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“Vi a mi padre salir de una alcantarilla con 23 millones de pesetas, y me dije: yo un día tengo que atracar un banco”

'Flako', durante la entrevista con la máscara de silicona que usa cuando le hacen fotos.

Iñigo Sáenz de Ugarte

“Las alcantarillas no huelen tan mal”, escribe Flako en el libro 'Esa maldita pared', publicado por Libros del KO. De eso sabe mucho, porque ha visitado muchas de las que hay en Madrid, preferiblemente las que están en las inmediaciones de bancos. Flako –un apodo para su segunda vida fuera del delito– se dedicaba a robarlos por el método del butrón. Todo lo aprendió de su padre. 

En prisión, comenzó a escribir la historia de su vida. El cineasta Elías León Siminiani le convenció para convertirla en el documental 'Apuntes para una película de atracos', que fue nominado a los premios Goya. Al final, su trayectoria acabó cuando un policía reventó un cristal lateral del coche en el que iba a escapar después de un atraco frustrado. Segundos después, estaba esposado. Hoy está en libertad condicional con un empleo más legal y una máscara para las fotos, porque haber sido ladrón y que te reconozcan nunca es un plus en una entrevista de trabajo. 

En el libro sale varias veces la palabra 'expropiaciones' para referirse a los atracos de bancos. ¿De dónde viene la costumbre de usar esa palabra?

Eso alguna vez lo decía mi padre. Era una forma coloquial en vez de decir atracar o robar.

¿La mejor película de atracos que haya visto?

Me gusta mucho la de Ben Affleck, 'The Town'. Me veo diferente en que los tíos salían a quemar el dinero, llevaban una vida que ni trabajaban, menos Ben Affleck que sí trabajaba en la cantera, era el que parecía más discreto. Me gusta bastante 'Me llaman Bodhi', con Keanu Reeves.

¿Cómo empezó a escribir? Obviamente, en la cárcel hay mucho tiempo libre.

Cuando entré en prisión, estuve tres días en un módulo normal, y luego me trasladaron a un módulo de aislamiento porque la noticia salió en prensa y televisión, y me acusaban de ser el jefe de una banda de atracadores que llevaba actuando 15 años.

Estaba todo un poco engordado por la policía.

Éramos una banda que si pones una película de Pajares y Esteso y nos ves a nosotros, dices: si es que son los mismos. Éramos chavales de barrio, gente normal, que no teníamos una oficina con tías bombásticas, champán. Empiezo a escribir porque en el módulo de aislamiento estás encerrado al principio 21 horas. Me aplicaron un artículo que es observación de conducta y me tienen encerrado 21 horas. Si le quitas ocho horas de dormir, te quedan 13 horas encerrado en una celda.. Al principio, escribía con mucha rabia por todo lo que estaba pasando, la prensa había ido a mi casa, habían dicho cosas de mí que no eran verdad. Hacía listas con lo que yo podía haberme equivocado para que me hubiesen detenido y luego me daba el punto y hacía planos para volver a ir a robar cuando pudiera de la rabia que tenía. 

¿Cuándo es el momento en que decide contar su historia desde el principio?

Cuando empecé a escribir, empecé desde que nací. Empecé 'en el 84 nací, mi padre se dedicaba a atracar bancos, mi madre era ama de casa', así. Todo seguido. Incluso pedí a mi mujer que me mandase una vida laboral para poder acordarme de fechas, le pedí a mi madre que me contase cosas para poder enlazar una cosa con otra. Luego apareció a los siete meses Elías, el director del documental, cuando yo ya tenía escrito bastante. La fase de rabia pasó a ser más en plan si este tío va a hacer un documental, voy a seguir escribiendo. La rabia perdió un poco de fuerza. Cuando yo le pasé el manuscrito con sus tachones, Elías me dijo 'tío, tienes una historia, tienes que seguir escribiendo'. Me pasó libros, los leía y yo utilizaba la misma estructura para contar mi vida. 

Está claro en el libro que su padre tuvo una influencia muy fuerte, personalmente y luego en su carrera. Queda claro que le debía mucho, pero también tenía su lado oscuro porque podía ser violento. ¿Se planteó contarlo todo en el libro, dejar cosas fuera?

Lo de mi padre debía estar en el libro porque si no, es muy difícil entender por qué llegué hasta ese punto. A mí no se me ocurre un día meterme en una alcantarilla. Lo hago porque, dos meses antes de cumplir 16 años, veo a mi padre salir de una alcantarilla con 23 millones de pesetas, y me dije: hostias, yo un día tengo que atracar un banco, que haga esto un tío de 1,60, delgadito, con estos cojones, es algo increíble.

No era sólo por el dinero. 

Claro, la emoción, el sentirte grande, vivir bien. Se hizo una mezcla en mi cabeza en la que pensaba: joder, mi padre es un grande. Estaba mal lo que estaba haciendo, pero yo no lo veía tan mal. Era un niño joven, tenía dinero, moto, novia, discotecas...

¿En esa época, tan joven, el peligro era un plus o un riesgo?

Como yo estaba bajo la sombra de mi padre, yo lo veía como mi protector. Quizá por eso no veía el peligro. Pasaba muchas horas con mi padre, porque me sentía muy seguro con él y con todos sus amigos. Iba por Vallecas y la gente me saludaba, 'mira, ese es el hijo del Peque'. Yo sentía la protección y por eso me olvidaba del peligro, que lo había y mucho. 

¿Cuándo surgió el apodo de Flako? ¿Al escribir el libro?

Con el documental. Lo buscó Elías. A la entrada de la prisión de Extremera, a la derecha hay una especie de corral vallado con un muro en el que pone 'Flako, Libertad“. Estábamos buscando un seudónimo para poder llamarme de alguna manera en el documental y así empezó todo.

¿Hay un modelo de banco perfecto para realizar un atraco como los suyos?

Los bancos que se suelen atacar por el procedimiento del butrón tienen que tener sótano para que el pozo de registro del edificio pertenezca al local del banco. Es casi imposible fallar. Cuanto más grande sea el sótano, las probabilidades suben al cien por cien. Existen medidas de seguridad pasiva, por ejemplo, que un banco tenga unas cristaleras enormes sin persianas ni cortinas, y que luego tengan un búnker para protegerse. Con las cristaleras, la gente te ve desde la calle. Si un banco abre a las ocho y cuarto de la mañana, y el retardo de la caja fuerte te lo ponen a las ocho y media, si entras, tienes que esperar a que abra el banco y vas a abrir la caja fuerte junto a los empleados y los clientes. Otro riesgo más. 

En el libro no aparece mucha violencia. Nadie pierde la cabeza en un atraco. Escribe que entrega a alguien una pistola que está cargada pero no montada y lista para disparar. ¿Cómo se mide ese riesgo?

Se corre un riesgo enorme. Tengo que decir que yo iba con pistolas de verdad. Yo estoy pagando llevar armas de fuego de verdad. Tanto en la época de mi padre como la mía, siempre intentamos tener el lema de que nosotros no somos asesinos. Somos ladrones. Y los ladrones roban y se van. No montan una guerra ni estamos dispuestos a matar a nadie ni nada parecido. Igual en alguna ocasión, se puede gritar más o amenazar más fuerte.

Sí hay un riesgo bastante elevado de que pueda salir mal, pero siempre se intenta controlar. Sí que es verdad que en el banco de la calle Alcalá 74, que estoy condenado por ello, hubo unas lesiones, pero bueno, lo siento. Fui condenado yo solo por ese delito, aunque había más personas robando el banco conmigo, no voy a decir quién fue. Como estoy pagando por ese banco, yo soy el responsable. 

¿Cuáles son las cualidades que se exigen para atracar por el método del butrón?

No tener claustrofobia, que nos ha pasado alguna vez que hemos llevado a alguien, ha visto el agujero y ha dicho 'yo ahí no entro', y luego que no seas asquerosito, porque vas a estar entre mierda, pis, caca, cucarachas, ratas, tampones, tampax, bastoncillos, fideos, olores raros, telarañas... 

Pero en el libro dice que las alcantarillas no huelen tan mal como la gente cree. 

Claro, el tópico de que algo huele a alcantarilla es porque huele a caca, humedad, etcétera. Pero cuando estás ahí abajo estás en calles que tienen un poco de pendiente y corre bastante el agua. El agua arrastra un poco de aire, y ese aire no tiene un olor a mierda. Suele ser olor a suavizante, una mezcla de humedad. Sí que hay olor a mierda cuando el agua está estancada, que ocurre pocas veces. Vamos, es un olor que se puede soportar. 

Gracias a las lavadoras que echan restos de detergente o suavizante.

Claro. Vas por un sitio y ves que sale de los tubos agua de color azul o rosa del suavizante.

Hay algunas galerías que están secas la mayor parte del año a menos que haya una tormenta. 

Sí, hay galerías que vas andando, te metes a la izquierda y te encuentras unas escaleras que suben. Ese tramo de escaleras estará seco. Empiezas a bajar y a bajar y a coger la calle. El tramo desde las escaleras hasta que empieza a haber edificios en la superficie está seco. Si cae una tromba de agua, se llena. Hay galerías en que las bolas de toallitas están colgadas del techo. Quiere decir que el nivel de agua ha subido hasta arriba. Bajar abajo cuando está lloviendo es peligroso, no se baja. 

Será el momento de mayor peligro.

Cuando entré en prisión, tenía una obsesión y era mirar siempre el tiempo. Y era porque nosotros con lluvia no bajábamos. Una de las primeras veces que bajé nos cogió agua allí abajo y pasamos un rato bastante desagradable. Tuvimos que esperar 16 horas para poder salir. 

¿Las ratas son tan pasivas como cuando están arriba? ¿Son más agresivas abajo?

A mí no me ha mordido una rata. Yo no las he visto agresivas y he visto unas cuantas. Una vez en la zona de Cuatro Caminos nos metimos en una galería que estaba cortada. Ese día se me pusieron los pelos de punta. Yo no había visto tantas ratas en mi vida. Pero no suelen ser agresivas. Las alumbras con la linterna, se ponen de pie y se van.

¿Cómo se orienta uno ahí abajo?

Yo me orientaba con un plano callejero. Lo único es que tienes que moverlo cuando avanzas. Vas con el plano por una calle. Si giras a la izquierda, tienes que girar el plano a la izquierda. Tienes que tener mucho sentido de la orientación, porque debes contar con puntos de referencia en la superficie, por ejemplo, esquinas de calles en las que haya una lavandería o pozos cerca de un banco donde puedas echar tornillos y luego poder buscarlos (para orientarse).

Uno se orienta a través de las salidas de agua, porque la estructura de la ciudad se repite con algunas diferencias bajo tierra.

Exacto. Sí es verdad que las galerías en el subsuelo no van por la acera. No vas debajo de la acera. Hay sitios que sí. Hay otros que no y van por el centro de la calle. 

La policía sabe que los subterráneos son uno de los puntos vulnerables en la ciudad. Pero no puede estar en todas las zonas.

En primer lugar, el butrón es un método que muy poca gente utiliza, usar el alcantarillado para acceder a un banco o joyería. Luego, la red de alcantarillado es tan extensa que es muy difícil cubrirla, y tú juegas con el factor sorpresa. Yo por la misma tapa por la que puedo acceder a la zona de Chamberí puedo llegar hasta Alonso Martínez, hasta San Bernardo o Guzmán el Bueno. Si un tipo atraca en la calle a un banco, le puede seguir un helicóptero, pero por abajo no pueden. 

En cuanto a los compañeros de banda, existe el estereotipo que dice que si alguien está metido en atracos de bancos, puede ser gente peligrosa de la que no te fías aunque estén en tu banda. 

No es así.

En el libro aparecen como simples colegas de trabajo.

En los butrones por alcantarilla tiene que haber varias personas. Por ejemplo, la persona que se queda arriba en la superficie, te tienes que fiar de ella al cien por cien. A la hora de entrar, yo abro la tapa y él me cierra, pero a la hora de salir es él quien va a ver qué es lo que hay en la superficie, porque yo no veo nada. No tienen por qué ser agresivos. Es más, a mí la persona que me abría la tapa era un trozo de pan. Bueno, había sido portero de puticlub y tal, pero era un chaval normal. Uno de los compañeros que tenía en la época de mi padre era como una thermomix. Le marcabas lo que tenía que hacer y él lo hacía a pies puntillas. No fallaba.

El libro puede parecer un buen curso de FP para butroneros, pero en realidad todo es más difícil. 

Es mucho más complejo. La gente igual piensa 'yo compro una lanza térmica y atravieso el muro'. Pues nada, compra una lanza térmica y luego dile a tu familia que te compre un ataúd porque si sales de ahí o si te encuentran, vas a salir con la patita estirada. En prisión me ha pasado que sabían mi historia y me decían 'jo, pues yo tengo un amigo que también hacía butrones por las alcantarillas'. Mira, tu amigo te ha contado una mentira, porque si estás en ese mundo, has tenido relación con mi padre, con Ricardo o con alguien que ha tenido relación con Ricardo o conmigo. Es que no hay más. 

Entonces en la cárcel hay muchos presos que exageran sobre sus méritos.

Sí, sí, sí. Eso está a la orden del día. Cada día hay uno de esos.

¿Cómo valora el trabajo de los policías que le detuvieron?

Tuvieron suerte. Tengo entendido que todo empezó con un chivatazo. Claro, si estás jugando un partido y el árbitro va a favor de..

Pero un chivatazo forma parte de las reglas del juego.

Sí, claro. La policía tiene sus confidentes, sus medios, y ellos intentan investigar, y lo que no consiguen por ahí, lo consiguen por un chivatazo que les viene por arte de magia. El trabajo de los policías... Bueno, es que hay alguna cosilla por ahí que... sí que fueron profesionales porque lo supieron hacer bien, sin que nos diéramos cuenta, nos pincharon los teléfonos, nos pusieron una cámara y veían cómo subíamos y bajábamos de las alcantarillas. Yo, es que esto no lo puedo contar... puedo decir que podían haber trabajado un poco más limpio. Lo hicieron todo bien pero dejaron ahí una mancha que... que... la policía es así.

A veces ellos juegan duro.

Hubo un tema, cosas que pasaron en mi casa que es mejor no tocarlo.

Está claro en el libro que le gustaba robar. Ahora tras publicarlo y el documental, tiene otra vida.

Por supuesto.

Sobre el peligro de reincidir, ¿es como dejar de fumar o beber? ¿Siempre existe esa tentación?

Eso siempre hay. El otro día iba por la Avenida de la Albufera, en mi barrio, Vallecas, pasaba por la puerta de un banco y se acercaron dos señoritas y un chico a la fachada y se metieron al banco, y eran las 8 y 21 de la mañana. Saqué el móvil y lo primero que hice fue mirar la hora. Y pensé: igual hace cinco años yo ya estaba dentro y estos son los que hubiese cogido. Las tentaciones siempre las hay porque aunque uno quiera alejarse de ello, si vas al barrio de un primo o amigo y te dice: hombre, Flako, qué pasa, sé un golpe de no se qué. Tranquilos, que yo estoy retirado, les dices. Si sabéis contar, conmigo no contéis.

Pasas algún día por una alcantarilla y se te van los ojos, pero yo no puedo permitirme alejarme de mi hijo otra vez. Vender droga no es tan llamativo como hacer butrones por las alcantarillas. Si me meto en la alcantarilla, la policía va a tirar de mí, no les va a hacer falta ir al archivo y buscar entre 200 fotos. Gente como yo hay muy poca. 

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