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Vuelven los colosos del cielo: varias empresas ultiman zepelines de nueva generación

El dirigible Pathfinder 1, de 180 metros de largo, que la empresa LTA Research está construyendo cerca de San Francisco.

Carlos del Castillo

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“Y volaremos de nuevo”. El retorno de los dirigibles, los aparatos voladores más grandes jamás construidos, da para una buena cantidad de lemas épicos. El citado es de LTA Research, una empresa estadounidense financiada por uno de los fundadores de Google que quiere poner en el cielo su zepelín de nueva generación este mismo año. Pero no es la única. Varios proyectos alrededor del mundo están llegando a su fase de pruebas de vuelo, incluidos dos que recorrerían los cielos españoles. Han pasado más de 85 años del desastre del Hindenburg y la humanidad está lista para volver a intentarlo.

La idea de los zepelines ha vuelto a la vida por su potencial de ser un medio de transporte más ecológico y energéticamente eficiente que las actuales alternativas aéreas. Nunca irán tan rápido como un avión, pero sí pueden quedarse suspendidos en un mismo punto como un helicóptero a la vez que transportan cargas de varias toneladas. Es algo así como llevar un trasatlántico a los cielos. “Un dirigible es algo intermedio entre la carga marítima y la carga aérea”, explican desde LTA.

Los nuevos colosos no igualarán de momento la envergadura masiva del siniestrado Hindenburg. Sus 245 metros de largo y 41 metros de diámetro entraron en llamas y se precipitaron al suelo cuando se disponía a aterrizar en Nueva Jersey en 1937, dejando una secuencia de imágenes para la historia. Sus sucesores más grandes se quedan de momento en la mitad. El Pathfinder I que está construyendo LTA en San Francisco se queda en los 120 metros de largo y 20 de diámetro. Alcanzará velocidades de hasta 120 kilómetros por hora (lo mismo que el Hindenburg) y podrá llevar cargas de cuatro toneladas.

Los dirigibles nunca llegaron a desaparecer del todo, aunque a raíz del accidente del Hindenburg redujeron su tamaño y el peso de su equipamiento. Los actuales se utilizan como aeronaves de vigilancia, publicidad o para vuelos turísticos.

LTA promociona el Pathfinder I como un vehículo destinado a las emergencias humanitarias, donde un transporte que pueda quedarse suspendido sobre una zona durante largos períodos sin aterrizar puede ser especialmente útil. Lo cierto es que se trata solo de un prototipo. El objetivo de la empresa es aprender y aplicar la experiencia que se gane con él en el Pathfinder II, que tendrá 180 metros, será más rápido y podrá llevar más carga.

Otras compañías que trabajan por la resurrección de los zepelines confían en que sus modelos tengan un uso real incluso antes. Es el caso de HAV, que quiere utilizarlos para el transporte de pasajeros en trayectos cortos. Su Airlander 10 tiene 92 metros de largo y un diámetro de 26 metros. Utiliza helio para lograr la sustentación y tiene una estructura rígida que le permite mantener su forma incluso cuando está vacío de gas. Puede transportar cargas pesadas y puede operar tanto en condiciones atmosféricas adversas como en áreas sin infraestructura aeroportuaria.

Hace un año la aerolínea Air Nostrum, especializada en vuelos regionales desde el levante español, anunció un acuerdo con HAV para adquirir hasta 10 dirigibles. Su plan es que los primeros estén operativos en 2026. El fabricante promete que para entonces sus zepelines podrán transportar hasta 100 pasajeros en vuelos de hasta 750 kilómetros. HAV también lo asimila con un barco volador. “Viajar en avión suele significar esperas, colas abarrotadas y vuelos estrechos. Airlander proporciona una experiencia totalmente diferente al pasajero. Todos los aspectos antes, durante y después del vuelo se parecen más a un ferry que a un avión: a menudo nos referimos a Airlander en esta aplicación de movilidad como un ferry rápido”, explica la compañía.

Por ejemplo, un ferry entre Barcelona e Ibiza puede tardar entre siete y diez horas en completar el trayecto. El dirigible de HAV tardaría la mitad con una velocidad máxima de 130 kilómetros por hora, pero con una huella de carbono muy similar por pasajero a la que tiene un transporte marítimo. Un avión puede hacer ese viaje en una hora, pero con una huella de carbono por pasajero 10 veces superior.

Nueva tecnología de seguridad

El Airlander 10 es un proyecto que lleva más de una década en desarrollo y que ha sufrido varios retrasos debido a los accidentes que sufrieron sus modelos de prueba en 2016 y 2017, sin víctimas. Los avances técnicos de los últimos 85 años permitirán aumentar enormemente la seguridad de los zepelines, pero no deja de ser una industria en pañales en comparación con la aviación tradicional.

En lugar de las antiguas vigas de aluminio remachadas, los zepelines modernos utilizan fibra de carbono y titanio para su estructura, lo que los hace aún más ligeros pero más resistentes que sus predecesores. El revestimiento también ha tenido una evolución similar. El Hindenburg y sus coetáneos utilizaban lonas de algodón pintadas con recubrimientos que las hacían algo más ignífugas y aerodinámicas. LTA explica que el exterior del Pathfinder I está compuesto por tres capas de diferentes materiales sintéticos que mejoran su resistencia al fuego y su rendimiento estructural.

Pero no todos los dirigibles de nueva generación están destinados a evolucionar hacia el transporte de mercancías o pasajeros. La Unión Europea quiere aprovechar esta tecnología para diseñar nuevas plataformas estratosféricas que puedan alcanzar enormes alturas. Si el Airlander 10 puede subir hasta los 6.000 metros, el objetivo de Bruselas con el proyecto EuroHAPS (High-Altitude Platform Systems) es construir dirigibles que lleguen a la estratosfera, 20 kilómetros por encima de la superficie de la tierra. Los ministerios de Defensa de España y otros cinco países europeos participan en la iniciativa, cuya principal motivación es la vigilancia y la seguridad.

El primero prototipo del proyecto será construido por la compañía francesa Thales Alenia y tendrá unos 140 metros de largo. No está previsto que lleve pasajeros y será extremadamente ligero, a medio camino entre un satélite y un dirigible. Se trata de una evolución de los famosos globos aerostáticos chinos que causaron una crisis diplomática entre EEUU y el gigante asiático, al que Washington acusó de espionaje.

La base de lanzamiento del Stratobus se ubicará en Fuerteventura y el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) participará en su diseño. “Tenemos un rol destacado en el proyecto, liderando técnicamente la integración de la misión española de vigilancia e inteligencia de señal en la plataforma francesa Stratobus”, explicó el organismo. El objetivo del programa es elegir un prototipo que se convertirá en la plataforma oficial de la UE para este tipo de misiones.

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