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LOS DISCOS DE LA SEMANA

Gorillaz abre la puerta a una nueva etapa con su disco más intimista

Luis J. Menéndez

Gorillaz

Gorillaz

The Now NowWarnerPOP7/10The Now Now

Cínico por naturaleza, como se ha podido comprobar a lo largo de una exitosa carrera musical que comenzó hace tres décadas, Damon Albarn explica la razón de ser del sexto álbum de Gorillaz como “una excusa para salir a girar este verano”. El proyecto que un día ideara de la mano del dibujante Jamie Hewlett, se ha movido siempre en los extremos, entre ambiciosos discos levantados a partir de sesiones maratonianas y trabajos pergeñados desde la economía de medios.

Al igual que ya ocurrió con aquella suerte de ying y yang que fueron Plastic Beach (2010) y The Fall (2010), The Now Now ve la luz apenas unos meses después de Human (2017). Como ya ocurrió entonces, esta suerte de involuntaria secuela supone un disco menor no tanto por el resultado final, sino por su falta de ambición. No es un reproche: algunas de las mejores composiciones de Blur, Gorillaz o el propio Albarn (cuando ha firmado con su propio nombre) han surgido precisamente de la ausencia de grandes pretensiones.

Conceptualmente, The Now Now se presenta como el disco en solitario de 2D, líder de esta banda virtual que inevitablemente identificamos con el propio Damon. Como en el caso reciente de los Arctic Monkeys, Alex Turner y su Tranquility Base Hotel & Casino (2018), se repite que un disco inicialmente ideado en solitario termina por convertirse en un lanzamiento de la banda al completo, pero traducido en una colección de canciones de corte más personal. En lo temático, pero también en desde el punto de vista musical.

Es también el disco en el que menos protagonismo tienen los artistas invitados: apenas George Benson aportando su guitarra al optimista single y canción de apertura -Humility-, y Snoop Dogg y Jamie Principle en el tema más trabajado del disco, Hollywood. En ese sentido, The Now Now es posiblemente el trabajo de Gorillaz menos marcado por los condicionantes externos y, por tanto, más conectado a aquel notable Everyday Robots (2014) que hasta la fecha es el único disco firmado por Damon Albarn como tal. Como aquí, ya se respiraba en el ambiente un no sé qué melancólico.

The Now Now tiene también toques de diario de carretera, el lugar en el que estas canciones fueron concebidas un poco sobre la marcha. La mayor parte de los títulos hacen referencia explícita al lugar en que fueron compuestos: Hollywood, Kansas, Idaho o Lake Zurich. “Todo el tiempo que miro fuera del bus / las estelas plateadas se pierden”, canta en Idaho“. Una oda -como casi todo el álbum- al tránsito que conduce a Gorillaz a las puertas de una nueva etapa.

Florence + The Machine

Florence + The Machine

High as HopeVirgin / Emi / UniversalPOP7/10High as Hope

Echar un vistazo a la evolución de las portadas de sus cuatro discos dice mucho acerca del camino musical emprendido por Florence Welch desde su mediática irrupción en 2009 con Lungs, hasta el presente cuarto lanzamiento del proyecto. Del retrato prerrafaelista que ilustraba aquella cubierta a la naturalidad con la que se presenta en este High as Hope media toda una transformación artística. La que va de una artista que, teniéndolo todo de cara para convertirse en una superestrella, disco a disco ha ido apostando por una versión menos expansiva de Florence + The Machine y, en paralelo, bastante más peligrosa.

No es casualidad que la pegatina de Parental advisory. Explicit content luzca en la cubierta de High as Hope. Aún en Hunger, el single más claro de este disco, entre coros gospel y suntuosos arreglos de cuerda, el tono confesional de la canción se lo lleva a un territorio alejado del mainstream: “Pensé que el amor estaba en las drogas / pero contra más tomaba más lejos me llevaban”. Es una muestra del tono de un disco en el que Florence busca la redención personal a través de letras como esta.

Rindiendo homenaje a su vez a Patti Smith, ídolo de la adolescencia a la que dedica Patricia: “Oh Patricia, siempre has sido mi Estrella del Norte / Y tengo que decirte algo / Todavía tengo miedo de la oscuridad / Pero tú me tomas de la mano / Las flores crecen contigo / ¿Entiendes que con cada semilla que siembras / haces este frío mundo hermoso?”.

A pesar de la lista impresionante de colaboradores que se dan cita en el disco de forma intermitente, que hasta en el algún caso aparecen acreditados como coautores de las canciones (Jonathan Wilson, Tobias Jesso Jr., Andrew Wyatt, Kamasi Washington, Sampha, Josh Tillman aka Father John Misty,…), estas nuevas diez canciones son lo más cerca que hemos estado jamás del corazón de Florence Welch. No es tanto una ruptura como la continuación natural hacia una carrera de largo recorrido. Cada nuevo disco se vuelve un poco más ajena a las lógicas presiones del mercado.

John Coltrane

John Coltrane

Both Directions at Once: The Lost AlbumImpulse / Verve / UniversalJAZZ9/10Both Directions at Once: The Lost Album

Todo es extraordinario en el universo Coltrane. Hasta el punto de que, más de 50 años después de su grabación, ve la luz un disco al completo que había permanecido inédito hasta hoy. Ese álbum perdido al que hace referencia el título. No se trata de unas sesiones intrascendentes o material de deshecho al que estamos habituados los coprófagos del pop, sino un álbum concebido como tal. Lo da a entender la secuenciación, el minutaje y hasta el concepto global de la obra. Así lo explica el periodista y estudioso del jazz Ashley Kahn en las generosas notas interiores del disco.

En realidad, hay que acudir a las circunstancias específicas en las que se gestó Both Directions at Once para entender la razón de ser de su desaparición y posterior descubrimiento un siglo después. Allá por 1963, cuatro años antes de su fallecimiento, Coltrane se encontraba en un momento de máxima ebullición creativa al frente de un cuarteto que también integraban McCoy Tyner (piano), Jimmy Garrison (bajo) y Elvin Jones (batería).

El día en que se registró el disco en los estudios de Rudy Van Gelder, el 6 de marzo de aquel año, la banda contaba con una sesión de cinco horas, desde las 13:00 hasta las 18:00 para dar forma a estas siete piezas, cinco composiciones propias y dos versiones: Nature Boy, un tema que había hecho popular Nat Cole, y Villa, extracto de la opereta La viuda alegre de Franz Lehár. La noche estaba reservada, claro, para la jam de rigor en el mítico Birdland de Manhattan.

No hay ningún motivo en particular que hiciera desechar la grabación por parte de Coltrane o Impulse, el sello por el que acababa de fichar y que dos años más tarde publicaría la que aún hoy se considera cima del género, A Love Supreme. Simplemente cuando la grabación llegó a su fin aquella misma tarde Van Gelder guardó en el archivo los masters, que a partir de ese mismo instante comenzaron su particular travesía por almacenes varios hasta que su pista se perdió o fueron destruidos.

Tras un golpe de suerte: el propio Coltrane recibía una copia en mono de cada una de esas grabaciones para la revisión y aprobación del material, copias que fueron celosamente custodiadas durante décadas por su primer mujer Naima. Es precisamente ese archivo del que ahora surge esta grabación que tiene algo de milagroso. Pocas veces la exhumación del legado de un genio de la música ha resultado menos forzada.

Juancho Marqués

Juancho Marqués

CierreAutoeditadoRAP8/10Cierre

Desde que se dio a conocer como una de las cuatro patas de Suite Soprano, Juancho Marqués no ha dejado de reinventarse, de abrir y cerrar etapas hasta completar una de las historias menos previsibles del rap en castellano reciente. Cierre supone el anuncio de un nuevo golpe de timón que llegará el próximo año. El tercer disco firmado con su propio nombre recopila algunos de los temas que han ido publicándose en plataformas digitales en los últimos meses.

Son nueve canciones más una toma alternativa de Química que, en líneas generales, destacan por su altísimo contenido emocional, marca de la casa. También por unas producciones que, una vez más, se sitúan en tierra de nadie a medio camino del rap, el pop y la música de club, y que convierten a Juancho en francotirador, junto a Miguel Grimaldo o Elphomega, uno de pocos y también de los más certeros que ha dado la música urbana reciente.

Con la ayuda de Gabriel Fernández y Adrián Groves en los beats, la primera mitad del disco resulta impecable. El sonido puramente electrónico de Groves conduce la música de Marqués en Mira pa otro lao y Rueda a un territorio bailable sin precedentes en su carrera. Mientras que las producciones de corte ambiental del gallego Gabriel Fernández potencian el romanticismo de Química y El nexo entre tú y yo, con guiño emocionante a su amiga Gata Cattana, fallecida el año pasado. Todo termina muriendo repite de forma obsesiva el estribillo, con esa sorprendente habilidad que tiene el de Aranjuez para tocar la fibra a partir de imágenes tan sencillas como demoledoras.

Let’s Eat Grandma

Let’s Eat Grandma

I’m All EarsTransgressive / [PIAS]POP8/10I’m All Ears

En un momento en el que el pop británico se encuentra deprimido en comparación con los lanzamientos que llegan del otro lado del Atlántico, la prensa de las islas se ha apresurado en felicitarse por la publicación del segundo trabajo de Let’s Eat Grandma. El proyecto formado por las jóvenes multinstrumentistas Rosa Walton y Jenny Hollingworth. Hay razones para ello.

A lo largo de once canciones, I’m All Ears conjuga la accesibilidad del pop mainstream con pasajes que perfectamente podrían calificarse de avant-pop. Y, como una suerte de Lorde sofisticada y por partida doble, juega a dibujar las inquietudes emocionales y estéticas de una joven de nuestro tiempo. Para ello se apoyan además en dos nombres que ejercen de puntuales productores en Hot Pink y I’t not Just Me: el líder de The Horrors Faris Badwan y la productora (recientemente se cambió de sexo) de electrónica Sophie, que a su vez acaba de publicar uno de los discos del 2018.

Más que por su influencia en el sonido del disco, la dupla formada por Badwan y Sophie sirve para explicar la excitante esquizofrenia de este álbum, desconcertante por momentos y desafiante casi siempre. Como unas Haim que en vez de escuchar Fleetwood Mac crecieron en la lluviosa Norwich entre discos de Kate Bush.

Severine Beata

Severine Beata

El ojo brillanteRepetidorEXPERIMENTAL7/10El ojo brillante

Delia Derbyshire, Laurie Spiegel, Pauline Oliveros, Suzanne Ciani, Joanna Brouk... En un contexto en que se pone en cuestión el papel de la mujer en la música popular, conviene fijar la atención en la cantidad de compositoras de peso en el terreno de la electrónica experimental. Como musicóloga, Marta Peláez Corchs ha tenido siempre un pie en ese mundo que raya lo académico, y el otro en el del pop y el rock más heterodoxo. Hace años formó parte de Chin Yi, grupo de culto que practicaba una suerte de postpunk infectado por sus raíces flamencas.

En su proyecto personal, Severine Beata lleva en realidad en funcionamiento desde hace más de un lustro, aunque es la publicación de este segundo largo en el sello independiente Repetidor el que de alguna forma le va a permitir asomar ligeramente la patita fuera los ambientes más avant. Es además remarcable la edición en vinilo del disco, en formato gatefolder y con un precioso diseño a cargo de Julio Linares.

Con la ayuda de uno de los habituales del sello, Javi Álvarez (Fluzo, Dúo Cobra), en las tareas de productor, El ojo brillante lo componen nueve piezas mayormente instrumentales en las que el hilo musical se sitúa a medio camino de la experimentación pura, el avantpop de las referencias del sello Ghost Box y la faceta más juguetona de los Vangelis, Jarre, Perrey, Didier Marouani y compañía.

Se trata de música que se mueve entre lo contemplativo y un innegable espíritu lúdico, que crece las más de las veces a partir de secuencias que se repiten, arpegios sintéticos de fantasía y sencillos motivos rítmicos. Música que obviamente no está destinada a grandes audiencias pero pide a gritos (o más bien a susurros) cuarenta minutos de atención.

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