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El 'boom' de los libros políticos de actualidad, ¿moda pasajera o tendencia cultural?

Pedro Sánchez en una edición de la Feria del Libro en Ponferrada

Miguel Ángel Villena

Manual de resistencia (Península), el libro recientemente publicado por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha provocado más comentarios públicos por el famoso cambio de los colchones del palacio de La Moncloa que por los debates o los análisis de fondo que pueda suscitar. Redactado por la periodista Irene Lozano y publicado en plena precampaña electoral, este recorrido por los convulsos últimos años del líder socialista se ha convertido en uno de los títulos más vendidos de la temporada. Ahora bien, la repercusión de esta obra sirve al editor Gonzalo Pontón, con cuatro décadas de experiencia en libros de ensayo a sus espaldas, para diagnosticar el fenómeno.

“Se ha hablado más del colchón”, comenta, “que de las cuestiones de fondo. Es decir, este tipo de libros coyunturales que incluyen por supuesto una avalancha de títulos sobre el procés catalán son obras efímeras que producen una enorme llamarada y un mes después han quedado reducidas a cenizas. De algún modo pertenecen más al género del cotilleo que al ensayo sobre las claves y las reflexiones profundas de nuestra democracia. En una palabra, nada tienen que ver con el libro político de fondo que apenas despierta interés en este país donde salen muchos analfabetos de las universidades”.

Estas ácidas y rotundas opiniones de Pontón, uno de los editores de más prestigio y Premio Nacional de Ensayo en 2018 como autor, definen muy bien las líneas divisorias entre los títulos destinados a un público amplio y generalista, por un lado, de los libros que buscan intervenir en la actualidad y que suelen resistir apenas unas semanas en las librerías.

De todas maneras, resulta evidente ahora mismo que títulos como La España en la que yo creo (La Esfera de los Libros), de Alfonso Guerra; Yo confieso (Roca), de Mikel Lejarza y Fernando Rueda; No a la impunidad (Debate), de Baltasar Garzón; o libros escritos al alimón por periodistas y políticos o jueces (casos de Enric Juliana y Pablo Iglesias o de Ignacio Escolar y Joaquim Bosch); o el aluvión de obras sobre el procés o sobre la irrupción de los populismos y la extrema derecha, se han convertido en muchas ocasiones en auténticos éxitos editoriales.

La periodista y gestora cultural, codirectora de Ingenio de Comunicación, Eva Orúe lo tiene muy claro al afirmar que “los editores tienen la nariz levantada para intuir lo que se está cociendo y no cabe duda de que hoy el libro político vende”. “En ese sentido”, añade, “se encargan o se aceptan libros de actualidad porque están de moda y responden a una sociedad cada día más politizada desde la crisis de 2008. Ahora bien, cabría aclarar que muchos de estos títulos buscan más la toma de partido y la identificación del lector que la explicación de las claves. Se podría decir que el lector busca libros que le den la razón en una tendencia parecida a la de las redes sociales”.

Una efervescencia que “recuerda a la Transición”

En cualquier caso, basta dar una ojeada a los escaparates y los estantes de las librerías para darse cuenta de que, en efecto, el libro político de actualidad vive de nuevo una edad dorada. Tanto Eva Orúe como la editora Blanca Rosa Roca o los responsables de Antonio Machado, una librería de referencia en Madrid, destacan que desde la Transición de finales de los setenta y principios de los ochenta, este género no experimentaba una efervescencia tan grande como en la actualidad.

“Creo que estamos viviendo un aumento de la politización que recuerda a la Transición”, manifiesta Blanca Rosa Roca, cuya editorial presta especial atención al libro político, “y está claro que asistimos a un final del bipartidismo con la implantación de nuevos partidos y con el conflicto de Catalunya al fondo. Todo ello genera sin duda un interés social que se traduce en más demanda de libros políticos”. A pesar de que no existen datos desagregados sobre los géneros, dentro del bloque de libros de no ficción, la percepción en el sector apunta a que este boom comenzó con la crisis económica y con la aparición de Podemos en el panorama político.

Sin embargo, hasta qué punto se trata de una moda pasajera representa una pregunta más difícil de contestar. Al frente de una editorial joven y volcada en el ensayo como Capitán Swing, Daniel Moreno alerta sobre un posible hartazgo de los lectores. “Hubo cuatro o cinco años muy boyantes para este tipo de libros”, dice, “pero creo que las obras sobre populismo o los efectos de la crisis, por citar dos ejemplos, ya no se venden tan bien. Desde nuestra editorial preferimos optar por un tipo de ensayo a medio camino entre el texto universitario y la alta divulgación porque pensamos que en ese modelo existe un nicho de mercado y un público fiel”.

A falta de estudios rigurosos o de datos desagregados sobre el libro político, la gente del sector se muestra dubitativa sobre la tipología de los lectores de política y sostiene que depende básicamente del personaje, tanto si se trata de memorias/biografías como si está escrito más en clave de reportaje o de análisis. Sin embargo, más allá de la lógica de que los lectores de derechas compren las memorias de José María Aznar y los de izquierdas, el libro de Pedro Sánchez, parece una opinión compartida que el público mayoritario de estos títulos supera los 40 años de media.

En otro aspecto, supone un dato bastante confirmado que los hombres suelen leer en nuestro país más obras de ensayo (política, economía, historia…) que las mujeres, que se decantan más por la narrativa. En cuanto a los autores se dividen en tres categorías básicas: los políticos, los periodistas y los profesores. Si bien las dos primeras profesiones siempre han escrito este tipo de libros (mayoritariamente en formato de memorias en los casos de los gobernantes), la aparición de jóvenes profesores con presencia frecuente en las televisiones supone una novedad en los últimos años y ha fomentado el aumento de textos de divulgación y de actualidad firmados por expertos universitarios. Sería el caso, entre otros, de los profesores agrupados en el colectivo Politikon.

Buena conocedora de la cultura francesa, la periodista y gestora cultural Eva Orúe recuerda con ironía que en el país vecino suele decirse que aquel que no ha escrito un libro no puede llegar a ser presidente de la República. Podría señalarse que en España ocurre exactamente al revés, ya que los mandatarios (y no todos) suelen ajustar cuentas una vez han recalado en la jubilación. No obstante, la todavía escasa atención hacia el género memorialista en nuestro país se traduce en que políticos de primera fila como Felipe González, bien sea por pereza o por pudor, no hayan escrito sus memorias. Desde la añoranza y la visión crítica Gonzalo Pontón se pregunta: “¿Podemos citar políticos de la talla de Manuel Azaña, que escribió unos magníficos diarios, en las últimas décadas de España? ¿Hemos tenido o tenemos gobernantes de la categoría de Winston Churchill o François Mitterrand que dejaron testimonio literario de sus años en el poder?” Las respuestas quedan en el aire.

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