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Madrid dará refugio temporal a activistas amenazados en Colombia: “Podremos descansar para volver con fuerza”

La defensora colombiana Rudy Estela Posada.

Icíar Gutiérrez

Rudy Estela Posada forma parte de la última generación de pescadores, barequeros –dedicados a la minería artesanal– y campesinos que vivieron a orillas del río Cauca en Antioquia, una región al noroeste de Colombia. “Nuestras casas, las que nos dejaron nuestros abuelos, están ahora 50 metros por debajo del agua. Al quitarnos el río, nos quitaron todo”, explica. Su vida y la de su comunidad, azotada por años de conflicto armado, recibieron un revés con la construcción de la hidroeléctrica Hidroituango, una represa ubicada en ese mismo río en el que creció. 

Se calcula que más de 500 familias se han visto forzadas por el megaproyecto, impulsado por la compañía Empresas Públicas de Medellín (EPM). También la de Posada. Hoy es una de las líderes del Movimiento Ríos Vivos de Colombia, que agrupa a 12 asociaciones de personas afectadas por la represa que reclaman poder permanecer en la zona y el “desmantelamiento” del proyecto.

Por su labor, Posada se ha convertido, como la mayoría de sus compañeros, en blanco de constantes ataques que le llevan a estar en un estado permanente de alerta, según relata. “He sufrido muchas amenazas verbales o por mensaje de texto, y, siempre, persecución. Este año nos han asesinado a tres líderes, muchos compañeros se han marchado por las amenazas. Esto lleva a que la gente tenga temor a organizarse, y si no lo hacen, no habrá justicia. Tenemos que seguir defendiendo nuestros derechos para dejar algo a nuestros hijos y nietos. La empresa nos quitó el río y estamos dispuestas a pagar con nuestras vidas para defenderlo”, sostiene la defensora en una conversación con eldiario.es.

La activista asegura que presentará su candidatura para poder darse un respiro y venir unos meses a Madrid en el marco del programa de acogida temporal a activistas de derechos humanos en riesgo gestionado por la ONG Mundubat, que ha sido presentado este martes en la capital. Se trata del primer proyecto de este tipo en la ciudad pero bebe de experiencias previas en EuskadiAsturias o Catalunya.

Tres meses para recuperarse lejos de la persecución

El programa, financiado por el Ayuntamiento de Madrid, persigue ofrecer durante tres meses –febrero, marzo y abril– un lugar seguro donde estas personas puedan reponerse lejos de los peligros que pesan sobre ellas cada día. A lo largo de este tiempo, recibirán apoyo psicosocial si así lo requieren para recuperarse, podrán formarse y darán a conocer las causas que defienden.

En esta primera edición, se costeará la estancia de tres activistas procedentes de Colombia, donde, según datos del pasado marzo, al menos 282 defensores de derechos humanos han sido asesinados desde 2016, año en el que se puso fin al conflicto entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Al menos 312 defensores de derechos humanos fueron asesinados por su labor en 2017,  según Front Line Defenders. Colombia estaba entre los cuatro países que engloban casi la totalidad de homicidios, 80%, junto a Brasil, México y Filipinas.

“En primer lugar, están los mecanismos comunitarios de protección. Pero a veces, no son suficientes y hay que sumar otro que sean un recurso de último aliento para garantizar que pueden continuar con su labor, dotarles de una seguridad y acogida temporal para que puedan regresar con mayor fortaleza”, explica. “Este tipo de programas tiene un impacto positivo. Poder descansar es fundamental pero no es fácil, la desconexión es un reto para las personas que están tan comprometidas en su día a día, tanto que su vida en muchas ocasiones corre peligro”, agrega Alonso.

Posada reconoce que hace tiempo que el miedo no le permite descansar bien. “A veces no podemos dormir en los albergues en los que estamos desplazados por el miedo que nos da. Ahora nos van a desalojar, lo que nos pone en mayor riesgo porque no tenemos adónde ir. Tendremos que dormir bajo una carpa de plástico y dormir en la calle. Tampoco podemos dejar que la Policía se acerque a nosotros, porque un grupo armado nos va a preguntar qué hacíamos hablando con ellos y nos pueden acabar matando”, resume.

Pese al agotamiento, cuando enumera los motivos por los que le gustaría pasar unos meses en España, el primero que nombra es la posibilidad de dar a conocer la situación que atraviesa sus comunidad y de regresar con más fuerza. “El compañero que venga tiene aprovecharlo al máximo. Esperamos visibilizar nuestra problemática y aprender muchísimo para la vuelta. También, descansar para poder volver despejados con otras energías. Poder dormir bien, poder comer. Estas oportunidades son cruciales para nosotros. No hemos tenido respuesta del Gobierno colombiano, ni el departamental ni el municipal. Tenemos que tocar otras puertas”, comenta la defensora.

“Quieren debilitarnos, pero seguimos siempre fuertes”

Así, uno de los objetivos que se persigue con el programa es fortalecer el apoyo a sus colectivos desde las instituciones y las organizaciones sociales. “Además del reposo y la recuperación, para nosotros es muy importante tener en cuenta que estas personas son parte de una organización: darla a conocer, que cuando se vayan sean más conocidas en España y que se generen apoyos cuando regresen”, recalca Nacho Aznar, coordinador del programa. En pocas palabras, que no se sientan solas cuando se coloquen en primera línea para reivindicar la libertad y la diversidad sexual o los derechos de los campesinos, para defender los recursos naturales o denunciar los abusos que sufren sus comunidades. 

“Las organizaciones internacionales tenemos una responsabilidad de acompañar en la labor de protección a los defensores. El Ayuntamiento se ha comprometido a dar continuidad a la protección tras su retorno. Es importante que esta protección continúe”, sentencia Alonso. Para Posada, tras regresar, no hay otra opción que seguir en pie, a pesar del riesgo y codo con codo con sus compañeros. “Nos amenazan para debilitar nuestra organización. Pero nosotros seguimos siempre fuertes. Nos ayudamos los unos a los otros. Siempre hemos sido una familia y vamos a seguir siéndolo”.

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