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Entrevista

Alberto San Juan: “Me encanta lo que hago, pero trabajar 12 horas al día es una puta mierda”

Alberto San Juan viaja en un loco blablacar a las órdenes de Álex de la Iglesia

Javier Zurro

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Parece raro que el cine de Álex de la Iglesia no hubiera contado hasta ahora con Alberto San Juan. El actor tiene una extraña vis cómica que hace que sus personajes puedan resultar tan despreciables como atractivos. Lo demostró con sus primeros papeles en cine, como el canalla de Airbag o el taxista casposo pero encantador de El otro lado de la cama; y décadas después le siguen ofreciendo esos papeles que le van como un guante. Hasta cuando sus apariciones son casi anecdóticas se come todo, como pasaba con su personaje en Loco por ella o en la serie Reyes de la noche (curiosamente se trataba de dos periodistas con pocos escrúpulos). 

Ahora es el director de El día de la bestia quien confía en su torrente de comicidad en El cuarto pasajero, un título que hace parodia de Alien pero sustituyendo la nave espacial por un viaje caótico en BlaBlaCar. Una comedia romántica pasada por el filtro de De la Iglesia, es decir, caótica, excesiva y hasta sangrienta. San Juan coincide con Ernesto Alterio, con quien ya demostró química en El otro lado de la cama, y aquí se reparten las cartas humorísticas de una película hecha y pensada para arrasar en taquilla y que llega a los cines este viernes.

Pero hay mucho más Alberto San Juan, que vive un momento dulce de su carrera. Acaba de rodar Balenciaga, la ambiciosa serie de Disney+ a las órdenes del trío de directores de La trinchera infinita (Jon Garaño, Jose Mari Goenaga y Aitor Arregi), sigue interpretando a Lorca en el teatro, y dentro de un mes llegará su adaptación de Lectura fácil, la novela de Cristina Morales, cuyo alter ego, Crispina Modales, de momento no ha escrito ninguna columna en contra del proyecto como sí hizo con la serie de Movistar+ que también se estrenará próximamente.

¿Ha viajado alguna vez en BlaBlaCar?

No, nunca lo he hecho. Pero viajes compartidos sí que he hecho, infinitos.

¿Cómo le llega el guion de la película?

Recibí una llamada de Álex de la Iglesia un día y me dijo, “Alberto, voy a hacer una película y quiero que seas uno de los protagonistas. Es para dentro de un año, ¿qué te parece?” Y yo le dije, “pues que me acabas de hacer feliz y ya te digo ya que sí”. Luego me mandó el guion y me encantó.

Dijo que sí antes de leer el guion pero algo vería en él después.

Por el cine que hace Álex de la Iglesia no me hacía falta el proyecto para decir que sí de antemano. Pero luego lo que vi es una comedia que me hizo reír mucho durante la lectura del guion. Si me manda ese mismo guion un director desconocido, después de leerlo, también hubiera dicho que sí.

Es una película que se nota que es de Álex de la Iglesia, es una comedia romántica pero es terrorífica de algún modo. ¿Ese sello se notaba también en el guion y rodando?

Yo creo que sí. Le da a sus películas un sello personal e inconfundible. Mientras rodábamos, él decía que esta es su primera comedia romántica, pero lleva su sello. Le gusta mucho la sangre, los personajes mezquinos y miserables pero también entrañables. Todo eso está en la película.

Los tres personajes masculinos están siempre creando máscaras y capas para aparentar e intentar encajar de alguna forma.

Sí, es cierto. Yo no lo había leído así, pero sí que Julián, mi personaje, está intentando aparentar una cosa ante el personaje de Blanca Suárez y él no es así. Todos lo hacemos, la mayoría de los humanos para sobrevivir a la vida en sociedad lo que hacemos es disfrazarnos. Nos disfrazamos de algo que nos parezca que pueda ser aceptable por el resto.

La mayoría de los humanos para sobrevivir a la vida en sociedad lo que hacemos es disfrazarnos, Nos disfrazamos de algo que nos parezca que pueda ser aceptable por el resto

Alberto San Juan Actor

Ninguno de los que están en ese coche está contento con su vida, ¿es algo inherente al ser humano, el descontento?

Álex, que es un personaje bastante interesante en sí mismo, tiene una lectura pesimista del ser humano. Cree que el ser humano no tiene remedio y que hay que quererlo así, pero que es deleznable. Álex siempre presenta seres deleznables que por algún motivo te despiertan un cierto cariño. Es lo que hay, a alguien hay que querer. Y si todos somos deleznables y a alguien hay que elegir, en alguna medida todos tenemos algo deleznable. Quizás eso tenga que ver con su gusto por la ciencia ficción y los monstruos, porque si extremamos lo deleznable de nosotros cada uno tendría su monstruo. Álex no olvida que cada uno tiene su clown aunque también haya hecho una película en la que los payasos son asesinos e insoportables. Creo que él ve a la humanidad como un grupo de miserables, entre los cuales a veces se producen excepcionales momentos e instantes de amor, y ambas cosas están en sus películas. Me parece que en eso reside parte de su potencia.

Últimamente le han dado papeles cómicos con ese punto de canalla encantador. Pienso en los secundarios de Loco por ella o Reyes de la noche, ¿por qué cree que le ven a usted para ese tipo de papel?

Pues igual debería hacer un personaje totalmente desagradable para alejarme de lo encantador (risas). Pero sí, por ejemplo, el tipo de Loco por ella era muy deleznable.

Pero siempre le echaba ese punto de jeta cómico suyo.

Puede ser. El tipo de Los reyes de la noche era un jefe que ejerce de jefe así que… Mira, te voy a hacer una confesión. Me dijeron en la serie que una posible referencia para ese personaje sería Juan Luis Cebrián. Aunque Juan Luis Cebrián daría para mucho más, para una serie como Succession. Esto no viene a cuento, pero mi padre, el dibujante Máximo, trabajó en El País. Desde el número cero en 76 hasta 2004, cuando lo echaron. Mi padre no está vivo, y era una persona muy discreta y no lo contaría, pero yo no lo soy. Mi padre me decía que una vez Juan Luis Cebrián le dijo que para dirigir un periódico tienes que saber ser un hijo de puta. La frase no sé si es exactamente esa, con esas palabras, pero el sentido de la frase sí era exactamente ese. Quería decir que en un periódico hay veces que tienes que dejar los sentimientos aparte. Esa es la referencia que me dieron. Yo no estoy de acuerdo en absoluto, pero bueno.

Usted entonces está más con lo que decía Kapuściński, que para ser buen periodista hay que ser buena persona. ¿En el mundo de la interpretación también lo cree?

Voy a contestar que puede haber malas personas que son buenísimos actores, pero creo que los mejores actores, los que a mí más me gustan, estoy convencido de que son buenas personas. Y habrá actores fantásticos que sean seres mezquinos. Para ser actor lo más importante es saber escuchar y eso tiene que ver con saber ponerse en el lugar del otro, con saber empatizar. Eso tiene que ver con una tendencia al bien en un sentido ético.

Estrena película, acaba de terminar de rodar Balenciaga, en breve llega una nueva obra de teatro que adapta Lectura fácil, de Cristina Morales… ¿Cómo ve su carrera en este momento?

Muy bien. Es un muy buen momento en el sentido de que me ofrecen mucho trabajo y no tan bueno en el sentido de que han coincidido en el tiempo varios trabajos cuya dimensión hubiera exigido tener la cabeza solamente en uno de ellos, pero no puedo hacerlo porque estoy en varios. A mí no me gusta trabajar tanto. A ver, me gusta mucho. Amo mi trabajo, amo el teatro, amo el cine, amo la interpretación, pero no amo trabajar 12 horas al día. O sea, eso me parece una puta mierda. Me canso, de verdad. Es que aunque estés pintando la Capilla Sixtina y lo disfrutes muchísimo. Que a Picasso le gustaba estar todo el día dibujando, pintando, esculpiendo… pues estupendo, pero a mí no me gusta estar 12 horas al día interpretando. Y lo amo, pero también amo no hacer nada y creo que mi salud física y mental exige no hacer nada. Y llevo un año donde estoy haciendo, claramente, demasiado con la excusa ante mí mismo de que todo lo que hago son cosas que me encantan. Así que menos mal que el 18 de noviembre ya se estrena Lectura fácil, porque si no…

¿Cómo está siendo esa adaptación? Desde fuera parece un poco un salto mortal.

Bueno, eso es a finales de noviembre. Lo que acabo de estrenar ahora es Lorca en Nueva York, con una obra que llevamos ya una temporada entera en el Teatro Bellas Artes (Madrid), haciéndola todos los lunes al mes e iniciamos nuestra segunda temporada. La hago con cuatro músicos y la obra incluye poemas de su libro Poeta en Nueva York y un relato autobiográfico de su experiencia en esa ciudad.

Puede haber malas personas que son buenísimos actores, pero creo que los mejores actores, los que a mí más me gustan, estoy convencido de que son buenas personas

Alberto San Juan Actor

No sé si se enteró de la polémica de San Sebastián en torno a la adaptación de Lectura fácil en forma de serie. ¿Ha leído Cristina Morales su adaptación?

No solo la ha leído, sino que colabora en la obra. Cristina tiene una compañía de teatro y danza llamada Iniciativa Sexual Femenina y están colaborando en el montaje, entendiendo que es una versión libre. Quizá cuando esté montado el resultado no le guste, y no es tan grave. Ella aceptó trabajar en las coreografías, pero sabe que yo tengo la última palabra como adaptador del texto. A mí me parece que [la directora de la serie] Anna R. Costa, una vez que ha comprado los derechos de Lectura fácil, puede hacer lo que le dé la gana con ella. Yo creo que hace una versión mucho más libre que yo.

Otra cosa es si a una le duele las formas. No sé, no me meto. ¿Pero qué más da lo que opine Cristina Morales de la adaptación de la novela? O sea, yo espero que le guste la obra, a mí me encantaría, pero si no le gusta qué le voy a hacer. Esta obra es otra cosa que parte de su libro, pero es otra cosa. Todo es una obra artística. Era conocida la aversión y el rechazo de Juan Marsé a las versiones cinematográficas que se hacían de sus novelas y, sin embargo, seguía vendiendo los derechos. Me parece muy bien que los venda y muy bien que lo critique. Y si yo soy el director de una adaptación de la novela de Juan Marsé, pues diré que muy bien, que qué le vamos a hacer. Creo que la opinión del autor de la novela en la que está basada una serie o una obra de teatro no tiene mayor importancia.

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