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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

La pose del lehendakari

Urkullu muestra su disposición "absoluta" para garantizar la gobernabilidad

Amaya Fernández

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El lehendakari Iñigo Urkullu ha aprovechado el auge del nacionalismo y del populismo de derechas a nivel nacional, sin representación en Euskadi, para proponer en el País Vasco un cordón sanitario en torno a VOX que sea capaz de proteger, dijo, la convivencia y a las nuevas generaciones de la radicalidad. Las palabras de Urkullu, pronunciadas desde el hemiciclo del Parlamento Vasco, llaman poderosamente la atención. Lo hacen porque con ellas el dirigente del PNV deja al descubierto las preocupantes contradicciones de su Gobierno, integrado también por el PSE, las de su partido y las suyas propias.

La propuesta del lehendakari llegó dos días después de que el PNV, el PSE y Podemos colocasen una alfombra roja en la Cámara vasca para que la izquierda abertzale, que sigue sin condenar el terrorismo, pudiese estar presente en el Día de la Memoria, un día que precisamente nació para deslegitimar el terrorismo. Y llegó en la antesala de una serie de reuniones bilaterales que el PNV prevé mantener con Bildu, la formación más radical de Europa, para pactar juntos los presupuestos vascos, la expresión en cifras de un proyecto político para Euskadi que el propio lehendakari también quiere acordar con Podemos, un partido de izquierda radical cuyo secretario general ha defendido que “ser demócrata es expropiar”, que “cualquier demócrata debería preguntarse si sería razonable que los presos de ETA deberían ir saliendo de la cárcel” o que “donde hay propiedad privada hay corrupción”.

La pose del lehendakari Iñigo Urkullu, como la de su Gobierno, queda en evidencia en Euskadi cuando muestra su profunda preocupación por la legitimación de formaciones políticas sin ningún tipo de representación en el País Vasco mientras anuncia que prevé impulsar la vía soberanista de la mano del único partido que en nuestro país justifica el asesinato selectivo de seres humanos; partido en el que haber sido condenado por asesinar o por ayudar a asesinar es un mérito, no un problema.

La pose del PNV queda en evidencia cuando, pese a argüir ser adalid de la moderación, fue capaz de apoyar una moción de censura contra un Gobierno central del PP bueno para Euskadi; moción fundamentada en la burda instrumentalización por parte del PSOE de unas líneas improcedentes estratégicamente introducidas en una sentencia por un juez afín al socialismo y apartado ya por la Audiencia Nacional. Queda en evidencia cuando, pese a pretender liderar el crecimiento económico de Euskadi, hoy el PNV se erige como el principal promotor de un Gobierno de España integrado por el PSOE de los ERE de Andalucía y por la izquierda radical representada por Podemos.

En política, sobre todo en Euskadi, hay ocasiones en las que se confunde la cintura política con la incoherencia más absoluta. Y cuando eso pasa aparecen en la esfera pública posicionamientos como el del propio lehendakari, que además de pretender combatir la radicalidad construyendo convivencia con Bildu o apuntalando las economías española y vasca con Podemos, en los últimos días ha censurado el “nacionalismo” de VOX sin recalar no ya en lo que significan las siglas del PNV, sino en la historia y en cuáles son y han sido los referentes del nacionalismo vasco.

Se da la circunstancia de que cuando Urkullu apeló a un cordón sanitario para VOX desde la Cámara de Vitoria, el PP vasco se encontraba en el Parlamento Europeo presentando un completo informe en torno a la creciente radicalización en las calles de Euskadi promovida por la izquierda abertzale. En él, de la mano de 50 ejemplos de homenajes a miembros de ETA salidos de prisión, evidenciamos la inacción del Gobierno vasco de PNV y PSE ante una lacra que ya afecta a las nuevas generaciones y reclamamos, de nuevo, que la política vasca trazase un cordón sanitario alrededor de la única fuerza política que defiende que la violencia ilegítima ejercida contra hombres, mujeres y niños fue legítimamente utilizada. Una mayoría social moderada de vascos sigue esperando una respuesta de formaciones que a la hora de prevenir la radicalidad y promover la centralidad y la moderación miran fuera de sus ámbitos de actuación y evitan de forma desleal asumir la responsabilidad que les corresponde. Como respuesta, de momento esa mayoría social moderada sólo ha encontrado la pose de un lehendakari plagado de contradicciones.

*Amaya Fernández es secretaria general del PP vasco

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