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Librerías: muerte, renovación y burbuja

La mayoría de las librerías cerradas eran de renta antigua y papelerías

Paula Corroto

En 1958, Gabriel Espinosa abrió en la céntrica calle Mesones de Granada la librería Estudios. Pronto se convirtió en uno de los referentes de la ciudad. Se especializó en manuales de texto y allí es donde acudían las familias para comprar libros y el material escolar de sus hijos. Este mes de febrero, 55 años después y con su hija Dolores al frente del negocio, ha tenido que echar el cerrojo. Las razones son varias: los libros de texto ya no se venden (esta librería dejó de hacerlo hace veinte años) y el nuevo precio del alquiler del local, en torno a los 2.500 euros, tras el fin de la moratoria de la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU) de 1994, han propiciado su caída.

El caso de esta librería es paradigmático del cierre de este tipo de locales en los últimos años. Esta semana, el gremio de libreros (CEGAL) presentó su nuevo mapa de librerías en el que quedaba reflejado cómo en el último año han cerrado 912 mientras que han abierto 226 en toda España. Más de dos cierres cada día. En total, en agosto de 2014 quedaban 3.650.

Sin embargo, para poner en contexto las cifras del gremio también hay que acudir a los parámetros con los cuales se mide el nuevo mapa. Para empezar no están contabilizadas las que facturan menos de 70.000 euros al año, por lo cual, aunque hayan desaparecido del registro “no quiere decir que hayan cerrado”, puntualiza su presidenta Pilar Gallego. Y, por otro lado, “desde 2008 se ha establecido un nuevo modelo de contabilización. Antes no existía nada, por lo que se incluía casi cualquier local que tuviera libros, fuese lo que fuese”, añade. De ahí que hasta ese año se contaran como librerías más de 7.000 locales –casi el doble de las que existen, por ejemplo, en Alemania y el número más alto de toda la Unión Europea- y ahora apenas superen los 3.000.

Asimismo, aunque el golpe a la facturación de libros ha sido duro para todos –un 18% menos en ventas desde 2011- como aclara Gallego, hay motivos prácticos que explican también el fin de estos negocios: “Podríamos decir que el 50% de ellos eran librerías antiguas, muy de peso, en las cuales el dueño se ha jubilado y no ha encontrado relevo, y además les han subido el alquiler que antes era de renta antigua. Y después han cerrado las librerías-papelerías, porque ya no se vende material escolar”.

El fin de las librerías antiguas y las papelerías

El fin de las librerías antiguas y las papeleríasEn el primer grupo, además de Estudios, podemos encontrar a Paradox, en Madrid, El Parnasillo, en Pamplona, Santa Teresa, en Oviedo, La Isla, en Tenerife… Y así un buen puñado. Son locales que han visto cómo el alquiler de renta antigua que tenían se ha encarecido hasta en un 800%. Es decir, aquellos que podrían estar pagando en torno a 400 euros, de golpe han tenido que pagar 2.000 a partir del 1 de enero de este año. Y muchos no lo han podido asumir.

Es lo mismo que les ha ocurrido a bares emblemáticos y negocios como tintorerías, lavanderías o licorerías con más de 40 años de historia. De hecho, hay una página en Facebook que recoge los cierres de estos locales. Por supuesto, también aparecen las librerías, que, además, en España no tienen ningún tipo de régimen fiscal especial, ni están sujetas a deducciones por tratarse de un local cultural. Una librería es el mismo tipo de comercio, a efectos fiscales, que una tienda de ropa.

Precisamente, CEGAL lleva más de un año batallando con el Gobierno para que se implemente un Plan de Apoyo a las Librerías y se establezca un sello de calidad que les permitiera beneficios fiscales. Hasta la fecha, la respuesta gubernamental ha sido precaria. Las librerías sólo han rascado 150.000 euros. Nada que ver, por ejemplo, con el apoyo estatal de Francia: cinco millones de euros anuales.

El segundo grupo que más cierres sufre es el de las librerías-papelerías, principalmente en las medianas y pequeñas ciudades. Estos negocios estaban fuertemente ligados a los colegios e institutos, ya que les proporcionaban los manuales escolares. Ahora son muchas asociaciones de padres y madres (AMPAS) las que se encargan de adquirirlos directamente a las editoriales. En otras comunidades, como Andalucía, están muy subvencionados y son prácticamente gratuitos para los padres. Como arguye Gallego, desde CEGAL, “se han dejado de comprar estos libros y, además, también ha bajado la compra institucional. Y a ello se suma que muchas instituciones pagan muy tarde”.

Manuel Gil, experto conocedor del mundo editorial y autor del blog antinomiaslibro en el que se puede encontrar una profusión de informes y datos al respecto, es mucho más drástico: “El modelo de la librería-papelería ha muerto”, reconoce a este diario. La razón, más allá de los libros escolares, es la venta por impulso. “Este tipo de papelerías, porque yo no les consideraría librerías, tenían muchos bestsellers de Planeta o Plaza & Janés como 50 sombras de Grey, que antes la gente compraba allí, pero ahora ya no”, sostiene.

La explosión de las librerías online

La explosión de las librerías online A estos motivos –subida de alquiler, bajadas en la compra de material escolar y bestsellers- hay que sumar la aparición de nuevos agentes en la cadena comercial del libro: las tiendas online. Los libreros reconocen que multinacionales como Amazon han provocado que muchos lectores ahora compren en ellas, no sólo ebooks, sino también libros en papel. Los datos son elocuentes. Según la agencia Bowker, la venta de libros –papel y ebook- a través de Internet ha pasado de un 5% en 2011 a un 18% en 2013 en nuestro país.

Son tiendas que, además, juguetean con el descuento del 5% que permite la Ley del Libro de 2007, ya que también aplican una bajada o incluso la gratuidad en los gastos de envío, con lo que, como muchas veces se ha señalado desde CEGAL, su competencia es desleal.

Sin embargo, para Gil habría que pensar en otros razonamientos más allá de la queja de los descuentos. “En todos los países, no solo España, se está desplazando la compra hacia el online. Y uno de los motivos es porque el fondo ha desaparecido de las librerías. Si hoy quieres comprar un libro de 2013 te va a ser imposible. Los distribuidores y libreros dicen que les da mucho trabajo el fondo, pero, claro, la gente, si no encuentra allí los libros. se va a la tienda online”. Y Amazon seguro que sí tiene ese libro de 2013, “y además te lo lleva a casa en 48 horas”, añade Gil. Un hecho que también explica la caída de este negocio en Reino Unido, Alemania, Francia e Italia.

Hacia un nuevo modelo de negocio

Hacia un nuevo modelo de negocioSin embargo, aunque las cifras de este mapa son muy pesimistas, lo cierto es que también han abierto nuevas librerías en los últimos años. Y son locales completamente diferentes a los que había hasta ahora: es un nuevo modelo de negocio en el que se mezcla la venta de libros con presentaciones, eventos, lecturas y barra de bar. Un local mucho más interdisciplinar y, en ocasiones, muy especializado en determinados géneros como la novela negra, el cómic o el relato corto. Sólo hay que pasear una tarde por barrios céntricos madrileños como Malasaña y Lavapiés para ver cómo en apenas tres años ha brotado este tipo de locales. Y, de hecho, como indica Pilar Gallego, “son este tipo de librerías las que más están aguantando el golpe de la facturación”.

No obstante, tampoco hay que entusiasmarse demasiado con estos nuevos negocios, muchos de ellos abiertos por personas que se quedaron sin empleo en los últimos años. Al menos, así lo ve Manuel Gil: “Son locales que viven de productos ajenos al libro porque el margen es mucho mayor. Habrá que ver cómo aguantan. Ya en los años ochenta se hicieron varios experimentos así y acabaron cerrando”.

Entonces, ¿qué librerías podrán sobrevivir? Desde CEGAL se insiste en que son necesarias las ayudas públicas, como sucede en otros países, con un sello de calidad que también les genere incentivos, además de un impulso a la adquisición por parte de las bibliotecas, que en los últimos años está en caída libre. Para Gil, que también apuesta por un “plan de apoyo de envergadura y no la limosna aprobada por Gobierno”, sin embargo, “sobrevivirán aquellas que sean muy céntricas, estén en una calle peatonal y generen mucho tráfico a partir de otras cosas como la venta de entradas para un concierto o del bonometro”. Pero eso sí, este especialista señala que hay que asumir un hecho evidente: “Había un parque desorbitado, por lo que el cierre de muchas librerías estaba cantado”.

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