Iker Armentia es periodista. Desde 1998 contando historias en la Cadena Ser. Especializado en mirar bajo las alfombras, destapó el escándalo de las 'preferentes vascas' y ha investigado sobre el fracking. Ha colaborado con El País y realizado reportajes en Bolivia, Argentina y el Sahara, entre otros lugares del mundo. En la actualidad trabaja en los servicios informativos de la Cadena Ser en Euskadi. Es adicto a Twitter. En este blog publica una columna de opinión los sábados.
El regreso de La Polla Records en la era de Vox
Vivo en Vitoria, un sitio que es como todos los sitios. Lo único que uno de cada ocho es policía. Y a menudo llueve. En el sitio donde yo vivo, nos tragamos la ficción de que somos más conocidos en el mundo que las pipas Facundo, pero hemos tenido que poner un logo de musgo con el nombre de la ciudad para que puedan identificarnos sin problemas. Seamos sinceros, del lugar en el que vivo, Vitoria y su provincia Álava, hay muy pocas cosas que tengan éxito fuera de nuestro reconfortante ombligo: el Baskonia, La Polla Records y Santiago Abascal. Iñaki Urdangarin estaba en la terna -se crió en Vitoria- pero desde que lo cazaron borboneando, preferimos precisar a los turistas que Urdangarin nació en Zumárraga. No somos nada.
Ha vuelto La Polla Records, los de Agurain. Ha vuelto Santiago Abascal, el de Amurrio. Y lo están petando. Los punkis anarcos y los fascistas están de moda. La nostalgia por el cagüendios y el franquismo ha coincidido en el tiempo y no sé si es casualidad, pero no lo parece. Se están agotando las entradas de unos punkis que cantan que las banderas son trapos de colores cuando estamos a punto de fallecer de sobredosis de banderas de todos los colores, y las listas del partido ultra de moda se llenan de adoradores de las banderas con aguilucho. Han vuelto la Polla y El Pollo.
La Polla Records ha regresado en megarrecintos, con entrevistas en programas progres y una campaña publicitaria que pone cachondo hasta a los hipsters. La Polla ha vuelto a por todas, pero con el riesgo de diluir su rabia en la sociedad de consumo que tanto ataca. Mucho marketing, poca diversión (esta cita es de Eskorbuto, ojo). Ha sido irónico ver a La Polla anunciando en las redes que su último disco está en preventa en El Corte Inglés y recordar que Evaristo cantaba aquello de “punk de postal, punk de escaparate, moda punk en Galerías ¡Muy punk!”. Apunte para la chavalería: Galerías es Galerías Preciados, a las que se zampó El Corte Inglés hace muchos años, el mismo año que se nos casó la infanta con Marichalar y luego llegaría Froilán y se nos iría de mani a Colón.
La Polla ha regresado por la pasta. Probablemente. Tampoco me parece algo extraño, aunque pagar 40 pavos por una entrada de La Polla sea un tanto extraño. Evaristo ha seguido en la carretera con Gatillazo -en realidad nunca se ha ido- pero algunas biografías de miembros de la banda han sido bien jodidas: mil colegas han quedado tiraos en el camino y cuántos más van a quedar. Así que si quieren volver a dar guerra, por mí bien. Supongo que, como todo quisqui, La Polla Records también tendrá que vivir con sus contradicciones. Y me resulta complicado acusar a alguien de venderse -bueno, a veces sí lo hago, pero hoy no me apetece- cuando mogollón de gente estamos en cierta medida vendidos entregando nuestro tiempo a cambio de dinero para sobrevivir. Eso que se llama trabajo o vivir tristemente para morir democráticamente.
Y aunque sólo sea porque La Polla va a tocar el 12 de octubre en Madrid, el regreso ya merece la pena. Un concierto en plena bacanal nacionalista con sus señorías las autoridades muy felices haciendo el mamón siempre en nombre de la razón. No había creado tanta expectación un punki de mi tierra en Madrid desde que el Cojo Manteca destrozaba cabinas telefónicas a muletazos en los ochenta. Si el tripartito no lo impide, puede que en semejante jornada de exaltación militar, Evaristo grite que moriréis como imbéciles, moriréis como héroes, mientras ellos en refugios os verán por televisión. Y que un patriota es un idiota. Y puede también que acabemos todos en la Audiencia Nacional. Y, bueno, peña, agur.
Sobre este blog
Iker Armentia es periodista. Desde 1998 contando historias en la Cadena Ser. Especializado en mirar bajo las alfombras, destapó el escándalo de las 'preferentes vascas' y ha investigado sobre el fracking. Ha colaborado con El País y realizado reportajes en Bolivia, Argentina y el Sahara, entre otros lugares del mundo. En la actualidad trabaja en los servicios informativos de la Cadena Ser en Euskadi. Es adicto a Twitter. En este blog publica una columna de opinión los sábados.