La Gran Marcha del Retorno es el nombre que reciben las protestas que se suceden semanalmente desde hace más de un año cada viernes en la valla que separa la Franja de Gaza e Israel
El 14 de mayo de 2018, el Ejército israelí disparó a más de 1.300 palestinos, matando a 60 de ellos: un año después, la mayoría de los heridos, muchos de ellos atendidos por Médicos Sin Fronteras, sufre aún las consecuencias devastadoras de sus heridas
Ahmed, Iyad y Murad, tres de ellos, nos cuentan su historia
Más de una década de bloqueo, tres guerras y una población separada. Ahmed, de 38 años, explica que acudió a la protesta del 14 de mayo del pasado año “en paz, como ciudadano. Soy de Bir al-Saba [Beersheva]. Desde el año 2000 hemos tenido tres guerras, toda la Franja de Gaza está bajo fuego. Llevamos 13 años de bloqueo y estamos separados en dos estados: Cisjordania y Gaza. Estamos oprimidos”.
Más de una década de bloqueo, tres guerras y una población separada. Ahmed, de 38 años, explica que acudió a la protesta del 14 de mayo del pasado año “en paz, como ciudadano. Soy de Bir al-Saba [Beersheva]. Desde el año 2000 hemos tenido tres guerras, toda la Franja de Gaza está bajo fuego. Llevamos 13 años de bloqueo y estamos separados en dos estados: Cisjordania y Gaza. Estamos oprimidos”.
Ahmed ya no puede cuidar de sus animales. Ahmed es agricultor y posee unas tierras en Rafah, al sur de la Franja de Gaza. Añora los días en que podía cuidar de sus animales y sus plantas. En su granja también producía yogur y queso. Pero nada de eso puede hacer ahora, pues una de sus piernas ha quedado con tres centímetros menos de hueso debido a la herida. Incluso después de múltiples operaciones. "Sólo puedo dormir y tomar medicamentos, eso es todo lo que puedo hacer. Ojalá me hubieran cortado la pierna. Al menos ahora no tendría ningún dolor".
Ahmed ya no puede cuidar de sus animales. Ahmed es agricultor y posee unas tierras en Rafah, al sur de la Franja de Gaza. Añora los días en que podía cuidar de sus animales y sus plantas. En su granja también producía yogur y queso. Pero nada de eso puede hacer ahora, pues una de sus piernas ha quedado con tres centímetros menos de hueso debido a la herida. Incluso después de múltiples operaciones. "Sólo puedo dormir y tomar medicamentos, eso es todo lo que puedo hacer. Ojalá me hubieran cortado la pierna. Al menos ahora no tendría ningún dolor".
Un sistema de salud colapsado. El sistema de salud de Gaza está saturado por el número de heridos y sus largos procesos de recuperación. “Para tratar a las personas heridas durante las protestas, abrimos dos salas de hospitalización, aumentamos a cinco la cantidad de clínicas que gestionamos e incrementamos nuestra capacidad quirúrgica. Pero carecemos de la cantidad de camas, cirujanos expertos y especialistas en antibióticos necesarios para tratar adecuadamente estas lesiones ", explica Marie-Elisabeth Ingres, coordinadora general de Médicos Sin Fronteras (MSF).
Un sistema de salud colapsado. El sistema de salud de Gaza está saturado por el número de heridos y sus largos procesos de recuperación. “Para tratar a las personas heridas durante las protestas, abrimos dos salas de hospitalización, aumentamos a cinco la cantidad de clínicas que gestionamos e incrementamos nuestra capacidad quirúrgica. Pero carecemos de la cantidad de camas, cirujanos expertos y especialistas en antibióticos necesarios para tratar adecuadamente estas lesiones ", explica Marie-Elisabeth Ingres, coordinadora general de Médicos Sin Fronteras (MSF).
Un músico afortunado. Iyad, un músico de 23 años y actor aficionado (en la imagen, en un ensayo con su grupo amateur de teatro), también recibió un disparo, pero es uno de los pocos afortunados que han logrado salir de la Franja de Gaza para recibir tratamiento. En un hospital de MSF en Amman que se especializa en servicios de cirugía reconstructiva para heridos de guerra de todo Oriente Próximo, se sometió a una cirugía ortopédica y tratamiento para una infección en su hueso. Requirió de un tratamiento de cuatro semanas de antibióticos en una sala de aislamiento.
Un músico afortunado. Iyad, un músico de 23 años y actor aficionado (en la imagen, en un ensayo con su grupo amateur de teatro), también recibió un disparo, pero es uno de los pocos afortunados que han logrado salir de la Franja de Gaza para recibir tratamiento. En un hospital de MSF en Amman que se especializa en servicios de cirugía reconstructiva para heridos de guerra de todo Oriente Próximo, se sometió a una cirugía ortopédica y tratamiento para una infección en su hueso. Requirió de un tratamiento de cuatro semanas de antibióticos en una sala de aislamiento.
Una economía bajo mínimos. La economía de la Franja de Gaza ha estado al borde del colapso por el bloqueo israelí, la lucha política palestina y las restricciones egipcias sobre el movimiento. Las personas atrapadas aquí han visto cómo desaparecen sus medios para subsistir. Las lesiones que sufrieron miles de personas -más de 7,000 han resultaron heridas por balas del ejército israelí desde el 30 de marzo de 2018- solo han empeorado las cosas.
Una economía bajo mínimos. La economía de la Franja de Gaza ha estado al borde del colapso por el bloqueo israelí, la lucha política palestina y las restricciones egipcias sobre el movimiento. Las personas atrapadas aquí han visto cómo desaparecen sus medios para subsistir. Las lesiones que sufrieron miles de personas -más de 7,000 han resultaron heridas por balas del ejército israelí desde el 30 de marzo de 2018- solo han empeorado las cosas.
La incertidumbre de si podrán volver a caminar. Un año después de que le dispararan, en Iyad persiste la incertidumbre. "Todos mis pensamientos son sobre mi lesión. ¿Cuándo podré caminar? ¿Podré caminar nuevamente? “. Necesita otra serie de operaciones en Amman dentro de seis meses. Tras ello, le espera un largo período de rehabilitación antes de que, con suerte, vuelva a caminar. La carga de cuidar a los heridos, que son en su mayoría hombres, ha caído principalmente sobre sus esposas y madres.
La incertidumbre de si podrán volver a caminar. Un año después de que le dispararan, en Iyad persiste la incertidumbre. "Todos mis pensamientos son sobre mi lesión. ¿Cuándo podré caminar? ¿Podré caminar nuevamente? “. Necesita otra serie de operaciones en Amman dentro de seis meses. Tras ello, le espera un largo período de rehabilitación antes de que, con suerte, vuelva a caminar. La carga de cuidar a los heridos, que son en su mayoría hombres, ha caído principalmente sobre sus esposas y madres.
Endeudados para poder sobrevivir. Murad comienza a llorar cuando describe que no han podido pagar la cuenta del gas de su casa, que sólo tiene una habitación, y lo mal que lo han pasado debido a ello. Cuenta que se ha tenido que endeudar para poder comprar galletas y pan. "Puedes saber quiénes son tus amigos durante los tiempos difíciles", dice. "Ahora veo que no tengo ninguno". En la imagen, en la casa de su padre, quien perdió una pierna debido a un accidente.
Endeudados para poder sobrevivir. Murad comienza a llorar cuando describe que no han podido pagar la cuenta del gas de su casa, que sólo tiene una habitación, y lo mal que lo han pasado debido a ello. Cuenta que se ha tenido que endeudar para poder comprar galletas y pan. "Puedes saber quiénes son tus amigos durante los tiempos difíciles", dice. "Ahora veo que no tengo ninguno". En la imagen, en la casa de su padre, quien perdió una pierna debido a un accidente.
Heridos que no pueden trabajar. Murad tiene 26 años y le quedan pocas esperanzas. "Esta herida me ha destruido. Antes trabajaba, reparaba de antenas parabólicas, pero ahora no puedo hacerlo y nadie me puede ayudar". Antes ganaba unos 20 shekels al día (5 euros); pero “desde mi lesión, solo me siento en casa. Vivo con mi madre y no recibimos ayuda de nuestra familia”.
Heridos que no pueden trabajar. Murad tiene 26 años y le quedan pocas esperanzas. "Esta herida me ha destruido. Antes trabajaba, reparaba de antenas parabólicas, pero ahora no puedo hacerlo y nadie me puede ayudar". Antes ganaba unos 20 shekels al día (5 euros); pero “desde mi lesión, solo me siento en casa. Vivo con mi madre y no recibimos ayuda de nuestra familia”.
Un local para vender té y café. Murad trata de buscar una salida. “Sé que me pueden amputar la pierna, pero a pesar de eso sigo intentando recibir tratamiento. Al principio me negué a viajar, pero ahora espero hacerlo, a donde sea que me lleven”. En los pocos momentos en los que piensa en la posibilidad de un futuro mejor, Murad se imagina abriendo un local “en el que pueda vender té y café”.