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Genarín, 90 años del 'santo borrachín' de la Semana Santa de León

Imagen de Genarín en la procesión pagana que cada Jueves Santo congrega a miles de fieles en León

Antonio Vega

La Semana Santa de León cuenta este año con un aniversario muy especial, nada menos que los 90 años desde la muerte de Genarín, el hombre que dio lugar a la procesión iconoclasta llamada El entierro de Genarín, que cada año congrega a miles de fieles en torno a esta figura que rinde homenaje a la parte más juerguista y pendenciera de la vida.

Genarín es un personaje venerado y odiado a partes iguales. Pronunciar su nombre asociado a la Semana Santa de León genera enfados y desaires entre los papones (cofrades) de la ciudad. Y a la vez su nombre, unido de forma irremediable al alcohol y la fiesta, cuenta con fervorosos seguidores de su figura, que cada Jueves Santo sale a desafiar el perfil conservador de la ciudad en plena Semana Santa.

La actual procesión de Genarín congrega cada Jueves Santo a miles de personas, fundamentalmente jóvenes, que homenajean a este presunto vividor, borracho, putero y símbolo de la 'mala vida' leonesa. Está organizada por la Cofradía de Nuestro Padre Genarín, fundada por unos 'amigos' del fallecido que, como homenaje y para burlarse del 'León de bien' de la época y de la Semana Santa, usaron su figura para dar rienda suelta a una fiesta en plena época de recogimiento y oración.

Escritos burlescos que retrataban la sociedad de entonces sirvieron de excusa a un mecánico dental y poeta, un taxista, un árbitro de fútbol y un aristócrata bohemio para desafiar a las autoridades. Francisco Pérez Herrero, Eulogio 'El gafas', Nicolás Pérez 'Porreto' y Luis Rico fueron los fundadores de esta nueva 'religión' de indudable éxito hoy en día.

La procesión genariana fue sumando fieles desde los años 30 hasta llegar a ser prohibida en 1958. Hasta la llegada de la democracia en 1978 no volvió a celebrarse. Su prohibición fue instigada por un periodista 'nacional' llamado Carmelo Hernández Moro 'Lamparilla', que en un encendido escrito provocó que el gobernador civil franquista de la época prohibiera su celebración pública. Sólo uno de los 'cuatro evangelistas, Francisco Pérez Herrero, el mecánico dental poeta, volvió a homenajear a Genarín en la calle con versos burlescos, cuyo certamen lleva hoy su nombre.

A Genarín se le atribuyen todos los 'males' posibles. Borracho excesivamente aficionado al orujo, putero, embaucador y estafador, y con un cuerpo incansable para la fiesta. Y además un hombre capaz de hacer 'milagros' después de muerto, como el ascenso de la Cultural a primera división. Todo un 'santo pellejero' para sus fieles.

La actual procesión rivaliza cada año con la Semana Santa religiosa en cuanto a captación de 'fieles'. En los últimos años la cofradía que organiza el recorrido cifra entre 20.000 y 30.000 personas las que cada año asisten a la procesión que lleva figuras del propio Genarín, de la prostituta que le tapó la cara tras su atropello ('La Moncha'), o de una barrica de orujo, además de la propia Muerte.

El homenaje al pendenciero Genarín también ha provocado que en los últimos años la fiesta haya estado acompañada de un notable macrobotellón, que ahora ha sido alejado del conocido Barrio Húmedo a otras zonas menos problemáticas.

La historia real detrás del mito

El mito sobre Genarín y su figura fue reforzado por el escritor Julio Llamazares en 'El Entierro de Genarín', en la que recogió todas las historias que sobre este 'santo pellejero'.

La leyenda, y el libro, atribuyen el fallecimiento de Genarín en la noche de Jueves a Viernes Santo atropellado por el primer camión de la basura de la ciudad, llamado La Bonifacia. Pero la realidad, según su acta de defunción, es que murió en Viernes Santo, a las once de la mañana. Y el camión de la basura no era el primero de la ciudad, sino una camioneta de limpieza con la matrícula LE-1508 que estaba al servicio del municipio, aunque no era propiedad del Ayuntamiento.

La labor de varios historiadores y periodistas en los últimos años ha rescatado abundante documentación para aclarar esta figura y desmitificar algunos aspectos de la vida de Genaro (o Jenaro según el documento).

El conductor de la camioneta, un joven de 19 años acompañado de dos operarios, reconoció en el juicio que iba a gran velocidad para no perderse el final de la procesión de Los Pasos, la más celebrada de la ciudad.

En el juicio, celebrado en octubre de 1929, se consideró acreditado que la velocidad y la poca pericia del conductor, que fue advertido de ello por uno de sus acompañantes, provocaron el atropello de un Genarín que “caminaba casi pegado” a la muralla de León, contra la que se golpeó su cuerpo. Las lesiones del accidente “originaron su muerte instantánea”. La condena al responsable fue de dos años de cárcel y 5.000 pesetas del año 1929 como indemnización a la familia de Genarín y otras 887 pesestas de costas y pago de los daños de la camioneta. Por la insolvencia del mismo la indeminzación tuvo que pagarla el dueño del vehículo.

Una privatización le dejó sin trabajo

La última revelación sobre la vida real de Genarín la recoge el libro 'De Genaro Blanco a Bendito Canalla', una exhaustiva investigación de Julián Robles y Javier Fernández-Llamazares. Los investigadores han acreditado que Genarín fue trabajador municipal del Ayuntamiento de León durante 14 años, entre 1896 y 1910. Su función era velar por el cobro de derechos de adeudo y recargo de cada mercancía que entraba en la ciudad, con puesto en el fielato del barrio de Puente Castro. Gracias a ese trabajo el huérfano logró una prosperidad que le llevó a casarse en 1897 y tener 5 hijos con su esposa.

En noviembre de 1910, recoge el libro, el Ayuntamiento de León aprobó la privatización de la recaudación del impuesto de consumos para conseguir “13.000 duros más”. Esto supuso el fin del puesto de trabajo de Genaro Blanco, ya que al haber estado trabajando sólo 14 años no podía acogerse a una jubilación, para la que eran necesarios un mínimo de 20 años.

Los autores del libro acreditan luego que Genarín ocupó diversos oficios tan variopintos como mozo de estoques de un novillero, aprendiz de barbero, vendedor de prensa o cazador de pájaros aunque su acta de defunción lo dejaba en 'jornalero'. En 1917 fallece su mujer y su situación económica le obligó a dejar a sus tres hijos menores en el Hospicio del León al no poder hacerse cargo de ellos, en el que él mismo había estado tras haber sido abandonado en la localidad de Izagre. Su hijo pequeño falleció en el mismo hospicio con 8 años apenas unos meses después de haber sido abandonado por su padre.

El funeral de Genarín, 20 días después de su fallecimiento, fue anunciado incluso en la primera página de uno de los periódicos de la época, 'La Democracia'. Según el fotógrafo Pepe Gracia, recoge el libro, incluso las prostitutas de la ciudad recaudaron fondos para pagar su entierro, lo que sin duda contribuyó a acrecentar su imagen de pendenciero.

La historia real y la leyenda de Genarín se entrelazan cada madrugada de Jueves a Viernes Santo por las calles del Barrio Húmedo de León, con miles de asistentes, y bajo una sola consigna: “y siguiendo sus costumbres, que nunca fueron un lujo, bebamos en su memoria una copina de orujo”.

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