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Todo o nada: los críticos de EA piden que la coalición EH Bildu dé visibilidad al partido o que se disuelva definitivamente

Maiorga Ramírez, líder la corriente crítica de EA

Iker Rioja Andueza

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Todo o nada. El sector crítico de EA, encabezado por Maiorga Ramírez y que en varias ocasiones ha contado con el apoyo del lehendakari y fundador, Carlos Garaikoetxea, quiere un congreso extraordinario del partido socialdemócrata antes de que en febrero se inicie el proceso congresual en EH Bildu y en el que se debería despejar definitivamente el estatus de la formación dentro de la coalición. Portavoces de este sector -que controla las territoriales de Álava, Gipuzkoa y Navarra y que exhibe también como apoyos las direcciones locales de Vitoria, Bilbao, Donostia y Pamplona- plantean un “congreso simplificado”. “Dos opciones: la elección entre un modelo nítido de coalición o la integración en EH Bildu y disolución”, proponen.

El pulso entre esta corriente y la dirección que ahora dirige Eva Blanco ha pasado por varias fases y viene ya de lejos. EA confundó Bildu en 2011 con la izquierda abertzale y con Alternatiba, escisión de IU. Después llegó Aralar y se rebautizó como Amaiur y ya desde 2012 es a todos los efectos EH Bildu, aunque muchas veces se emplee incorrectamente el nombre antiguo. En el congreso de EA de 2017 ya fue objeto de reivindicación la necesidad de una mayor visibilización de cada una de las patas de EH Bildu dentro de la formación. Después, tras la dimisión de Pello Urizar, en 2019 y 2020 han llegado momentos de pugnas judiciales -que se han saldado a favor de Blanco, sucesora de Urizar- e incluso de reproches personales. Ahora, el debate vuelve a la casilla de salida, aunque los críticos mantengan varios frentes judiciales activados.

El líder guipuzcoano y una de las cabezas visibles de los críticos, Mikel Goenaga, ha pedido en 'Noticias de Gipuzkoa' que EH Bildu sea una “coalición de partidos” para “preservar las diferentes ideologías de las familias políticas [...], que son las que aportan una pluralidad atractiva y visualizable, lejos de la uniformización en torno a la fuerza mayoritaria de la alianza”. Goenaga ya firmó un comunicado -no consensuado con el equipo de Blanco- en el que se quejaba de la posición de Sortu respecto a los homenajes a expresos de ETA y subrayaba la trayectoria histórica de EA en defensa de los derechos humanos y contra la violencia.

Los críticos entienden que Blanco ha hecho saltar por los aires los consensos del congreso de 2017 y que está contribuyendo a diluir el proyecto dentro de la izquierda abertzale, extremo que la otra parte niega. En la ponencia política, se firmó un punto en el que, ante el proceso de integración iniciado por EH Bildu, EA demandaba una “portavocía coral”, destacan. Fuentes de este sector indican que entre continuar en una línea similar a la actual y una disolución de la sigla no cambiaría mucho y reclaman que se aclare el panorama de una vez por todas. Hacerlo después del congreso de EH Bildu, además, no arreglaría nada.

Existe un precedente en tal sentido: el de Aralar. Partido escindido en su momento de Herri Batasuna por la posición contraria a la violencia de su fundador, Patxi Zabaleta, se integró en una segunda fase en la coalición. Fue un proceso no sin tensiones en el que una parte significativa -tres de los cuatro parlamentarios vascos- se alejaron de la directriz oficial. De hecho, quien era portavoz, Aintzane Ezenarro, ahora es alto cargo en el Gobierno de Iñigo Urkullu, donde dirige el Instituto de la Memoria (Gogora) tras haber sido asesora en materia de derechos humanos. Finalmente, en 2017, Aralar se disolvió y sus cuadros pasaron a ser militantes de EH Bildu. La última secretaria general, Rebeka Ubera, aún es parlamentaria vasca.

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