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El BCE mantiene los tipos de interés en el 4,5% y ve casi normalizada la inflación en 2024

Christine Lagarde, presidenta del BCE.

Daniel Yebra

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El Banco Central Europeo (BCE) ha decidido este jueves mantener los tipos de interés de referencia en la eurozona en el 4,5%. La institución monetaria ha dejado el 'precio' oficial del dinero en máximos de 2001, después de parar el ciclo de austeridad monetaria más agresivo de su historia a finales de octubre. Hasta entonces, ejecutó 10 aumentos consecutivos desde el 0% en el que estaban los tipos de interés en julio de 2022.

Con esta decisión, el BCE firma el fin del endurecimiento monetario para luchar contra la inflación, que prevé que caiga al 2,7% de media el próximo año y al 2,1% en 2025. La estrategia de la institución pasa por encarecer el acceso a la financiación para ahogar la capacidad de invertir de las empresas, de consumir de las familias y de gastar de los Estados, y busca contener así las subidas de precios.



Austeridad monetaria que, sin complejos, asumía el riesgo de provocar una recesión, en la que ha caído Alemania (todas las previsiones apuntan a que su PIB retrocederá en 2023) y ante la que está cerca de caer el conjunto de la eurozona, con la excepción destacada de España.

Los síntomas manifiestos de contracción de la actividad económica han dejado sin argumentos al BCE para sostener la agresividad de los últimos meses, pese a que el mercado de trabajo resiste. Sobre todo, porque la inflación ya se moderó hasta el 2,4% en noviembre de media para los socios europeos, respecto al mismo mes del año pasado.



El proceso de 'desinflación' se ha generalizado y está siendo más rápido de lo esperado por el propio BCE. Hasta el punto de que ha favorecido que las expectativas de que decida una primera de los tipos de interés se han llegado a adelantar a marzo o abril. Unas estimaciones sobre las que la presidenta de la institución, Christine Lagarde, ha evitado pronunciarse en la rueda de prensa que ha concedido este reunión, tras la reunión de su consejo de gobierno. Sí que ha dicho que, de momento, “no se ha discutido ningún recorte”.

“No se va de sólido a gas sin pasar por el estado líquido”, ha puesto de ejemplo Lagarde. De hecho, “aunque la inflación ha caído en los últimos meses, es probable que vuelva a repuntar temporalmente a corto plazo”, matiza la institución en el comunicado publicado este mismo jueves.

Sin embargo, destaca que “de acuerdo con las últimas proyecciones de los expertos del Eurosistema para la eurozona, se espera que la inflación descienda gradualmente durante el próximo año y que se acerque al objetivo del Consejo de Gobierno del 2% en 2025. En conjunto, los expertos prevén que la inflación general se sitúe en promedio en el 5,4 % en 2023, el 2,7% en 2024, el 2,1% en 2025 y el 1,9% en 2026. En comparación con las proyecciones de septiembre, esto supone una revisión a la baja para 2023 y especialmente para 2024”.

Por otra parte, “la inflación subyacente [que excluye de su cálculo la energía y los alimentos] ha seguido moderándose, pero las presiones inflacionistas internas continúan siendo intensas, debido principalmente al fuerte crecimiento de los costes laborales unitarios [los salarios y las cotizaciones]. Los expertos del Eurosistema prevén que la inflación, excluidos la energía y los alimentos, se sitúe en promedio en el 5,0% en 2023, el 2,7% en 2024, el 2,3% en 2025 y el 2,1% en 2026”, detalla el BCE.

“Las anteriores subidas de los tipos de interés siguen transmitiéndose con fuerza a la economía. El endurecimiento de las condiciones de financiación está frenando la demanda, lo que está ayudando a reducir la inflación”, admite la institución.

“Los expertos del Eurosistema prevén que el crecimiento económico continúe siendo débil a corto plazo. Más adelante, se espera que la economía se recupere gracias al incremento de las rentas reales —ya que los ciudadanos se beneficiarán de la caída de la inflación y del aumento de los salarios— y a la mejora de la demanda exterior. Los expertos del Eurosistema prevén, por tanto, un repunte del crecimiento desde un promedio del 0,6 % en 2023, hasta el 0,8 % en 2024, y el 1,5 % en 2025 y 2026”, resume.

El euríbor retrocede

La caída del euríbor en más de medio punto desde máximos, al 3,7% (un mínimo no visto desde marzo de este año) es uno de los indicadores que recoge estas expectativas de que la institución alivie el acceso a la financiación en los próximos meses, ante la moderación de las subidas de precios.



La previsión de un próximo recorte de tipos provoca más competencia entre los bancos y por eso se traslada al índice de los hipotecas –que es el resultado de una media ponderada de los tipos de interés a los que 19 bancos de la eurozona se prestan el dinero entre ellos, que, a su vez, depende del 'precio' oficial del dinero–.

La semana pasada, lsabel Schnabel, la principal defensora de la ortodoxia alemana en el comité ejecutivo del BCE, citó al economista John Maynard Keynes (quien fundamentó la intervención del Estado para revertir los desequilibrios y las crisis, en contra de los creyentes en la autorregulación del mercado) al ser preguntada por la moderación de subidas de precios. “Cuando los hechos cambian, yo cambio de opinión”, dijo.

“El dato de inflación de noviembre fue una sorpresa muy agradable. Lo más importante es que la inflación subyacente, que ha demostrado ser más persistente, ahora también está cayendo más rápidamente de lo que esperábamos. Esto es bastante notable. En definitiva, la evolución de la inflación ha sido alentadora”, aseguró.

Aquellas declaraciones fueron la primera concesión del núcleo duro del consejo de gobierno de la institución, que junto al comité ejecutivo (que lo forman la presidenta, el vicepresidente Luis de Guindos, el economista jefe, la alemana y otro puñado de miembros), lo completan los gobernadores de los bancos centrales de cada país del euro. Pero, de momento, es solo eso, una primera concesión. La estrategia de encarecer la financiación para asfixiar la economía, y combatir así la inflación, seguirá vigente.

Los tipos de interés en Estados Unidos y el euro

La política monetaria de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos condiciona al BCE porque funciona como una aspiradora de dinero hacia el dólar. Al haber subido los tipos de interés más (hasta el 5,5%, donde decidió mantenerlos este miércoles) y desde hace más tiempo ha incrementado también más la rentabilidad que ofrece la deuda de Estados Unidos, considerado el activo más seguro a nivel internacional. Es decir, muchos euros se intercambian por dólares para conseguir ese mayor rendimiento.

La depreciación del euro, que a mediados del año pasado llegó a caer por debajo de la paridad con la divisa norteamericana, es inflacionista para la eurozona porque automáticamente encarece la factura de petróleo o gas de los países, porque precisamente se comercian en dólares. Tanto cae el euro respecto al dólar, tanto suben en bruto la mayoría de materias primas. Este efecto del tipo de cambio obliga al BCE a perseguir a la Fed, al margen de su propia estrategia. Una realidad que explicaría que mientras la Fed dejó la puerta abierta a 3 bajadas de tipos en 2024, el Banco Central Europeo haya evitado ese debate.

Cambios en los programas de compras de deuda

Respecto a la otra herramienta de política monetaria con la que cuenta el BCE, además de los tipos de interés, la institución sí que introdujo cambios este jueves. Por un lado, recordó que el programa de creación dinero para comprar deuda (que diseño tras la crisis financiera de 2008 para bajar los costes de financiación de países y empresas, y que se conoce como APP) “está reduciéndose a un ritmo mesurado y predecible, dado que el Eurosistema ha dejado de reinvertir el principal de los valores que van venciendo”.

Por otra parte, “el Consejo de Gobierno prevé seguir reinvirtiendo íntegramente durante el primer semestre de 2024 el principal de los valores adquiridos en el marco del PEPP [el programa de emergencia desplegado por la pandemia] que vayan venciendo. En el segundo semestre del año, espera reducir la cartera del PEPP en 7.500 millones de euros mensuales en promedio. El BCE prevé poner fin a las reinversiones en el marco del PEPP a final de 2024”.

Por último, “el Consejo de Gobierno continuará actuando con flexibilidad en la reinversión del principal de los valores de la cartera del PEPP que vayan venciendo, con el objetivo de contrarrestar los riesgos para el mecanismo de transmisión de la política monetaria relacionados con la pandemia”. Esta flexibilidad significa que utiliza dinero de los vencimientos de la deuda comprada de Alemania, Países Bajos o de otros países con mejores condiciones de financiación para reinvertirlos en los socios del euro más sobreendeudados, como Italia o España, para que evitar sus costes de financiación se disparen mucho en comparación. Es decir, para evitar fuertes repuntes de las primas de riesgo.

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