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Por qué el dinero alemán tiene fama de estúpido en el extranjero

Edificio del Bundesbank, en Francfort, Alemania.

Aldo Mas

La expresión 'Stupid German Money' o “estúpido dinero alemán” tiene orígenes artísticos. Esta expresión se gestó en el ámbito cinematográfico lejos de Alemania, la mayor economía del 'viejo continente'. A finales de los años noventa, y hasta principios de este siglo, hubo empresas con forma de fondos de inversiones que lograban hacerse con dinero de los contribuyentes alemanes para financiar películas que, contrariamente a lo que se esperaba de ese dinero público, no eran alemanas, sino de Hollywood. A estos recursos económicos se les llamó con sorna dentro del cine al otro lado del Océano Atlántico Stupid German Money o “estúpido dinero alemán”.

En 2005, el Gobierno de la canciller Angela Merkel terminó legislando y poniendo fin a estas actividades. Sin embargo, en aquella época, a los bancos no se les había puesto coto, especialmente a las instituciones financieras germanas. Por eso, en los años previos a la crisis de las hipotecas subprime, había una boutade en el mundo de las finanzas deudora de la expresión sobre el 'estúpido dinero alemán': “Si no puedes vender un activo tóxico, pásalo a un banco regional alemán”.

Así, en el libro La gran apuesta (Ed. Debate, 2013) del autor y periodista económico estadounidense Michael Lewis también quedan retratadas las supuestas pocas luces del dinero alemán. Ese libro fue en 2015 llevado al cine en una película homónima dirigida por Adam McKay. En ella aparecían encarnando a los grandes ganadores de la crisis financiera de 2008 Christian Bale, Steve Carell, Ryan Gosling y Brad Pitt.

El libro de Lewis cuenta cómo Greg Lippmann, ahora gestor de fondos de inversión pero hasta 2010 y desde bien antes de la crisis financiera trader para Deutsche Bank, siempre decía “Düsseldorf” cuando se le preguntaba quiénes estaban comprando bonos basura. “Cuando se le preguntaba quién estaba comprando esa mierda, siempre respondía: 'Düsseldorf'”, rememora en el volumen de Lewis uno de los asesorados por Lippmann, aludiendo a los productos financieros que originaron la crisis global de 2008.

Transcurridos algo más de diez años después de esa gran crisis, y dejando de lado la parte de responsabilidad que recae sobre instituciones como Deutsche Bank o los Landesbanken germanos, el dinero alemán en el extranjero no para de crecer. Lo hace, además, dando cuenta de que probablemente no sea tan “estúpido” como lo han creído en Estados Unidos.

Tanto es así que, de acuerdo con los últimos estudios del Bundesbank, el banco central alemán, en la última década no han parado de crecer los activos germanos en el extranjero. A finales de 2017 la posición de inversión internacional neta alemana alcanzaba los 1,8 billones de euros. Por posición de inversión internacional neta se entiende el montante que resulta cuando a las inversiones de un país en el exterior se le restan las inversiones procedentes del exterior.

En concreto, esos 1,8 billones de euros surgen de la siguiente sustracción: 8,4 billones de euros de inversiones germanas fuera de Alemania menos unas inversiones extranjeras en suelo teutón valoradas en 6,6 billones de euros. Esos 1,8 billones se identifican, además, con un 54% del PIB alemán, tres veces más de lo que representaban esos activos hace diez años.

Un rendimiento medio del 3,7%

Esos activos en el extranjero son sólo parte de lo que posee el país de la canciller Angela Merkel, una riqueza valorada en 16,5 billones de euros. El capital germano fuera de Alemania presenta un rendimiento medio del 3,7%, de acuerdo con los datos del Bundesbank. Éste, en su último informe, publicado a finales de 2018, recopilaba información desde 2008 a 2017. Las inversiones directas son las que más han rendido en ese periodo de tiempo. A saber, un 5,2%.

Ese rendimiento contradice a quienes acusan “a los inversores alemanes de invertir su dinero de manera ineficiente y, por tanto, equivocadamente”, se llega a leer en el informe del Bundesbank.

Por todo ello, el diario conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung se permitía recordar a finales de 2018 que el “'Stupid German Money' es un cuento de hadas”. El periódico económico Handelsblatt, por su parte, ha celebrado en un titular que “el dinero alemán no es tonto”. Lo hacía a cuenta de otro estudio publicado a cargo del Instituto la Economía Mundial de Kiel (IfW, por sus siglas alemanas) en el que también se señalaba la rentabilidad creciente de las inversiones germanas fuera de las fronteras teutonas.

“Las inversiones alemanas directas registran desde 2005, pese a las pérdidas ocurridas durante la crisis, ligeras ganancias netas”, según las conclusiones del IfW reproducidas por el Handelsblatt. Actualmente, de acuerdo con el Bundesbank, esas inversiones directas germanas fuera de Alemania se identifican con 546.000 millones de euros, un montante que se ha multiplicado por dos en la última década. Esas inversiones se dividen a partes iguales entre la zona euro y fuera de ella.

Horizonte favorable para las inversiones alemanas

De acuerdo con el Bundesbank, empresas y personas privadas constituyen el sector con el mayor número de activos en el extranjero, identificándose en 2017 con 1,9 billones de euros. En 2007 le correspondía 1,2 billones de euros.

El horizonte es optimista para los inversores alemanes interesados en los negocios del extranjero. Según los expertos del banco central alemán, el dinero que todos estos sectores – empresas, personas privadas e instituciones financieras – seguirán destinando al extranjero no parará de crecer en las próximas dos décadas. Tonto o no, el dinero alemán fuera del territorio germano crece, y con ello las posibilidades de influencia del país de Angela Merkel.

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