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El mito de Sísifo o la ley de la selva, un viaje a la filosofía de 'Cowboy Bebop' a través de sus tripulantes

Cowboy Bebop

José Antonio Luna

Es el año 2071 y la vida en la Tierra ya no existe. Un accidente destruyó la Luna, el único satélite natural del planeta, y provocó que hombres y mujeres se lanzaran a la conquista espacial por el Sistema Solar. La humanidad sobrevivió, pero no fue a cambio de nada. Las diferencias entre clases se acentuaron y las personas se han convertido en mano de obra esclava de las empresas, las cuales aprovechan la decadencia para sacar tajada económica. Solo impera la ley del poder y la del capitalismo, un viejo sistema que pervive a pesar de los años.

En medio de todo el caos aparecen cazarrecompensas que intentan sobrevivir como pueden, vagando por el espacio en busca de criminales a los que echar el lazo para ganar unas monedas. Spike Spiegel, Jet Black, Faye Valentine, Ed y Ein son cinco de ellos, y también los protagonistas de una de las series más icónicas de la historia de la animación: Cowboy Bebop.

El anime creado en 1998 por el japonés Shinichirô Watanabe sigue siendo, a día de hoy, una obra indispensable por múltiples razones (a pesar de que recientemente haya sido eliminada de Netflix). Muchos de los motivos son abordados en Réquiem por un vaquero espacial: el universo de Cowboy Bebop (Héroes de papel), un exhaustivo análisis del periodista Francesc Miró que repasa desde sus múltiples referencias de la cultura pop hasta sus reflexiones filosóficas sobre el peso del pasado.

“Ninguna serie captó como lo hizo Cowboy Bebop lo que podría ser entendido como 'western espacial'. Y ninguna lo hizo con la elegancia de Watanabe, gracias a un estilizado trabajo en la comprensión de la acción y a una más que icónica banda sonora repleta de jazz”, explica el autor a eldiario.es. Las referencias a la blaxploitation, los guiños a la nouvelle vague, la herencia del noir… La historia de Spike se ha significado como un cóctel de referentes culturales que ha marcado un estilo presente hasta en producciones como The Mandalorian.

Es en los personajes donde recae el peso argumentativo. A medida que descubrimos a los tripulantes también conocemos un poco más de la serie y de nosotros mismos, espectadores incapaces de pasar impasibles ante los temas planteados. Aun así, no todo el elenco afronta los conflictos de la misma forma. Cada uno de ellos representa, a su manera, un modo de ver la vida. Subamos a bordo de la Bebop para comprobarlo.

Faye Valentine

Faye es probablemente la que peor lleva lo de vivir en el 2071. Pertenece al siglo XX, pero la congelaron y despertó de su letargo artificial sin comprender del todo dónde se encontraba. No entiende los cambios tecnológicos y ni la vida de una época en la que no encaja.

“Lo de Faye es curioso porque cuando despertó de la criogenización, la bella durmiente conoció al que creía que era su príncipe azul. Pero resultó ser un gañán que la traicionó a la mínima de cambio. Así que arrastra un trauma del pasado que le impide abrirse y confiar en los demás: no quiere que le hagan daño. Cree en esa ley de la selva que reza que 'o comes, o te comen'”, apunta Miró.

Para Faye lo que predomina es ese Estado de naturaleza al que se refiere Thomas Hobbes en Leviatán, uno que funciona con la tiranía de los más fuertes. No es de extrañar que haya acabado teniendo esta visión, ya que la suya es una historia trágica llena de decepciones por precisamente confiar en los demás. Esos que, sin parecerlo, al final le acabaron haciendo daño.

Jet Black

La voz de la razón de la Bebop es también el personaje menos moralmente ambiguo: se rige por un código de honor que cumple a rajatabla, como si fuera lógica aristotélica donde la conclusión es evidente a partir de las premisas.

“Cree en un equilibrio natural de las cosas -su única obsesión es cuidar bonsáis-, y ejerce de Pepito Grillo de los demás personajes, aportando la visión supuestamente más racional. Es algo que se le metió en la cabeza cuando era policía. Lo que no sabe es que fue la policía misma quien le traicionó”, destaca el escritor.

Jet es una persona racional y metódica. Entonces ¿cómo puede acabar teniendo tan “buena” relación con Spike, que es la antítesis? “Ejerciendo de figura paternal con Spike ve reafirmada su condición de lo que se conoce como sturdy oak: el señor fuerte, impertérrito, que no muestra sus emociones y que se mantiene fiel a sí mismo sobre todo en momentos de crisis”, añade Miró.

Ed y Ein

Son los dos personajes que más pasan desapercibidos y, curiosamente, los más inteligentes de la tripulación. Son los únicos que dejaron la nave antes de que todo se desmoronase y los únicos capaces de mirar al pasado solo para coger impulso hacia el futuro, no para martirizarse en el presente.

“Ed es el personaje más vital de la Bebop. Aún lidiando con un pasado traumático -la abandonaron y se tuvo que buscar la vida desde bien pequeña-, no se aferra al trauma, sino que está abierta a lo que la vida le proponga. De ahí que se monte en la Bebop, pero también de ahí que decida abandonarla cuando se percate de que las relaciones que estableció en la nave son tóxicas y no le aportan nada”, asegura el periodista.

El pequeño corgi y ella comprenden que han hecho todo lo posible para encajar dentro de la tripulación pero no lo han conseguido. Pero lejos de rendirse, tienen el valor para entender que merecen algo mejor y deciden salir a buscarlo.

Spike Spiegel

El mito de Sísifo es probablemente uno de los más conocidos. El hombre fue condenado toda una eternidad a arrastrar una roca hasta la cima de una montaña. La empujaba por la empinada ladera hasta que llegaba a la cima y, una vez allí, caía de nuevo rondando hasta el pie del monte. Así una y otra vez hasta la infinitud de los tiempos. Pues bien, esto es prácticamente lo mismo que le ocurre a Spike con su pasado.

“Spike se expone constantemente a la muerte. Como, si de una forma u otra, se viera impelido a poner punto final a su sufrimiento. Lo que ocurre es que, en lugar de hacerse cargo de ello, prefiere ponerse delante de una pistola ajena cada vez que tiene oportunidad. Albert Camus decía que no hay sino un problema realmente serio en la filosofía: el suicidio. Juzgar si la vida vale la pena ser vivida es responder a la pregunta clave de la filosofía. Y es lo que hace Spike constantemente”, afirma Miró.

El piloto de la Swordfish II representa además los atributos típicos del clásico héroe del Oeste. Es alguien torturado, de pocas palabras y con falta de perspectivas esperanzadoras en lo vital. Esto, según el autor, “le alinea con una larga tradición de hombres rudos que conquistaron el oeste y se instalaron en nuestro imaginario gracias al western”. No es gratuito que al final de cada episodio el broche de oro sea siempre el mismo: See you, space cowboy.

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