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Divorcio, aborto y libertad sexual: un recorrido por la historia del feminismo en Bizkaia

"Para el hombre sus derechos nada más, para la mujer sus derechos nada menos" en una pancarta a favor de los derechos de la mujer en los 70 en Euskadi

Maialen Ferreira

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En el año 1976, tras la muerte de Franco y la declaración del Año Internacional de la Mujer por parte de la ONU, cerca de 100 mujeres de distintas tendencias se reunieron el último sábado de febrero en la Iglesia de la Encarnación de Bilbao. Ellas aún no lo sabían, pero esa reunión daría inicio a la Asamblea de Mujeres de Bizkaia, referente del Movimiento Feminista Vasco.

Un año más tarde, se celebraba por primera vez en Euskadi el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, el 8 de marzo, y en diciembre de ese mismo año tendrían lugar las Primeras Jornadas de la Mujer, evento en el que se sentaron las bases del feminismo vasco y se constituyó como un movimiento político.

Durante los años de la Transición el movimiento feminista centró su labor en liberar a las mujeres proponiendo leyes como el divorcio o el aborto. También hizo visible el trabajo doméstico, la libertad sexual y la violencia contra las mujeres.

En los 80, en Euskadi, el feminismo llegó a los partidos políticos y las organizaciones sindicales a través de la “Secretaría de la mujer”, el “Área de la mujer” y a finales, concretamente en el 1988 con la creación del Instituto Vasco de la Mujer (Emakunde), además de las concejalías de la mujer en los ayuntamientos.

Con el objetivo de reivindicar y reconocer la historia del feminismo en Bizkaia y el papel delas mujeres que formaron parte de la ‘segunda ola feminista’, la exposición “Zutik, Zutik, Zutik” recopila reproducciones de fotografías, libros, revistas, pancartas y vídeos del movimiento feminista entre 1968 y 1994.

La exposición, que estará disponible en el Edificio Ensanche de Bilbao hasta el próximo 6 de octubre, recopila testimonios de mujeres que sufrieron violencia machista en los 80, que se dieron cuenta de lo explotadas que se sentían en sus labores del hogar y que querían comenzar a trabar fuera de casa en los 70.

“Yo valoraba el trabajo de mi marido, me parecía que trabajaba mucho más que yo. No, lo único que hacía es que traía a casa más dinero que yo. Y entonces, yo cuento todo lo que hago en un día, y digo: ¡No es posible! ¡No paro! Porque entonces aparte de eso (trabajaba de interina) hacía la ropa. Yo no paraba, y ahí fui consciente del grado de explotación que sufría”. Es el testimonio de Pili Gil Pascual, una de las fundadoras de la Asociación de Trabajadoras del Hogar de Bizkaia en una entrevista realizada por Eider de Dios.

Al de Pili Gil le sigue el de María Luisa, quien fue trabajadora del hogar en Bilbao en 1948. “El marido se limitaba a venir a comer, a dormir la siesta, ir a trabajar, salir e ir con los amigos y cuando los hijos estaban en la cama, venía a cenar. Él no los veía y es que ni verlos, y este tema lo hablo yo con él: ¡Qué bobadas dices! ¡Pues de bobadas nada!”, contaba la mujer también a Eider de Dios para su publicación ‘Sirvienta, empleada, trabajadora del hogar. Género, clase e identidad en el franquismo y la transición a través del servicio doméstico (1939-1995)’, cuyos fragmentos componen parte de la muestra.

Entre los testimonios también se encuentran los de feministas y activistas políticas como Blanca Estrella Ruiz, presidenta la Asociación Clara Campoamor: “Cuando yo trabajaba de telefonista en el año 72 llamaban las mujeres los sábados a la noche. Sus maridos se habían cogido la borrachera padre y les habían dado una paliza. Llamaban las mujeres llorando y luego, iba a la policía y me echaban la bronca. ‘¡No pueden denunciar! ¿Lo tienes claro? Se tiene que aguantar la paliza’. Digo, vamos a ver, ¡pero es que la van a matar! ¿Qué paso podemos dar? Solo se las podía proteger, ir a casa a tocar el timbre y decirle al maltratador que ojito. Encima no se podían ir porque era abandono del hogar y era un delito gravísimo, condenaban solo a las mujeres. Si además se llevaba a los niños era un secuestro. Hasta que no se aprobó el divorcio, el Gobernador Civil firmaba un documento autorizando a que se marcharan”.

Además de los testimonios reales, se muestran fotocopias de documentos oficiales, como por ejemplo, una campaña pro aborto en diciembre de 1979 en la que distribuyeron en Euskadi 30.000 carteles en euskera y castellano y se recogieron 25.000 firmas en toda España. Entre los firmantes vascos, según el documento, se encontraban 48 abogados de Bizkaia, 90 médicos del Hospital de Cruces, 500 firmas “del mundo político y cultural” y apuntan que “doscientos hombres firmaron un documento en el que reconocen colaborado o ayudado en un aborto voluntario”.

El movimiento feminista en los 70 y 80, consciente de la violencia que se ejercía contra las mujeres tanto en sus hogares como fuera de ellos, se encargaba también de distribuir panfletos para informar acerca de “qué hacer ante las agresiones y violaciones”. Un documento enumera los pasos a seguir en este tipo de situaciones: “Responder unidas ante cualquier agresión”, “rebelarnos contra esta situación denunciando a nuestros agresores”, “educar a nuestros hijos e hijas en una concepción no machista del mundo” y “luchar por conseguir que la violación sea considerada como delito público contra la libertad sexual de las personas”. En el caso concreto de violación recomendaban “acudir al médico o al forense del Juzgado sin lavarse ni cambiarse la ropa”, “denunciar la agresión en el Juzgado de Guardia” y “junto con los grupos de mujeres de cada pueblo denunciar públicamente al agresor en su barrio o en su centro de trabajo”.

La muestra ha sido inaugurada este jueves por la diputada foral de Empleo, Inclusión Social e Igualdad de Bizkaia, Teresa Laespada, en un acto al que también han acudido la comisaria de la exposición, la profesora Mercedes Arbaiza, y la representante del Centro de Documentación de Mujeres Maite Albiz, Miren Llona.

Durante su intervención, Laespada ha criticado que a lo largo de la historia las mujeres han tenido “un papel invisibilizado” pese a ser “protagonistas de multitud de acontecimientos”. “Hemos sufrido el patriarcado con todas sus letras. Esta exposición viene a reivindicar a esas mujeres feministas que han ido exigiendo y defendiendo el papel protagonista que nos corresponde a las mujeres por derecho propio en la parte pública y en la vida: salir a la calle, poder trabajar, poder desarrollar una vida absolutamente normalizada en igualdad con los varones. Esa ha sido la gran reivindicación del feminismo”, ha señalado.

La diputada, ha aprovechado la ocasión para mostrar su solidaridad y apoyo a las mujeres afganas, “esas mujeres que están reclamando los derechos más básicos: salir a la calle como quieran, trabajar donde quieran y como quieran. Que están reclamando sus derechos. Desde la distancia busquemos los mecanismos internacionales para no olvidar sus derechos y apoyarles en todo lo que podamos.

Los archivos, documentos y fotografías que se exponen en ‘Zutik, Zutik, Zutik’ que con el título busca honrar a las mujeres que siempre “se han mantenido en pie”, son aportaciones públicas y privadas. La muestra es fruto de la colaboración del Grupo de Investigación Experiencia Moderna UPV/EHU, la producción de La Prodigiosa Agencia y la documentación de Maialen Aranguren.

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