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Barberá se enfrenta al PP al no cesar a su mano derecha, procesado por corrupción

Rita Barberá y Mariano Rajoy, en La Moncloa.

Voro Maroto

Rita Barberá va a la suya. Desde 1991 alcaldesa de Valencia, ni el atentado contra el valenciano del ‘caloret’, ni los gritos contra ella en la antesala de las fallas ni la agria polémica mantenida con las víctimas del metro, de las que se burló, hacen mella en su carácter. Ahora, ha mostrado su apoyo incondicional a su vicealcalde, que será juzgado por la contratación irregular de Iñaki Urdangarín.

Alfonso Grau, que también tuvo su polémico minuto de gloria por su chulería ante la prensa, está acusado de hasta cinco delitos: prevaricación administrativa, malversación de caudales públicos, fraude a la administración, tráfico de influencias y falsedad de documento oficial. La Audiencia de Palma cree relevante su papel en la contratación del yerno del rey Juan Carlos.

Iñaki Urdangarín y su socio ganaron más de dos millones de euros de manera supuestamente irregular por la organización de tres congresos deportivos, los Valencia Summit. La propia Barberá ha salido tocada en el asunto, aunque sólo declaró como testigo, pero es Grau quién será juzgado. Fue él quien contrató a Nóos a través de una institución semiprivada pero controlada por el Ayuntamiento de Valencia.

El auto de apertura de juicio contra Grau es inminente e irreversible. El PP valenciano, en aplicación de su doctrina anticorrupción, la llamada línea roja de Fabra, ha pedido medidas contra el vicealcalde. Lo ha hecho el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, el número 2 del partido, y hasta la portavoz del gobierno valenciano. En Génova también dan por descontado que Grau no repetirá en las listas del PP, aunque la alcaldesa es el cargo del partido en Valencia con mejor relación con Mariano Rajoy.

Sin embargo, Barberá juega a la insubordinación. Enfrentada con Fabra, ningunea su lucha contra la corrupción. Y asegura que Grau estará en el ayuntamiento hasta que él quiera. “Voy a respetar absolutamente el criterio que decida el vicealcalde. Que él haga lo que crea conveniente”. Grau, que se acaba de casar, trabaja codo con codo con su jefa desde 1995. En su entorno dicen que la amistad y la lealtad bien justifican la rebelión, aunque se trate de un caso de supuesta corrupción.

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