Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.
Contrapoder cumple un año
Hoy Contrapoder cumple un año. Desde el post de presentación del 19 de enero de 2014, en el que lanzábamos la propuesta y explicábamos sus líneas centrales, hemos publicado más de 260 artículos, suscritos por los miembros del consejo editorial y por una extensa y creciente red de apoyo, que ya alcanza más de 60 firmas. Hemos superado nuestras expectativas tanto en artículos y colaboradores como en visitas y lecturas. Así pues, vaya por delante nuestro profundo agradecimiento a quienes hacéis posible Contrapoder: colaboradores, lectores y, por supuesto, al equipo de eldiario.es, que desde el primer momento confió en este proyecto y lo acogió con los brazos abiertos.
Han sido numerosos y muy variados los temas abordados en el blog. Desde los atropellos al Estado de derecho típicos del gobierno del Partido Popular en España hasta las violaciones al derecho internacional y a los derechos humanos que se llevan a cabo por países como Israel o Estados Unidos en lugares como la Palestina ocupada y América Latina, pasando por la constatación y análisis de los perversos efectos de las políticas de austeridad impulsadas por la Troika, la pérdida de derechos laborales, las denuncias contra la impunidad y la corrupción o, también, la demanda de más y mejores formas de participación ciudadana en los asuntos públicos.
Más concretamente, hemos realizado análisis críticos de la coyuntura política y hemos tratado asuntos como la abolición del principio de jurisdicción universal, el papel de bloqueo en la defensa de derechos ciudadanos jugado por la ley de amnistía, los lamentables estados de excepción que suponen hoy los Centros de Internamiento de Extranjeros, los derechos de los migrantes y de otros colectivos en situación de vulnerabilidad, los atentados gubernamentales contra el principio constitucional de progresividad fiscal, la distribución territorial del poder en España, la cuestión universitaria, la memoria histórica, el problema de la vivienda, la criminalización de la protesta, la represión creciente de los delitos de opinión, las nefastas consecuencias que nos aguardan de suscribirse el TTIP, las garantías procesales o casos judiciales que han determinado la actualidad política española, como el de Elpidio Silva o el de Bárcenas.
Para tratar de estos temas Contrapoder ha contado con numerosos y solventes colaboradores, cuya lista completa no puede reproducirse aquí por razones de espacio. Y también ha gozado de la valiosa contribución, respaldo y apoyo de dos importantes organismos: el Observatori de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de Barcelona y el European Center for Constitutional and Human Rights.
Bajo todas nuestras entradas transcurre una línea común: la defensa de una cultura jurídico-política comprometida con los derechos humanos, la igualdad material y la democracia radical. Estos puntos son la seña de identidad de Contrapoder. Consideramos, además, que son irrenunciables para cualquier proyecto político que se reclame emancipador de los pueblos y garante de la dignidad de las personas. Todas las voces que desde el activismo político, la lucha social, la académica o la práctica profesional aporten su grano de arena para la consecución de estos objetivos han tenido, tienen y tendrán siempre espacio en Contrapoder.
Para nuestro país la propuesta de Contrapoder ha sido desde un principio la de una ruptura democrática con el desvencijado sistema político vigente. Partimos del convencimiento de que para superar la coyuntura crítica actual no bastan reformas epidérmicas; se precisa un cambio sustantivo de orientación política y, llegado el caso, la apertura de un proceso constituyente que conduzca a la instauración de un nuevo Estado, más garantista, democrático y transparente. En efecto, la crisis económica no ha hecho sino poner de manifiesto en toda su crudeza una profunda crisis institucional que ya venía arrastrándose desde hace años. Una crisis que encuentra una de sus causas principales en la forma como se desarrolló el proceso de transición que se puso en marcha en el ocaso del franquismo y se constitucionalizó en 1978. Además de silencio y olvido con relación a las víctimas de la represión franquista y sus derechos, la Transición nos proporcionó un sistema político con importantes “líneas rojas” impuestas por los sectores provenientes de la dictadura. Nos trajo un régimen monárquico, bipartidista, reacio a los mecanismos de la democracia directa, con visibles reluctancias confesionales, pronto rectificado en sentido centralista, poco dado a la protección de los derechos sociales frente a los embates del capital y muy tolerante con la corrupción de su clase política.
Tras más de cuarenta años de desarrollo -o de falta clamorosa de desarrollo de sus vías más progresistas-, hoy comprobamos cómo el vigente texto constitucional es incapaz de evitar su vaciado y de ofrecer herramientas para salir de esta crisis y proporcionar un marco jurídico e institucional adecuado para el futuro. Mientras sus costuras -no sólo las territoriales- saltan por los cuatro costados, PP y PSOE (es decir, los principales sostenedores del “régimen del 78”, junto con la impagable colaboración de sus ocasionales pero siempre interesados socios nacionalistas vascos y catalanes) insisten en enrocarse en su defensa. El PP, negando que sea necesaria cualquier reforma o, a lo sumo, apelando a la necesidad de un hipotético “consenso” similar al de 1978 para introducir cualquier modificación en el texto, algo que, llegado el caso, este mismo partido imposibilitaría. El PSOE, anunciando con fuegos de artificio una propuesta de reforma en algunos puntos pero, a la hora de la verdad, sin explicitar con claridad ni su alcance real ni su procedimiento.
Desde Contrapoder creemos que justo en esta coyuntura se van a decidir las bases políticas e institucionales que determinarán el futuro del país. Por eso sentimos la necesidad de crear este foro de análisis y debate, con la finalidad de aglutinar las intervenciones críticas que, desde el derecho, la universidad, los movimientos sociales o el compromiso político, reclaman una rectificación sustantiva de nuestro último decurso histórico en un sentido de mayor democracia, mejor garantía de los derechos y de extirpación de las prácticas corruptas que nos asolan.
Apostamos en este sentido por un Estado republicano; federal con derecho a decidir de las naciones que lo integran; laico; volcado en la protección real de los derechos; presidido por la democracia participativa, la separación real de poderes, la transparencia política y la rendición de cuentas; y garante de la igualdad de género y los derechos sociales. Esta es la propuesta que lanzamos desde este modesto espacio, que no pretende ser otra cosa que un punto de encuentro entre todas las voces que apuesten y quieran contribuir a la conquista de este tipo de Estado.
En las próximas semanas iréis viendo algunos cambios en Contrapoder. Más espacios, más contenidos y, por supuesto, más colaboraciones. Pero nuestro proyecto estaría siempre incompleto si no contara con los comentarios, sugerencias y aportaciones de quienes nos seguís y leéis. Y a vosotros os preguntamos: ¿qué haríais para mejorar Contrapoder?
Sobre este blog
Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.