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Los expertos consideran “normal” la presencia de medusas a pesar del aumento de picaduras

Ejemplar de medusa arrastrada hasta una arenal.

Natalia González de Uriarte

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Los conocedores del medio marino coinciden al calificar como un “fenómeno que entra dentro de la normalidad, alejado de cualquier anomalía” la presencia de medusas en la costa vasca. Tampoco se atreven a hablar de un aumento considerable de enjambres de estos organismos gelatinosos y prefieren restar importancia a las tendencias que alarman sobre su proliferación. “Ningún organismo científico puede afirmar que haya muchas más medusas que hace unos años y que esté causado directamente por el calentamiento global. Son varios los factores que influyen en esa supuesta multiplicación” sostiene el vicepresidente de la Sociedad para el Estudio y Conservación de la Fauna Marina, Enrique Franco.

Los investigadores consultados sí reconocen cierto incremento de ejemplares aunque aseguran que es imposible cifrarlo. “No disponemos de un registro de medusas que nos posibilite extraer tendencias temporales pero si nos fiamos de nuestra percepción, tampoco tenemos la sensación de que sea tanto el aumento. Además las colonias de estas especies fluctúan mucho en densidades por metro cuadrado, puede haber miles y miles y variar en poco tiempo a muchas menos”, aclara el coordinador del Área de Gestión Ambiental del medio Natural de Azti-Tecnalia.

El llamado cambio global- conjunto de cambios ambientales que se derivan de las actividades humanas sobre el planeta- provoca reacciones a gran escala en todos los ecosistemas. La poblaciones de medusas no se libran de esas alteraciones. La sobreexplotación pesquera, que reduce los depredadores que se alimentaban de estos seres gelatinosos, el calentamiento del agua, que acelera su ciclo vital; la sequía, que disminuye el aporte de agua dulce por parte de los ríos y destruye el cambio gradual de salinidad que retiene a las medusas en alta mar o la presencia de mayores nutrientes en la misma forman parte de la serie de factores que fomentan la multiplicación de estas criaturas. “Las tortugas y otros animales cuyo sustento son las medusas mueren atragantadas cuando intentan tragar los plásticos que abundan en los mares tras confundirlos con los celentéreos. Otro grupo de cazadores que disminuyen mientras las medusas sobreviven”, explica Enrique Franco.

Más afluencia de bañistas luego más picaduras

El viento y la corriente marina, a menudo, desempeñan un papel vital en los movimientos de las medusas, que se aglomeran en grandes colonias compuestas por miles de criaturas. Esto explica el acercamiento de tropas desbordantes en los litorales vascos en momentos puntuales. “Aunque nuestros ámbito de estudio son los cetáceos hemos hechos seguimientos de medusas durante 10 años y siempre se han registrado muchas variaciones pero no hay una pauta que las explique. Unos años hay más, otros menos pero estos cambios no siguen un patrón establecido”, sostiene Enara Marcos, de Euskal Izurde eta Balezaleen Elkartea- Asociación Vasca de Amigos de los Delfines y Ballenas, Eibe.

Esta temporada estival la especie que ha arribado a los arenales vascos en grandes cardúmenes es la ‘pelagia noctiluca’, muy habitual en las aguas mediterráneas. La coincidencia en las playas de gran número de bañistas atraídos por el buen tiempo con los bancos de medusas explica el incremento de picaduras registrado por la Cruz Roja de Gipuzkoa, que ha atendido entre junio y julio a 3.141 bañistas por lesiones causadas por estos seres, frente a las 578 del pasado verano. Cruz Roja Bizkaia ha asistido a 1.600 personas, una cantidad similar a la registrada el 2012 en el mismo periodo.

Apenas se han observado avistamientos de la temida especie carabela portuguesa- que no es propiamente una medusa sino un sifonóforo- y sí de numerosos bancos puntuales de ‘pelagia noctiluca’. Esta especie es una medusa en forma de seta, transparente y rosácea con manchas amarillas. Tiene 8 tentáculos marginales y cuatro lóbulos bucales muy largos y 16 pequeños. De noche posee fosforescencia. Segrega un líquido urticante, que provoca dolor intenso, inflamación y enrojecimiento de la piel.

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