El impacto del conflicto en la salud mental: las heridas invisibles de los niños en la guerra
“Cuando los grupos armados vinieron a nuestra aldea, quemaron muchas casas y violaron a muchas niñas. Nosotros huimos con nuestra familia y vecinos. Tardamos cinco días en llegar a la orilla del río que divide Birmania de Bangladesh. Nos quedamos allí otros cinco días. La situación afectó mucho a mi pequeño, Mohammed. Estaba tan traumatizado que, mientras dormía, no dejaba de temblar. Tenía pesadillas todo el tiempo. El corazón le latía muy rápido y los médicos dijeron que esto ocurría porque tenía mucho miedo. Sudaba muchísimo y se desmayaba. Le llevó mucho tiempo poder tranquilizarse”. Es el testimonio de Sara, la madre de Mohammed Arab, un refugiado rohinyá de 10 años. Los rohinyá son un grupo étnico musulmán de Birmania que desde 2017 son objeto de una limpieza étnica por parte de las autoridades birmanas. Eso hizo que la mayoría de sus integrantes se tuviera que refugiar en la vecina Bangladesh, donde actualmente viven, en un campamento, Mohammed y su madre.
Fatima tenía 12 años cuando un bombardeo acabó con la vida de sus padres y sus cinco hermanos cuando estaban en su casa, en Hajjah, Yemen. El impacto le produjo graves heridas en una pierna y necesitó varias operaciones para retirar las esquirlas.
“Quedé inconsciente y enterrada en la arena. Las personas que me rescataron solo pudieron ayudarnos a mi hermana y a mí. Nos llevaron al hospital y eso fue todo. Tenía la pierna tan herida que prácticamente no quedaba piel. Los demás -siente miembros de su familia- fueron enterrados en el pueblo”.
Fátima y su hermana viven ahora con su tía Arwa, quién, preocupada por la salud mental de las niñas asegura que “las dos niñas se despiertan por la noche y nos hablan dormidas. Están muy sensibles. Por la noche, se alteran y comienzan a llorar mientras duermen”.
Atacar a la infancia, nueva estrategia militar
Mohammed, Fátima y su hermana son tres de los más de 24 millones de niños y niñas afectados por los conflictos armados que necesitan apoyo psicológico, según recoge el informe El camino hacia la recuperación: respondiendo a la salud mental infantil en contextos de conflicto, presentado por la ONG Save the Children en varias ciudades europeas. En España, la presentación ha tenido lugar este miércoles 11 de septiembre en la Universidad de Deusto de Bilbao.
Una de las grandes lagunas del impacto de la guerra es la salud mental de las niñas y los niños. Según las estadísticas alrededor de 420 millones de niños y niñas viven en zonas de conflicto. Este informe pone el foco en los 142 millones de niños que viven en zonas de conflicto de alta intensidad, donde en un solo año se producen más de 1.000 muertes relacionadas con los combates. Casi una quinta parte de las personas que viven en zonas de conflicto y que se han desplazado por esa situación necesitarán asistencia psicológica. El 5% experimentará algún trastorno de salud mental grave.
“Las guerras están cambiando. Las guerras y las estrategias militares cruentas incluyen el hacer daño a la infancia de forma premeditada, planificada. Precisamente hay un daño de la guerra en la infancia que no se ve, que es invisible. Por un lado es difícil de medir y por otro, hay pocos recursos o medios para poder paliarlo. Les pongo un ejemplo, imagínense un niño de siete años que durante los últimos cuatro en Siria la banda sonora que ha estado escuchando son bombardeos, las imágenes que ve son vecinos mutilados, niños de su edad que mueren...Este es su contexto y las consecuencias sobre su salud mental son evidentes”, ha señalado David del Campo, director de Programas Internacionales de Save The Children durante la presentación del informe este miércoles en Bilbao.
El estrés tóxico, una de las consecuencias
Entre las consecuencias de sufrir este tipo de vivencias, el informe destaca la conocida como “estrés tóxico”, un tipo de reacción de estrés que se produce cuando un niño se enfrenta situaciones adversas intensas, frecuentes o prolongadas sin el apoyo adecuado de una persona que lo cuide y lo ayude a hacer frente a dichas situaciones de manera sana. De esta manera, como ha explicado Del Campo, “niños de 14 años pueden retroceder 10 años de golpe y empiezan a mearse en la cama, a no dormir por las noches, a solo poder dormir por el día, a sufrir ataques de pánico o psicosis”.
Desde Save The Children han indicado que la publicación de este informe “no ha sido casual”, ya que ha coincidido con los días previos a la Asamblea General de las Naciones Unidas. En él, además, la ONG denuncia que la asistencia para abordar las necesidades de salud mental infantil en situaciones de conflicto es insuficiente, ya que el análisis que han realizado ha detectado que apenas el 0,14% de toda la ayuda oficial para el desarrollo entre los años 2015 y 2017 se destinó a la programación sobre asistencia en salud mental. Por ello, tienen como objetivo que la Asamblea General de las Naciones Unidas y la próxima cumbre de Salud Mental, que tendrá lugar en los Países Bajos, sean una oportunidad para incrementar la financiación necesaria.
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