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OPINIÓN
Ruido y silencio

Maneras de vivir

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.

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El periodista Fernando Navarro acaba de dar a la imprenta una recopilación de sus piezas escritas durante la pandemia. Al contrario de otros textos pandémicos, los de Navarro no están escritos desde la primera persona, pues los verdaderos protagonistas de sus piezas son los músicos; las víctimas laborales de un virus que ha causado estragos en un Madrid que, a la hora de votar, se decantó por la libertad de mercado representada por Isabel Díaz Ayuso.

Como diría Vargas Llosa, la gente de Madrid ha votado mal. Con todo, Madrid siempre fue sinónimo de resistencia, ciudad abierta que perdió la guerra y que, aunque no consiga ganar la paz por culpa de sus instituciones, sigue latiendo con cierta rebeldía. Hay muchas maneras de vivir, pero sólo una de ser madrileño, y eso es lo que nos viene a contar Fernando Navarro en cada una de sus piezas.  

Porque la gente de Madrid es, ante todo, gente hospitalaria. En uno de los textos del libro de Fernando Navarro, el cantaor granaíno, Enrique Morente, afirma que Madrid recibe a todos “sin señalar de dónde eres”. Por eso la gente de Madrid somos la gente menos nacionalista de todo el país. Para confirmarlo, baste apuntar que los dos himnos más representativos de Madrid son canciones de odio hacia la ciudad. “Este Madrid”, de Leño y “Pongamos que hablo de Madrid”, de Joaquín Sabina, no son precisamente canciones de amor. Están escritas desde la rabia –Leño– y desde la pesadumbre -Sabina-. Pocas ciudades se pueden permitir eso.

Ahora sigamos con Ayuso, pues los Cayetanos y los que no lo son, y aspiran a serlo algún día, han votado a Ayuso, dicen, por la valentía demostrada durante la pandemia, al permitir que teatros y salas de espectáculos no echaran el cierre junto a los baretos, manteniendo así un pulso con el Gobierno cuyo resultado se ha traducido en votos a favor de la presidenta de la Comunidad de Madrid.

Lo que ha hecho Ayuso es mantener una actitud temeraria. Y lo que aquí sucede es que se confunde la valentía con la temeridad; siendo la primera una virtud por la cual el ser humano se enfrenta a una situación difícil, cosa que nada tiene que ver con la temeridad, que viene a ser una solución imprudente con resultados catastróficos. Tener al frente de las instituciones a alguien temerario es malo, pongamos que nefasto.

Recordemos lo ocurrido en Rusia, durante la crisis de rehenes del teatro Dubrovka de Moscú, cuando más de un centenar de rehenes murieron gaseados en la acción encargada por el presidente Putin a las fuerzas especiales. Pero como los terroristas fueron eliminados, pues la gente más mostrenca aplaudió a Putin por su mal llamada valentía, que aquí, en España, es sinónimo de grandeza testicular.

Algo parecido ha hecho Ayuso, abriendo bares y lugares de ocio durante la pandemia. Si analizamos la situación, hacer lo que hizo Putin o Ayuso es lo más fácil. Lo prudente, y lo suyo en el caso de Ayuso, hubiese sido establecer ayudas a los músicos y a los cómicos, a los artistas y a la gente que se gana la vida dando lo mejor que tiene sobre un escenario. Por decir no quede que las ayudas se hubiesen extendido a sus amados hosteleros, pues, en este país de servicios, la hostelería es patrimonio cultural y Madrid no se entiende sin su Mahou y sin su bocata de calamares. En pocas palabras, un poquito de sensibilidad hacia los que se levantan con el despertador a dar el callo.

Y esta es una de tantas reflexiones que uno se hace tras leer el libro de Fernando Navarro, una recopilación de piezas donde la crítica subyace en cada línea; una historia triste de Madrid y de sus lugares más emblemáticos, así como de sus músicos, víctimas de la pandemia y de una política institucional que no ha estado a la altura.

Los buenos libros son los que, una vez terminados, no dejan de formularnos preguntas. Este es uno de ellos. Se titula “Maneras de vivir”, y lo acaba de editar Muddy Waters. No lo pierdan de vista.

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