con su funcionamiento normal. El mundo de 2015 es otro que el de después de la Segunda Guerra Mundial: jefes de estado y militares son demandados cada vez más, aunque lamentablemente no siempre, por sus crímenes. Con ello aumenta la legitimidad de los tribunales nacionales e internacionales. El argumento tu quoque (tu también), es decir, la objeción de que solo los vencidos terminan ante una corte de justicia, a pesar de que los vencedores cometieron crímenes parecidos, argumento que ya los criminales de guerra nazis esgrimieron erróneamente, queda sin efecto.

Mucho depende del debido curso del proceso, ante todo, por supuesto, para los afectados directos, pero también para el continente africano y para la justicia penal internacional. Si un tribunal senegalés es capaz de hacerle un proceso justo al antiguo dictador de un país vecino, esto podría marcar la pauta para otros tribunales de la región. Políticos criminales que se quejan de una justicia mundial colonial e imperial podrían ser denunciados en el propio país o en un país vecino. Puede que hasta que se alcance ese punto deba recorrerse un largo camino, pero con el proceso de Habré en Dakar se ha dado un comienzo.

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