Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
Feijóo se alinea con la ultra Meloni y su discurso de la inmigración como problema
Israel anuncia una “nueva fase” de la guerra en Líbano y crece el temor a una escalada
Opinión - Junts, el bolsillo y la patria. Por Neus Tomàs

'Mass Effect: Andromeda': de donde venimos es mejor sitio que al que vamos

Mass Effect: Andromeda

David Sarabia

Mass Effect: Andromeda era (es) uno de los grandes lanzamientos del año. El cuarto videojuego de la saga, convertida ya en una institución gracias a PlayStation, Xbox y PC, promete horas de exploración espacial con la premisa de que el mundo no se acaba, a pesar de que el comandante Shepard, protagonista de las anteriores entregas, ya no exista.

Han pasado unos 600 años después de todo lo malo que pasó en los títulos previos de la saga. Esto es la galaxia Andromeda y en ella buscamos, desesperadamente, un nuevo hogar que deje a un lado más de medio milenio de criogenización en el arca espacial Hyperion. Las mentes pensantes habían seleccionado unos cuantos “mundos paradisíacos” habitables para los humanos y el resto de razas de la Vía Láctea, pero fracasan. Entonces, ¿a dónde vamos?

Scott Ryder se despierta con un sobresalto en la Hyperion. Lleva congelado unos cuantos cientos de años y amanece antes de lo que debería porque la nave ha chocado con un campo de energía cercano a uno de los “mundos paradisíacos”. Sara, la hermana de Scott (o el hermano, según elija el jugador si quiere ser héroe o heroína al principio del juego) sigue criogenizada, pero lucha por sobrevivir desde dentro de su cápsula. Hay que arreglar los desperfectos de la nave y bajar a ese planeta: el nuevo mundo nos espera.

Aunque si bien lo primero se soluciona sin problemas, el segundo cometido se complicará un poco más. Las predicciones fallan, el “mundo paradisíaco” es inhabitable y para colmo hay una (nueva) raza muy chunga que está llevando a cabo experimentos con las ruinas de una civilización anterior allí. Los acontecimientos precipitan que Ryder se convierta en el nuevo Pionero (el encargado de dirigir a la humanidad a nuevos planetas) y la Hyperion se encomiende a él.

Los diálogos... de otro planeta

Mass Effect: Andromeda empieza más o menos ahí. No nos sentimos “libres” hasta entonces. Antes de eso hemos configurado algunos detalles físicos del rostro de Ryder, elegido si el comandante Shepard fue un hombre o una mujer y entendido que no es necesario haber jugado a los tres anteriores juegos de la saga si queremos sumergirnos en este. El editor es un poco escaso: no pedimos que sea como Los Sims, pero que solo sea posible cambiar mínimamente la cara de nuestro héroe deja un poco frío al jugón enamorado de los pequeños detalles.

Pero para detalles, los de las conversaciones. Aunque la barra de moralidad ha desaparecido (¿por qué, por qué, POR QUÉ?), Ryder podrá responder de una forma más emocional, racional, informal o entusiasta según el interlocutor y la situación. Su cara ya no se vuelve más dura y siniestra conforme se va haciendo malo. Y los diálogos a veces pueden llegar a cansar ya sea porque son largos, irrelevantes o, sencillamente, porque es aburrido leer cada conversación en letra tamaño 4 (o similar) después de tres horas jugando.

Esas conversaciones, a veces, darán paso a nuevas misiones y otras; a la nada más absoluta. Sí es cierto que en algunos momentos Ryder tendrá que tomar decisiones cruciales que luego influirán en el devenir de la historia.

Apartado gráfico y jugabilidad

Hablando de la más pura y dura técnica, Mass Effect: Andromeda utiliza el motor gráfico Frostbite, el mismo de Star Wars: Battlefront o FIFA 17 y que ha sido cuestionado y puesto en entredicho por la comunidad. Algunas veces el juego va corto de frames (al menos en PS4), en otras hay tiempos de carga innecesarios sin ni siquiera cambiar de escena y el nivel de detalle, en definitiva, da la impresión de que podría haber sido mayor. Los preciosos paisajes no tapan que existan fallos graves, como que a veces haya enemigos que atraviesen paredes u objetos (clipping) o que tan pronto como nos demos la vuelta aparezca algo, una textura, que antes no estaba ahí (popping).

Ryder se mueve mejor y más rápido que el comandante Shepard (aunque a veces se bugee). Es como un Nathan Drake (Uncharted) del futuro, solo que este lleva un propulsor en la espalda que le permite saltar grandes distancias y permanecer en el aire durante unos pocos segundos. Además, ahora podemos agarrarnos a cornisas y esquivar a los enemigos más fácilmente. Eso sí, los movimientos podrían ser un poco más suaves o estar más trabajados y la cámara puede llegar a jugar malas pasadas (a pesar de que tengamos un modo para “mirar” pulsando el R3).

La tercera persona con la que manejamos a Ryder y sus nuevas aptitudes provocan que los combates sean más dinámicos, rápidos y tengan un estilo diferente a lo anterior. Los puntos negativos son que la IA (Inteligencia Artificial) de los enemigos es bastante pobre, las armas no causan una gran impresión unas a otras y el sistema de cobertura puede llegar a ser un tanto lioso. Nuestro personaje se cubrirá solo cuando nos situemos detrás de algo que sea lo suficientemente grande como para darnos cobijo. Si venimos de un shooter al uso o de un Horizon Zero Dawn, la diferencia es sustancial y quizá cueste un poco acostumbrarse.

Una gran historia y un online para perderse

A pesar de que la acogida entre los fans de la saga no ha sido la mejor y que Bioware ya ha anunciado que mejorará próximamente el juego, hay un salto de calidad ostensible respecto a los tres anteriores títulos.

Aunque la caracterización del personaje no sea uno de los puntos fuertes de Mass Effect: Andromeda, las posibilidades para configurarlo de cara al combate son enormes. Hay tres ramas: biótica, tecnológica y de combate, con multitud de habilidades dentro de cada una de ellas y varios niveles de habilidad. Podemos seguir dando órdenes y aprendiendo nuevas técnicas para nuestro pelotón (aunque más limitadas) pero no será posible decirle a Cora o a Vetra que usen una habilidad en cuestión.

La historia es larga (aproximadamente unas 15-16 horas), los planetas a explorar son muchos y variados, con condiciones climatológicas, flora y fauna propias. A base de investigar planetas y matar bichos en cada uno de ellos obtendremos objetos y minerales para después mejorar nuestro y equipo y armas. Una pena que después de cierto tiempo muchos de estos planetas se vuelvan repetitivos y tengamos la sensación de que los habitan las mismas criaturas pero con otros colores. Algo que ya le pasó a No man's sky.

El último apartado se lo dedicamos al modo multijugador. Fue uno de los grandes triunfos del último Mass Effect y BioWare ha querido continuar la tendencia. El modo supervivencia cooperativo es el único jugable, aguantar 10 rondas de enemigos con tres compañeros más, pero no habría sido descabellado eso de meter algún que otro tipo de juego alternativo. Subir de nivel es complicado y es que si la historia es larga, el online lo es más.

Y la conclusión es...

Quizá haya sido la precipitación por tener delante a todo un Horizon Zero Dawn o las ganas de contentar a los fans, pero Mass Effect: Andromeda es un buen juego que prometía mucho más hasta el día de su lanzamiento. Lo mejor es que no nos aburriremos, ni en el modo historia ni en el online, que el sonido es de lo mejorcito que tiene y que las posibilidades de configuración y expansión por la galaxia son enormes. Lo peor, que a veces dé la impresión que las prisas hayan hecho mella en la niña bonita de la franquicia y que con un poco más de tiempo sería un título a recordar del 2017.

Etiquetas
stats