Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
ANÁLISIS

EH Bildu exhibe su cara más pragmática y revoluciona el tablero político español con sus acuerdos con Sánchez y Chivite

Los portavoces de EH Bildu Mertxe Aizpurua y Oskar Matute, en su reunión del jueves con María Jesús Montero y Nacho Álvarez.

Iker Rioja Andueza

28

Si no lo estaba ya, la coalición EH Bildu (no, no se llama Bildu a secas) se ha situado esta semana en el centro del tablero político en España. Por un lado, el líder abertzale Arnaldo Otegi ha confirmado que apoyarán por vez primera unos presupuestos generales de la España de la que quieren independizarse. Por otro lado, este mismo sábado han cerrado su segundo acuerdo económico en Navarra con el Gobierno de la también socialista María Chivite. Es la viva imagen de un independentismo pragmático. La derecha y algunos barones del propio PSOE, como el presidente extremeño Guillermo Fernández Vara, han recordado el pasado de cobertura al terrorismo de ETA de una de las patas de EH Bildu, la que ahora se denomina Sortu. Se ha vinculado también este paso con el cambio de política penitenciaria aplicado por el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, que se está traduciendo en acercamientos de presos no tanto a Zaballa, Basauri, Martutene o a Pamplona pero sí a comunidades vecinas.

Los socialistas recuerdan al difunto Alfredo Pérez Rubalcaba, exministro del Interior en la etapa de las negociaciones de paz tras la tregua de 2006, y su máxima de “o bombas o votos”. Esgrimiendo que no hay atentados desde 2010 y que la banda se disolvió en 2018, celebran el “éxito” de la institucionalización de la izquierda abertzale. Así lo han explicado estos días Adriana Lastra, portavoz en el Congreso, o Idoia Mendia, secretaria general del PSE-EE y ahora también vicelehendakari. Los socialistas vascos, además, han recordado que el PP también ha pactado con EH Bildu durante la etapa de Javier Maroto como alcalde de Vitoria. “No me tiemblan las piernas para llegar a acuerdos con nadie y creo que eso es bueno”, decía el ahora dirigente del PP de Pablo Casado en 2013 diferenciando claramente entre EH Bildu y la antigua izquierda abertzale.

Porque EH Bildu es una coalición. Fue creada en 2011 como Bildu y rebautizada en 2012 como Amaiur. La componen Sortu –la nueva marca que hereda a las ilegalizadas Herri Batasuna, Batasuna, Euskal Herritarrok, Sozialista Abertzaleak, ANV, EHAK, D3M y otras tantas–, Eusko Alkartasuna (EA, escisión socialdemócrata del PNV en 1986 creada por el primer lehendakari, Carlos Garaikoetxea), Alternatiba (escisión de IU liderada por Oskar Matute) y, en su momento, también por Aralar, rama pacifista de HB fundada por Patxi Zabaleta y que ha terminado por disolverse. Desde 2017, la coalición ha reforzado sus órganos propios para superar la mera suma de partidos y tiene militancia propia y cargos que son 'bilkides' y no tanto miembros de los partidos. Tal es el caso de Maddalen Iriarte, jefa de la oposición en Euskadi y antigua periodista de EiTB. Precisamente este proceso está levantando ampollas en el sector crítico de EA, que lleva meses acusando al aparato que lidera la alavesa Eva Blanco de disolver la identidad propia de una sigla histórica.

EH Bildu lleva diez años haciendo política y algunos de sus partidos llevan toda la vida haciendo política

Aunque en sus estatutos rechaza la violencia, Sortu mantiene inercias del pasado. La palabra 'condena' sí es utilizada por EA pero no entra en el castellano de la izquierda abertzale tradicional. El resto de formaciones les afean el no realizar el ejercicio ético de reconocer que la violencia de ETA no fue solamente un error estratégico sino un clamoroso ejercicio de vulneración de derechos humanos. El lehendakari, Iñigo Urkullu, suele resumirlo en que han de reconocer que “matar estuvo mal”. Los 'ongi etorri' o recibimientos a los exmiembros de ETA que salen de prisión también ponen delante del espejo de manera periódica a su dirigencia. Desde el lado contrario, en cambio, la disidencia –minoritaria pero ruidosa– que sigue abogando por una línea “político-militar”, el eufemismo que ocultaba el terrorismo, presiona a la izquierda abertzale oficial para que no se institucionalice. Hay voces internas que sostienen que esta ruptura total del pasado no se producirá mientras la cara visible de la coalición sea Otegi.

Una de las claves está en las cárceles. Por el momento, ese sector disidente articulado en torno a ATA, una fuerza política residual que ha querido rescatar las viejas siglas HB u organizaciones juveniles del tipo de GKS, no rompe el control que sobre ese colectivo de presos de ETA retiene Sortu a través del EPPK (siglas en euskera de 'colectivo de presos políticos vascos'). Aunque en ningún caso se ha dado el paso del arrepentimiento, la colaboración de la Justicia o la delación, el hecho de acatar determinados procedimientos penitenciarios ha abierto la puerta a un cambio evidente en la política carcelaria del Gobierno central. En dos años y medio del exjuez de la Audiencia Nacional Grande-Marlaska en Interior, que fue una de las bestias negras de la izquierda abertzale, cerca de un centenar de presos han sido acercados al País Vasco. Las noticias sobre cambios de destino son casi semanales. En puridad, el EPPK está autorizando a sus miembros a que hagan lo que antes hicieron los miembros de la denominada 'vía Nanclares' y que les supuso ostracismo y expulsión del colectivo.

Un veterano cargo público de EH Bildu reconoce que la izquierda abertzale ha planteado “en público y en privado” la necesidad de cambios en las cárceles pero rechaza que sea un pago por el apoyo a los Presupuestos o antes por participar en la moción de censura contra Mariano Rajoy o en la investidura. “Esto de los presos es una obviedad pero el acuerdo presupuestario no está vinculado con ello. Es más, el Gobierno no cumple ni cualitativa ni cuantitativamente lo que planteamos”, señalan estas fuentes. Y lanza una pregunta al aire: “¿Alguien piensa que los técnicos del Ministerio de Hacienda vienen a las oficinas de EH Bildu a hablar de presos?”.

Porque, sí, el Gobierno de Pedro Sánchez, como en Navarra el de Chivite, mantienen una interlocución fluida con la izquierda abertzale. Eso sí que constituye una novedad. Sus cuadros se han reunido con luz y taquígrafos con ministros o vicepresidentes. Pablo Iglesias se ha felicitado esta semana por esta normalidad. Tanto en España como en Navarra “ha sido un acuerdo perseguido y buscado por el PSOE”, indican desde EH Bildu. En el gabinete de la presidenta navarra se felicitan por que EH Bildu no ha incorporado elementos “identitarios” en la negociación y que ha apostado por un acuerdo económico clásico. “Reforma laboral, agenda social... Estas son nuestras prioridades”, indican las fuentes consultadas.

Con este estilo, EH Bildu estaría más en la línea de lo que fue EA en el pasado: un independentismo pragmático. Quedan muy lejos los escaños no ocupados por los electos de HB. Tras las últimas elecciones, la pata más puramente de izquierdas y no tan nacionalista que representa Alternatiba se felicitaba también por haber reforzado su perfil propio en el mensaje general de la coalición y haberla abierto a sectores sociales más amplios. “Todo responde a una nueva realidad, claro”, asumen desde la coalición, aunque remarcan que este modelo ya tiene “diez años”: “EH Bildu lleva diez años haciendo política y algunos de sus partidos llevan toda la vida haciendo política”.

Pero no todo es tan sencillo. Si en sectores del PSOE irrita el acercamiento con la izquierda abertzale, también en los ámbitos más duros de Sortu pueden surgir reparos al pactar en España. Hábilmente, una parlamentaria vasca del PNV, Itxaso Berrojalbiz, recordó que las cuentas que EH Bildu va a apoyar son también las de las obras del AVE en Euskadi, las del incremento de fondos para la Casa Real, las de la Guardia Civil y las que pagan el sueldo al delegado del Gobierno, ahora Denis Itxaso. El PNV –que asiste sorprendido a que Otegi pacte con Sánchez y Chivite y no dé tregua a Urkullu– no se cansa de dar la “bienvenida” a la política madrileña a los diputados abertzales.

“EH Bildu es una recién llegada a la política española. Nuestro partido lleva más de 40 años siendo un actor político importante en Madrid. Y ese mismo tiempo llevamos escuchando sus descalificaciones. Según vosotros, el PNV se vendía por un plato de lentejas. Beti ginen Espainaren morroi ('siempre éramos siervos de España'). Podíamos decirles lo mismo ahora, que sabemos que EH Bildu apoyará los presupuestos de Sánchez. Pero no es nuestro estilo. No entramos en su competición por ver quién es más influyente. A vuestros descalificativos os respondemos con nuestro aplauso. Así que, aunque tarde, bienvenidos. Ojalá nos copiéis más, porque a Euskadi le irá mejor”, argumentó Berrojalbiz.

Acabar con el régimen apoyando los Presupuestos Generales del Estado es como pretender matar un cerdo a besos

“Dicen que les alegra que ahora les imitemos en Madrid y que vayamos a Madrid a hacer las políticas del PNV. Mire, yo le digo una cosa: no se equivoque, no se equivoque. Porque vosotros habéis ido y vais a Madrid a mendigar TAVs y vacaciones fiscales. Nosotros vamos a Madrid a arrancar derechos sociales y laborales. Sí, vosotros habéis ido a Madrid, durante décadas, a sostener el régimen en beneficio de unos poquitos de los vuestros. Nosotros vamos a Madrid a tumbar definitivamente ese régimen en beneficio de las mayorías y de los pueblos”, le contestó el líder de Sortu, Arkaitz Rodríguez. Era también un mensaje en clave interna para aquellos que duden de pactar con el PSOE. No en vano hace pocos meses el propio Rodríguez consideraba que ese es el partido que “montó, financió y puso en marcha los GAL, con Felipe González a la cabeza”. En Navarra, el acuerdo no se ha sometido a consulta con las bases pero sus dirigentes afirman que en 2019 “el 75%” avaló facilitar la investidura de Chivite y que esas mayorías internas se mantienen.

“Acabar con el régimen apoyando los Presupuestos Generales del Estado es como pretender matar un cerdo a besos”, ha ironizado el dirigente del PNV Koldo Mediavilla sobre estas palabras. Pese a los cambios en el estatus de EH Bildu, el Gobierno de Sánchez tiene claro que los nacionalistas son su socio de referencia para asuntos vascos. “El PNV no es un socio más, es un socio prioritario, porque es un socio leal con el que trabajamos a gusto y bien, con quien gobernamos en Euskadi”, contaba Adriana Lastra a este periódico. ¿Es una casualidad que horas después de que Otegi anunciara el 'sí' a los presupuestos del Gobierno Andoni Ortuzar se dejara ver en el Congreso de los Diputados?

Etiquetas
stats